XXIV Festival de Jerez

Una soleá para los restos

Una soleá para los restos

Una soleá para los restos / foto©Miguel Ángel González

Sin complicarse en exceso y con el único punto de apoyo que su baile, María Moreno conquistó ayer el Teatro Villamarta con un espectáculo sencillo y muy flamenco en el que demostró que hoy por hoy, es una de las bailaoras con mayor porvenir.

Tan sólo dos detalles bastaron para manifestar esa superioridad, una soleá y unas cantiñas. La primera fue un ejercicio de magisterio, plagada de fuerza y viveza y que acabó por levantar del asiento al patio de butacas. Sinceramente, he visto muchos bailes por soleá en este mismo escenario, pero pocos comparables al exhibido por la bailaora gaditana, que por momentos recordó, gracias a su poderío dancístico, a la mejor versión de Eva Yerbabuena, curiosamente es parte implícita de este montaje.

Con el cante de El Extremeño y Pepe de Pura, dos veteranos del acompañamiento al baile, María Moreno redondeó una soleá exquisita, cargada de brío, versatilidad y una enorme vitalidad. Porque si algo tiene esta joven gaditana es que maneja y domina en todo momento la situación, y es capaz de cambiar de marcha con la misma naturalidad con la que bracea o mueve la bata de cola. El remate fue una carretilla espectacular que cruzó a lo ancho todo el escenario ante la atónita mirada del público, que estalló de emoción. Maravillosa.

Igual de convincente se mostró en las cantiñas con las que finaliza este ‘De la Concepción’, su segundo espectáculo en solitario. Con bata de cola y mantón, la bailaora se empapó de la riqueza cantaora de Enrique El Extremeño y Pepe de Pura, que por momentos se acercaron al mirabrás y a las romeras para enriquecer el baile, consolidando aún más la escena.

Su vivacidad y el nervio a la hora de dibujar formas con su mantón, contrastaron con la sutileza con la que se movió en la escobilla, sin tener que recurrir a elementos discordantes para llamar la atención. Porque si algo tiene María Moreno es temple, ajustando el baile a cada situación con la misma precisión que un cirujano.

En plena efervescencia y bien guiada por la guitarra de Óscar Lago, perfecto durante toda la noche, la artista cerró nuevamente su baile con otro ejemplo de vigor y poderío, volviendo a atrapar en sus redes al público del Festival.

Lo demás fue un simple complemento al espectáculo, en el que resulta especialmente monótono el principio y donde resalta la adaptación del tema ‘Juncal’ de Alameda en la sugerente voz de Pepe de Pura, y la aparición del siempre espontáneo Roberto Jaén, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en un ‘perfecto actor de la Caleta’, porque es capaz de captar la atención del respetable con la misma facilidad que se marca una pataíta o un gracioso tanguillo de Cádiz.

Un fandango espectacular en off con la voz de Rocío Jurado pone colofón a un montaje con el que María Moreno presenta su tarjeta de calidad que a buen seguro mantendrá durante los próximos años y que, de alguna manera, sirve para poner de manifiesto el excelente nivel con le que ha comenzado esta XXIV edición del Festival de Jerez.

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