Léxico sincero

El origen ilustre del término pichula que ha puesto de moda Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa en 2013 en la Feria del Libro de Guadalajara

Mario Vargas Llosa en 2013 en la Feria del Libro de Guadalajara

Cuando en el relato Los vientos Mario Vargas Llosa alude a su personaje de lamentarse por haber pensado "con la pichula" en lugar de la cabeza, para cambiar inesperadamente de amor (tiro en dirección a Isabel Preysler)  pone en valor para el idioma español un sustantivo vulgar, pero de antigüedad venerable, para mencionar al miembro viril. La pichula se usa, con perdón, sobre todo en Chile y Perú. Ahora es una palabra que se ha puesto de moda en el resto del orbe hispanohablante.
  
Parecería que "picha" (o con pronunciación fricativa, "pisha") es un término gaditano, desde donde viajó a América y donde de forma más cotidiana y cariñosa se utiliza la palabra y que llega a convertirse en comodín de expresiones. Es un término de origen medieval que está bien extendido e introducido  allá donde llegó el castellano. Nació en el Norte para quedarse en el Sur. "Picha", otra vez con perdón, es una palabra de raíz onomatopéyica que alude así a lo que "hace pis", es decir, "psss". De hecho, al tener en la boca el "pisha" todo el rato nos acercamos más a la pronunciación romance de hace mil años.   
Esta expresión genital empalmó con "pijo" o "pija" o el  "pixar" (no el Pixar de Toy Story), que es mear en catalán. A lo largo del mapa americano fue tomando su expresión particular, como es "pichula", prima hermana de "pichurra" y por tanto del "churra" que también tiene unas parecidas utilizaciones semánticas en el lenguaje de la calle. De la popularidad de la picha tenemos incluso un dibujante y cineasta que luce dicho apodo, el belga Jean Paul 'Picha' Walravens. Sí, es verdad.
Incluso hay 8 españoles que se apellidan Picha, según el INE, probablemente de ascendencia peruana, y otros 16 que lo lucen como segunda apellido. Con toda razón a estos paisanos sí se les puede decir  "¿cómo estás, Picha?"
A su vez, desde la literaria "pichula", hay otros usos derivados de esta palabra que se le da a lo largo de América. Así tenemos el término "pichado", que significa enfadado, enojado (tal vez por tener la cara colorada en pleno mosqueo). Esta derivación de picha (con perdón de nuevo) se usa en Chile, Argentina o Paraguay. Pero si el individuo sudamericano está más airado aún también se le dice "repichado" (o "repichada", claro). Doblarse en enojo y sonrojo. "Picharse", ponerse morado de ira, es, por tanto, un verbo de carácter popular que significa enfadarse.
El sustantivo "pichadura", a su vez, es también sinónimo de cabreo o de apuro. En el Cono Sur al pronunciar "Vaya pichadura" dejamos nuestros asombro con cierto tono de cabreo. Si se nos estropea el coche en la tarde del viernes, cuando íbamos a viajar en el fin de semana, lógicamente podríamos gritar "vaya pichadura". 
Tenemos también el término deportivo "pichanguear", que es jugar de forma informal sobre todo al fútbol, lo que en España hemos adoptado como "pachanguita". En los países del Caribe se utiliza también "pichar", pero este verbo de expresión deportiva no es por la pichula como la del relato de Vargas Llosa. Es por el verbo en inglés "to pitch" (lanzar). "Pichar" es lanzar la pelota, sobre todo en el béisbol, De ahí surge una expresión mejicana popular: "ni picha, ni cacha, ni deja batear", símil beisbolero de la actitud del perro del hortelano: ni lanza, ni recoge (lo que hace el 'catcher'), ni permite que se coja el bate.
Pero no nos hagamos la picha un lío: en la mayoría de los países americanos "pichar" es lo que usted y yo estamos pensando, que es darle un uso recreativo y retozador al miembro viril, lo que añora, sin ayudas químicas, el protagonista de Los vientos de Vargas Llosa.

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