Jaime Alguersuari. Ex piloto

"Ahora para oír rugir un motor es mejor ver las World Series"

  • El barcelonés, retirado a los 25 años del mundo del motor, se centra ahora en la música. Cree que los cambios de reglas en la Fórmula 1 han hecho que se pierda "la esencia" del automovilismo: el ruido y los adelantamientos.

En su día batió el récord de precocidad al subirse a un Fórmula 1 con 19 años y 4 meses. Hoy en día, quizá también cuenta con el de la retirada más tempranera del automovilismo a sus 25 años. La decisión de Jaime Alguersuari (23-03-1990, Barcelona), es inamovible por su profundo desencanto hacia un mundo en el que "importa más el dinero que ser feliz". Alejado de la competición -"ya he pasado suficiente tiempo con el volante", dice-, el catalán, que recogió ayer la medalla de la Real Orden del Mérito Deportivo -"creía que para que te dieran algo así había que llegar a la Luna", bromea-, ha cambiado de aires por completo y centra su vida, ahora en Londres, en la música cambiando los coches por la mesas de mezcla para pinchar.

-Vaya giro le ha dado a su vida...

-Sí, y soy feliz. Llegó un momento en el que los coches no me iban a dar más de lo que había aprendido. Perdí la pasión por lo que hacía y ahora la he vuelto a recuperar.

-¿Qué le dice a la gente que piensa que es un capricho?

-Amo el automovilismo, pero uno tiene que sentirse bien con lo que hace. Tengo la suerte de poder elegir mi camino, así que no creo que sea caprichoso, sino una persona afortunada por ello.

-¿Echa de menos el Gran Circo?

-Ni siquiera veo las carreras. Me lo he pasado muy bien conduciendo y no olvidaré lo vivido, pero las carreras han perdido su esencia y es algo que no se recuperará. No estoy para ganar dinero, sino que lo que quiero es aportar algo y divertirme. El de la Fórmula 1 es un mundo de egos y egoísta. Sólo se trabaja por y para el dinero, y ésos son valores que no van conmigo. No quiero relacionarme con gente con esos valores.

-¿Aburre la Fórmula 1?

-Cuando corría me gustaba subirme al coche porque notabas cómo acelerabas y frenabas de verdad. Ahora, con los cambios de reglas, no hay espectáculo ni diversión. Apenas hay adelantamientos y los monoplazas casi no hacen ni ruido. Antes llevar un bólido de Fórmula 1 era muy complicado, pero ahora hay muy poca diferencia con los GP2 o los coches de las World Series. Los Fórmula 1 de ahora no tienen nada que ver con los que conducía Michael Schumacher.

-Y eso que ambas competiciones, en teoría, son la antesala de la máxima categoría y deberían estar por muy debajo.

-Muchos pilotos se desarrollan ahí y para mí fue un orgullo competir en las World Series. Es un campeonato difícil, con coches de 500 caballos, con mucha aerodinámica... Cada vez tiene menos que envidiarle a la Fórmula 1. Actualmente, quien quiera escuchar cómo ruge un motor de verdad lo mejor que puede hacer es ver las World Series (este fin de semana, con entrada libre, en el circuito de Jerez). Ahora con los motores híbridos o eléctricos los coches han perdido su esencia. Las World Series mantienen ese esencia de oír un V8 a 16.000 revoluciones. Al que le guste los deportes de motor le pondrán la piel de gallina.

-¿Cómo recuerda sus inicios en esa categoría?

-Con mucho orgullo. Estuve un año a caballo entre las World Series y la Fórmula 1. Antes sí había diferencias y era complicado cambiar de coche continuamente, pero fue un gran aprendizaje para dar el salto definitivo.

-¿Cómo se mide el talento de un piloto al volante cuando los resultados dependen en un 70% del coche que lleve?

-O un 80%. La única medida real es comparándote con tu compañero de equipo, que en teoría lleva el mismo coche. Pero eso lo sabrás tú y pocos más. Y aunque sea superior, si tu compañero es más interesante comercialmente y aporta más valor económico ni tener mejores resultados cuenta. Nunca pensé que el deporte con el que crecí dependiese más de otras cosas que el talento y el trabajo.

-¿Se paga por correr?

-Perdí la confianza cuando entendí que esto es más un negocio que un deporte. Me jugaba la vida corriendo a más de 320 kilómetros por hora y me pedían dinero para tener un asiento. Ahí me empecé a replantear toda mi vida. Lo había dado todo y llegó un punto en el que no me pedían resultados, sino dinero. ¿Eso es deporte? Para mí no. Y eso que tuve la suerte de tener el apoyo de Red Bull, pero no estoy de acuerdo con cómo funciona el sistema.

-¿Decir la verdad trae problemas en la Fórmula 1?

-Sí. Así lo he vivido yo. Pero no es más que un reflejo de lo que pasa entre los gobiernos y las grandes empresas. Si se hablara más claro, las cosas funcionarían mejor a todos los niveles, pero el dinero manda. Y eso que yo he ganado también dinero en este mundo, pero no es lo único que me importa. En mi escala de valores hay otras cosas. Muchos se quedan para ganar más dinero y yo lo que quiero es vivir una verdad.

-¿Mantiene amigos en este mundillo?

-Para mí esa palabra es muy fuerte. Considero amigo a alguien que pueda contarle cosas personales. Si es así, no tengo amigos en la Fórmula 1. Detrás del negocio, de lo que se ve a simple vista, sí hay gente que merece la pena. De todo lo que sale en televisión no me fío.

-Su volante en Toro Rosso lo cogió Ricciardo, primer piloto ahora de Red Bull. ¿Si mira atrás tiene la sensación de que se le escapó el tren?

-No lo veo como una oportunidad perdida. No pertenezco a ese mundo y no merecía estar en él porque mis valores no se identifican con los de ese deporte. Me encantan las carreras, pero es un mundo irreal. Pero me alegro de todo lo que le pase a Daniel.

-¿No ve nada ni de reojo?

-Esta semana hablando con unos amigos me enteré de que Mercedes ya es campeón del mundo de constructores. Sé que Hamilton lleva un monoplaza que anda más que cualquiera, pero si me preguntan quién va segundo o tercero no tengo ni idea. No me importa.

-¿Mira al pasado con rencor?

-Para nada. Lo hago con orgullo porque los 31 puntos que logré se quedan para mí. No crecí pensando en correr en la Fórmula 1 y lo logré, pero me di cuenta de que esto no era para mí.

-A los 25 años.

-Hay gente que se desenamora a los 50. Sienten cariño, pero no amor. Quería volver a sentir la pasión por algo. Es como cambiar Barcelona por Londres. Me encanta mi ciudad, pero ahora Londres me aporta más en mi nueva etapa.

-¿Hacia dónde va ahora su vida?

-Estoy centrado e ilusionado con la música. De momento, en producir para mí. Llevo ya varios años en esto y ahora por fin me puedo dedicar a ello por completo y soy feliz. Y en un futuro, ¿quién sabe? Me encantaría hacer bandas sonoras, aunque no pienso mucho a largo plazo. Con 19 años, cuando empezaba, no creí que lo dejaría a los 25.

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