el nuevo mapa político español

Sánchez se deberá enfrentar a un congreso si no forma Gobierno

  • Someterá un eventual pacto a la militancia para zafarse de la presión de los críticos El PSOE elegirá líder el 8 de mayo ante la posibilidad de unas nuevas generales Ferraz descarta pactos con el PP y empezará a negociar con C's y luego con Podemos

El PSOE ha vuelto a entrar en colisión contra sí mismo. A pocos días de que el Rey pueda encargar a su secretario general, Pedro Sánchez, que forme Gobierno, la tensión ha vuelto a encerrase en la sede de la calle Ferraz. Los barones territoriales, capitaneados por la presidenta Susana Díaz, han conseguido una primera victoria, aunque podría ser la única. El 39º Congreso Federal, de donde saldrá el nuevo secretario general, se celebrará el 21 de mayo, y será el 8 de mayo cuando los militantes designen a su líder, sea Pedro Sánchez o quien los críticos logren presentar. Y puede ser Susana Díaz. Algunas fuentes sostienen que, el viernes por la noche, las delegaciones críticas contaban con que la presidenta andaluza, "esta vez sí", daría el paso. Pero si es así, Pedro Sánchez tendrá aún varias posibilidades de salir adelante. La primera, el líder de los socialistas está dispuesto a formar Gobierno con el apoyo de Ciudadanos y de Podemos, "a derecha y a izquierda", "reformista y progresista" en sus propias palabras. La segunda, el acuerdo al que llegue para su investidura será sometido a la consulta de la militancia, de tal modo que borra de un plumazo las presiones que críticos y notables puedan ejercer Y deja al órgano competente, el comité federal, con un resultado no vinculante, pero decisivo. Y tercera, aun con un congreso, Sánchez se volverá a presentar y será las bases quienes deberán elegir. Ésta es la diferencia sustancial respecto a las batallas internas por las que el PSOE nos tiene acostumbrados desde 1974: la pugna la decidirá la militancia, voto a voto, con lo que el poder de las federaciones, los notables y la vieja guardia siempre queda a expensas de un voto secreto.

En el caso de que los críticos convenzan a un oponente, Susana Díaz, por ejemplo, éste se tendrá que fajar en una batalla contra Sánchez, que ha ido ganando muchos territorios. Los pedristas opinan que ha logrado hacerse con la militancia e, incluso, algunos andaluces sostienen que en el sur también ha ganado adeptos.

La última batalla de Ferraz ha quedado, pues, en tablas. Los críticos consiguen colocar el congreso en una fecha apropiada para sus intereses, pero Pedro Sánchez abordará su Gobierno con los mismos límites que le marcó el Comité Federal en diciembre: ni con el PP ni con los independentistas. No hay más. Aquéllos que querían que Sánchez no negociase con Podemos no lo han conseguido. De nada han valido las advertencias de Felipe González, Alfonso Guerra, los ex ministros o las salidas de tono de José Luis Corcuera. Tampoco, como pretendía Andalucía, que el secretario general adquiriese el compromiso de no aceptar la abstención de ERC o de Democràcia i Llibertat, el partido de Artur Mas. Fuentes del PSOE andaluz temen que Sánchez pueda llegar a un acuerdo secreto con ERC para que los republicanos se ausenten del pleno de investidura. Si es así, le bastaría con el voto positivo de Podemos. Pero Sánchez dio ayer todo un golpe de efecto: los acuerdos "se harán con luz y taquígrafos", "en abierto" y, para evitar dudas, será la militancia la que decida.

Es todo un golpe de efecto de Pedro Sánchez. Sabe que si algo no desean las bases socialistas es el acuerdo con el PP, son más propicias al pacto de izquierdas que sus barones, y éstos no podrán echar abajo en un Comité Federal algo que haya sido aprobado en las urnas. Si hace unos días, los barones parecía que alcanzaban un triunfo al lograr que cualquier acuerdo debía ser sometido al comité, ahora Sánchez se libra de ellos con el llamamiento a las bases.

Desde el viernes por la noche, en Ferraz se vivieron momentos muy tensos. La reunión del secretario de Organización, César Luena, con sus homólogos en los territorios acabó "como el rosario de la aurora", en palabras de uno de los asistentes. Se levantaron sin acuerdo. Luena quería el congreso en junio y los críticos, cuando tocase, pero antes. Ello obligó a la Ejecutiva a reunirse por más de una hora ayer por la mañana para tratar de resolver el conflicto y se llegó a un acuerdo que satisfizo a los críticos: los militantes votarán el 8 de mayo a su secretario general, dos semanas después será el 39º Congreso. Aunque las luchas del calendario puedan parecer enrevesadas, y lo son, su causa es sencilla. Si Pedro Sánchez fracasa en su intento de ser presidente del Gobierno, si fracasase después otro, como Rajoy o un candidato distinto del PP, a principios de mayo ya se sabrá si hay que repetir elecciones generales. Y, entonces, será el momento en que el PSOE decida quién será su líder. Y es posible que éste también sea el candidato a La Moncloa. En teoría debería salir de unas primarias, pero una vez elegido el secretario general, y con tan poco plazo, es posible que el comité autorice que no se celebren.

De este modo, los socialistas españoles juegan con dos hojas de rutas según sus intereses. Unos apuestan por formar Gobierno y consolidar a Pedro Sánchez. Otros porque no se vaya de la mano de Podemos, mucho menos con compañeros de viaje con ERC, y que Sánchez sea sustituido para comenzar una nueva etapa en el PSOE. Y todo ocurre a escasos días de que el líder sea llamado a consultas por el Rey. La reunión se celebrará el martes y si Rajoy insiste en mantenerse apartado, Pedro Sánchez contará con el encargo real de intentar articular un Gobierno, pero la persona que puede hacerse cargo del país, que pedirá apoyo a muchos, no tiene el respaldo total de sus dirigentes.

Aun así, lo intentará y sus planes pasan por deshacerse de los condicionantes de Podemos. Pedro Sánchez pedirá un plazo largo para negociar, de tres a cuatro semanas. Se reunirá con Ciudadanos, a los que propondrá un pacto de regeneración que pasa, entre otros asuntos, por una demanda del partido naranja: que diputados y senadores dejen de ser aforados. También se abriría la ponencia constitucional para la reforma de la Carta Magna. A la vez, o después, hablará con Podemos. A los morados no les aceptará el referéndum de autodeterminación, pero hay confluencias de este partido, como Compromís y las Mareas, que están muy cercanas al acuerdo. Para ellos, la consulta no es tan importante como para En Comú Podemos. Si Sánchez alcanzase un principio de acuerdo con los naranjas, cercaría a Pablo Iglesias: o acuerdo o repetición de elecciones, y sería él quien cargarse con la culpa.

En un tono muy serio, dirigido a los reticentes con su posible Gobierno, Sánchez indicó: "No voy a pagar cualquier precio por ser presidente, pero no vamos a pagar el precio de que España vuelva a tener otras cuatro años de derecha". Dolido con algunos, negó que quiera ser el presidente del Gobierno porque no tiene nada más y no hay ningún sillón esperándole. Ahora es su turno, debe conseguir un acuerdo difícil y cuya suma no gusta a una buena parte de su partido.

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