Sólo faltaba Coco Chanel dando puntadas de última hora a pie de pasarela para que de verdad el Grand Palais se convirtiera en el mítico apartamento de la marca en rue Cambon, donde se celebraron los primeros desfiles de la maison y al que acudían sus clientas más selectas para conocer de primera mano sus creaciones couture. Entonces no había invitadas VIP (todas eran iguales) ni front row (primera fila), un espíritu que ha recuperado Karl Lagerfeld para la presentación de la nueva colección de la firma francesa para la temporada otoño-invierno 2016/2017. El kaiser sabe que el desfile de Chanel es el más importante de la Semana de la Moda parisina y como director creativo se lo toma muy a pecho, de ahí sus grandes puestas en escena, en esta ocasión de lo más evocadora; la cuidada lista de invitados -en la que ayer destacó la presencia de la princesa Carolina de Mónaco, que acudió junto a Alejandra de Hannover, o Jada Pinkett Smith acompañada de su hija Willow-; el casting de modelos, este año con el tan deseado tándem 'Kengi' (Kendall Jenner y Gigi Hadid) a la cabeza; y, sobre todo, los trabajados patrones que se traducen en prendas de su tiempo que revisan los clásicos una y otra vez. En este gran salón de costura plagado de espejos, suelo enmoquetado, grandes cortinajes y sillas imperio -dispuestas en fila de a dos y respaldo con respaldo, creando así pasillos en paralelo por el que iban desfilando las modelos creando un único front row- el alemán ha fusionado de forma sublime el estilo urbano con el campestre en prendas en las que una vez más ha imperado el tweed, el tejido más reconocible de la casa, y con innumerables reminiscencias al elitista mundo ecuestre, en sus botas, y al de cualquier atelier gracias a sus sombreros inspirados en alfileteros y bolsos con forma de bobina de hilo.

En cuanto a las claves de la nueva línea de Chanel para la próxima temporada de frío, esos que a veces llegan a pasar inadvertidos entre tanta espectacularidad, llama especialmente la atención la recuperación del típico abrigo pluma elaborado en base al famoso acolchado con el que la maison elabora sus míticos bolsos 2.55, icono de la firma, y las prendas de corte recto y oversize, una tendencia que viene pisando fuerte pues no es la primera firma que los ha recuperado para esta pasarela de París. En cuanto a la paleta cromática, Lagerfeld sigue fiel a su pasión por el gris y el negro, aunque en esta ocasión se ha dejado embaucar por los tonos metalizados, especialmente por el bronce, y algún destello de color de la mano de una amplia variedad de rosas y el rojo. Tampoco faltan los estampados, florales y, cómo no, de cuadros. Entre los tejidos, en esta la línea tan Chanel se lleva la palma el tweed, aunque también hay cabida para el cuero y hasta para el denim.