Mercedes Ruiz y Santiago Lara. Bailaora y guitarrista.

"No puedo hacer una 'Carmen' sin haber bailado antes por caracoles"

  • Dos años después de lograr el Premio de la Crítica por 'Juncá', la artista jerezana Mercedes Ruiz estrena esta noche 'Mi último secreto', con música de Santiago Lara y donde busca sentirse "plena" como bailaora

"Qué te vea el perfil, mira al público, sube el abanico, así, así, mucho mejor...". Últimas instrucciones a sus bailaoras en el escenario de ensayos del Centro Social de La Granja. Mercedes Ruiz (Jerez, 1980) presenta esta noche en Villamarta su nuevo espectáculo, Mi último secreto, que es en cierto modo continuación del atronador éxito que representó hace dos años en la muestra Juncá, Premio de la Crítica del Festival de Jerez. Más madura, felizmente casada con su partner, el guitarrista Santiago Lara, la niña de oro de San Miguel regresa a las tablas con la cuarta producción que levanta al frente de su compañía.

-¿Cuál es su 'último secreto'?

-Mercedes Ruiz (M. R.): El espectáculo es mi línea de siempre, realmente. Sin argumento, con una sucesión de palos flamencos. Lo que pasa es que creo que muestro otra faceta que no he mostrado antes y hago cosas que creía que no podía hacer. Hago dos coreografías, en concreto, que no sabía que iba a poder sacarlas para adelante, hasta para mí han sido un secreto: la seguiriya y un final por caracoles.

-¿Cómo afrontáis el montaje del espectáculo, las ideas van fluyendo 'fifty-fifty'?

-Santiago Lara (S. L.): Hombre, al 50% no porque, quiera que no, es ella la que lleva el peso, pero sí podíamos decir que las ideas que encierra son mitad de cada uno. Este espectáculo es quizá más musical; mientras que en Juncá aportó ella más, en este he puesto yo un poquito más.

-¿Se deja llevar sin reservas por la música que él compone?

-M. R.: Sí, la verdad es que confío plenamente en su gusto y en su criterio. Cuando me da una opinión le escucho, y si realmente después resulta a la hora de llevarlo a cabo, pues me quedo mejor con su idea. Soy un poco más indecisa.

-Entonces, ¿en la compañía es Mercedes Ruiz la que lleva los pantalones?

-S. L.: (Risas) Hombre claro.

-M. R.: Primero yo escucho todo, si resulta... guay.

-S. L.: Yo soy el portavoz, estoy en medio, entre ella y los músicos.

-O sea, que cuando a Mercedes no le gusta algo es usted el que va a mediar...

-S. L.: La mano izquierda la pongo yo…

-M. R.: No tengo nada de mano izquierda. Yo tengo más genio.

-Es de suponer que lo que más quema es afrontar todo el espectáculo y supervisarlo todo al margen de las individualidades, ¿no?

-M. R.: Este espectáculo es producción de los dos y lo estamos llevando todo. Es un doble trabajo porque aparte de que estás en el escenario tienes que crear la coreografía, unirlo todo, y luego llama a la gente, vestuario, hacerte cargo de todo… Es un trabajo enorme.

-Aparte del mérito que atesoráis como artistas, es digna de admiración vuestra faceta de emprendedores, ponéis vuestro empeño y patrimonio en una empresa de gran envergadura...

-M. R.: La verdad es que sí, la verdad es que hasta ahora, que es nuestro cuarto espectáculo, todo ha sido igual. Y éste es más nuestro todavía.

-S. L.: Producción total.

-M. R.: Producción Ruiz-Lara.

-¿Se ha notado la crisis?

-M. R.: No, es que realmente nunca he tenido ayudas de organismos ni nada.

-S. L.: No es sólo el dinero, más bien lo que es la producción artística, pero lo hemos querido hacer así también. Si fallamos, sabemos que hemos fallado nosotros, no hay responsabilidad para nadie.

-En todo esto hay mucha hipocresía porque siempre se habla de un apoyo desmedido a los jóvenes, de fomentar el flamenco…

-S. L.: Eso es el cuento de nunca acabar. Lo vemos en nosotros mismos. Cuando ya te dan una ayuda o te facilitan cosas para llevar a cabo tu obra, es cuando ya te conocen. Cuando hace falta la ayuda es cuando no te conocen. ¿De qué sirve una ayuda cuando esa persona ya lo tiene todo, el beneplácito de la crítica, del público…? No le hace falta. Tienen que confiar mucho más en los jóvenes, nos pagan fatal, nos tratan con la punta del pie... No creo que cueste tanto trabajo mantenerse, cuesta muchísimo más escalar posiciones.

-Santiago, ¿puede definir el baile de Mercedes?

-S. L.: Yo lo calificaría ante todo como muy flamenco, pero con toda la perfección técnica que puedas imaginar y con mucho respeto. Pero ante todo muy flamenco.

-Mercedes, defina la guitarra de Santiago...

-M. R.: A mi lo que más me gusta es la sensibilidad que tiene su toque. En el momento en que tiene que arrear, arrea; pero a mi cuando más me gusta es cuando se rebusca, por ejemplo, por tarantos, o hace sus solos.

-Por cierto, Santiago, ¿le da miedo entrar en la dinámica de componer para el baile y que su guitarra quede oculta, sin ser valorada?

-S. L.: No me da miedo porque cada uno elige lo que quiere hacer. Me excluyo de eso porque el que conozca un poquito la compañía de Mercedes y me conozca, que también tengo mi trayectoria como solista, sabrá que no estoy en eso. No me preocupa porque no toco para bailar a cualquiera, compongo para ella pero no lo considero siquiera como tocar para bailar. Me siento artista y cuando hago un espectáculo es como si fuera mi disco, lo hago con el mismo interés y cariño; y el público, creo, lo valora.

-¿Se ve dando una 'pataíta'?

-M. R.: Imposible, no hay manera… (risas)

-S. L.: Bailé en mi boda y porque me obligaron...

-¿Mercedes domina ya alguna falsetita?

-M. R.: ¿Yo? Le doy, le doy…

-S. L.: Rajea, rajea…

-M. R.: Algo es algo (risas).

-Volviendo a 'Mi último secreto', ¿tanto miedo le da enfrentarse a determinados bailes?

-M. R.: Creo que es cuestión de mí misma, tienes que adaptarte a otros aires; nada más que plantearte sacar pasos nuevos te crea un mundo de inseguridad, piensas que no vas a sentirte tan a gusto con la bata como te sientes por alegrías. Voy buscando darle a cada palo el matiz que se necesita. No me cuesta bailar por soleá ahora mismo, pero si le quieres buscar otro enfoque es complicado. Hacemos la farruca, que también me cuesta mucho bailar con pantalones. Me gusta más meter una cadera, un hombro, una muñeca. Cada palo de este espectáculo es un mundo.

-¿Cómo se plantean, por ejemplo, las transiciones?

-S. L.: El montaje está planteado para hacerlo lo más continuo posible. Nosotros nunca contamos con escenografía ni decorados, de momento, y entonces hay transiciones que son más que nada solos de los músicos que nos acompañan: de un cantaor, del cello…

-¿Cómo habéis visto vuestra evolución personal, siempre tan ligada al concepto de aunar tradición y modernidad?

-M. R.: Me tengo que sentir completa, algo que ocurrirá cuando realmente domine todos los palos. Tengo 28 años y tengo que bailar por caracoles. Cuando haga eso, entonces, me meteré en otra historia. Me tengo que sentir plena como bailaora.

-S. L.: Esto lo compartimos los dos. Para sentirnos realizados queremos que cuando miremos atrás digamos: 'hemos tocado todos los palos'.

-M. R.: Imagínate que das un cursillo y te dicen: 'baila por guajira'. Y no sabes. Yo quiero conocer todo el flamenco.

-¿Qué es lo más arriesgado del espectáculo que estrenan esta noche en el Festival?

-M. R.: Es que no quiero contaros mucho tampoco. Creo que el riesgo es que aparezca el duende o no, que los nervios no te traicionen, que no se haga el espectáculo con tensión, que tengamos peso. Arriesgado es el comienzo del espectáculo…

-S. L.: El riesgo está en que queremos que todo suene muy flamenco. Los arreglos de las cuerdas se han tratado de forma concienzuda para que suene a música andaluza. En el montaje todo aporta, no metemos violines por meter. Nunca hemos metido músicos por meter, pero musicalmente teníamos el reto de incorporar nuevos instrumentos que pueden aportar.

-¿Qué tal ha ido el apoyo coreográfico de Latorre?

-M. R.: Hemos contado con la ayuda de Javier Latorre, que nos está echando un cable desde fuera, supervisando y matizando todo el espectáculo. Quiera que no, es un gran apoyo.

-S. L.: Hay que puntualizar porque ha habido alguna confusión: Javier coordina, pero las coreografías son todas de Mercedes. En todo caso, nos está ayudando muchísimo y nos da todavía más seguridad.

-¿Qué os apetece en el futuro, una obra con argumento, por ejemplo?

-M. R.: Ahora mismo no. A lo mejor dentro de tres años me vuelvo loca. Ahora mismo quiero bailar, me apetece crear coreografías para sentirme plena como bailaora. No me sentiría bien haciendo 'Carmen' si no he bailado antes por caracoles. Mi mayor crítica soy yo y por eso mismo quiero avanzar. No tengo miedo al público sino a mí misma, yo quiero sentirme bien y que termine el espectáculo, tras cinco o seis meses de trabajo, y ver un resultado.

-S. L.: Ahí estamos totalmente de acuerdo los dos. Primero, no nos apetece; pero es que, en segundo lugar, se puede decir tanto con una guitarra y un cantaor… Es que no hace falta más. Si no conoces todos los palos es que no eres ni profesional, a mí me da vergüenza. Eso sí, también tiene su mérito que te respeten dominando tres palos.

-M. R.: Yo pienso en un espectáculo en Villamarta con Santi y un cantaor. Los tres solos. Es un reto.

-¿De la crítica os quejáis?

-M. R.: Bueno, depende. Hay gente que te trata muy bien… Yo, desde luego, soy mi mayor crítica.

-S. L.: Yo cada vez me lo tomo con más filosofía. Una crítica bien hecha, aunque me ponga mal... voy al tío y le doy un abrazo. El público sabe valorar a través de la crítica, pero hay algunas en las que te ríes porque ves mala intención, eso no mola. Leo críticas de compañeros que me duelen como si fueran mías, porque hay cosas que no son verdad. Más de una vez me ha pasado con críticos que entienden de guitarra y tal y me han pillado, y eso está bien.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios