Carmen Lomana

"Un pueblo que sabe guardar la tradición es digno de admirar"

  • La 'socialité' ha decidido vivir la Semana Santa en Sevilla donde, desde el Lunes al Jueves Santo, se la puede ver como una devota más en la ciudad.

"Ayer, mientras caía el chaparrón del siglo, pasó Carmen Lomana divinísima con taconazos y el pelo perfecto", "Carmen Lomana simpatiquísima en Plaza Nueva" o "Capilleo Social: Me informan que anoche Carmen Lomana era una capillita más en las bullas del Domingo de Ramos". Son sólo algunos de los muchos comentarios que, estos días, están circulando por las redes sociales en relación a la visita de Carmen Lomana a Sevilla. Una vasca que cada vez estrecha más sus vínculos con el Sur y que, instalada en el hotel Elvira Plaza de la capital hispalense, ha querido compartir con nuestros lectores sus impresiones sobre una Semana Santa la cual, aunque ya conociera con su marido hace muchos años, estos días está descubriendo realmente en profundidad.

-¿Por qué ha decidido realizar esta inmersión en nuestra Semana Grande?

-Tenía ganas de ir más allá de lo que se ve desde fuera y, gracias a mis amigos sevillanos, he tenido la oportunidad de hacerlo como una persona más.

-¿Algo que le haya sorprendido especialmente?

-Sorprenderme no pero sí me gusta la fe del pueblo a sus imágenes. La elegancia y el respeto que demuestran los hombres, por ejemplo, vestidos con traje y corbata. O lo bien que van los niños… Un pueblo que sabe guardar la tradición es digno de admiración. Lo que sí te digo que yo en concreto no puedo ponerme tacones porque me "despeño", con lo que llevo mis zapatos bajos para ir más cómoda (risas).

-¿Cree en Dios?

-En lo espiritual... En las energías. Puedes llamarlo Jesucristo o Buda pero ése es un sentimiento que hay que potenciar y cuidar porque nos diferencia de los animales. La fe ayuda tanto a vivir que, si no existiera la religión, habría que inventarla.

-¿Cuál es la hermandad que más le ha impactado?

-Las Cigarreras. Me encantó la Virgen… Y la Macarena, la Esperanza de Triana… Todas son preciosas… El domingo me emocioné mucho con la Amargura. Cuando la tuve delante de mí, no pude reprimir las lágrimas. Parecía como si me estuviera mirando. Luego el incienso, el fervor popular… Todo contribuye a que tus sentidos estén a flor de piel. De hecho, a quien no se le mueva nada con esto, es que no debe tener sensibilidad.

-¿Y la gente? ¿Cómo reacciona cuando coincide con usted por la calle?

-Es muy cariñosa. Me dicen cosas muy bonitas y me piden hacerse fotos. Me encuentro muy cómoda. Las casas son espectaculares. Muy musulmanas y muy andaluzas. Por fuera parecen normales y, cuando entras, descubres auténticos palacios, con ese culto al agua que viene desde tan antiguo… El olor a azahar… Todo es maravilloso.

-¿Ha probado la comida típica de esta época? Hay recetas muy sabrosas…

-Los garbanzos con comino y espinacas. Es mi plato favorito… Y los dulces de origen árabe como los pestiños… ¡Los adoro! En El Mesón de la Infanta los ponen riquísimos…

-Creo que el jueves se viste de mantilla para visitar los sagrarios, ¿no?…

-Sí. Con un traje mío. Como las joyas… Lo único que me prestarán será la mantilla.

-En su tierra, el País Vasco, no se celebra igual, ¿verdad?

-Se hace muy poco. Es una pena. Antes se organizaba el Corpus y lo quitaron. No sé qué está sucediendo allí. Es como si se estuvieran perdiendo las raíces y se viviera una especie de esquizofrenia que no sé dónde conducirá. Lo lamento por los paisanos míos pero es la sensación que tengo.

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