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Rania de Jordania cumple 50 años como referente de elegancia y activismo social

Rania de Jordania, durante un encuentro en junio con cocineras de Bilforon.

Rania de Jordania, durante un encuentro en junio con cocineras de Bilforon. / Rania de Jordania Instagram

Nada en Rania de Jordania es corriente. Su belleza, elegancia, inteligencia y activismo social la distinguen, muy por encima, del resto de soberanas del mundo. Aquella niña nacida en Kuwait hoy cumple 50 años convertida en uno de los referentes femeninos más destacados del mundo árabe por su defensa de las mujeres, niños y refugiados. Además, la hija del médico Faisal Sedki Al-Yassin e Ilham, es la mejor embajadora de Jordania, país que la acogió con los brazos abiertos cuando en 1993 contrajo matrimonio con un joven Abdalá, que asumió el trono tras el fallecimiento de su padre, Husein I, y sobre el que estaban puestas todas las miradas por ser hijo de la británica Antoinette Avril Gardiner.

Rania supuso una bocanada de aire fresco en la corona jordana, una mujer de origen palestino educada en la New English School de Kuwait que, lejos de terminar su formación en un país occidental, obtuvo su licenciatura en Administración Empresarial en la American University de El Cairo. Aquella joven belleza era una mujer moderna, preparada e instruida para buscar su propio lugar en el mundo, un ejemplo para millones de mujeres árabes. Trabajó para la banca y empresas tecnológicas como Apple en Ammán antes de conocer al amor de su vida.

Un flechazo y una cena

Dicen los que conocen su historia de amor que lo suyo fue un flechazo. Fue durante una cena de amigos en agosto del año 1992, tal y como se atestigua en Nuestra última oportunidad, una autobiografía del rey Abdalá II. "En cuanto la vi, pensé: ¡Caramba!”, relató en el libro el monarca, que tuvo que idear todo un plan con un amigo para convencerla de su primera cita. De aquel primer encuentro, en el que el joven soberano cocinó para su amada, nació una relación que, pocos meses después, se convirtió en compromiso. Él pidió su mano en Tel- al-Rum, un bello paraje a las afueras de la capital, y ella respondió afirmativamente en silencio con una sonrisa. Meses después de la subida al trono de su marido en 1999, ella fue proclamada reina.

La pareja contrajo matrimonio el 10 de junio de 1993. Rania eligió dos modelos de Bruce Oldfield, para el intercambio de votos, un vestido con velo de seda, y un look sin mangas y en forma de V para la ceremonia en el Palacio Raghadan. Hace apenas dos meses, la soberana celebró en redes el aniversario de aquella fecha: “¡Cómo no enamorarse de esa sonrisa, una y otra vez durante 27 años! ¡Tan afortunada y agradecida de tenerte a mi ladro, feliz aniversario”, escribió junto a una foto de ambos.

Un año después nació su primer hijo, Hussein, graduado hace cuatros años en Historia Internacional por la Universidad de Georgetown. En 1996, ampliaron la familia con Iman, una apasionada del atletismo educada en la misma facultad que su hermano, al igual que Salma, que el próximo 26 de septiembre cumple 20 años. El último de los hijos del matrimonio, Hashem, de 15 años, es el segundo en la línea sucesoria al trono.

El islamismo radical, su peor enemigo

Su defensa del empoderamiento femenino no es bien recibido por el islamismo más radical. En febrero de 2011, coincidiendo con las revueltas en Túnez y Egipto, las críticas arreciaron por su estilo de vida lujoso y obligaron a la Casa Real jordana a rediseñar su papel e, incluso, la vestimenta.

Además, tampoco está bien vista su intensa actividad en las redes sociales o su canal de YouTube, donde muestra todas las iniciativas para apoyar a colectivos más vulnerables como los niños y los emigrantes. En más de una entrevista, al soberana ha insistido en sus deseos de ser juzgada por su labor y trabajos sociales, no por sus estilismos, y lejos de lo que pudiera parecer, afirma no anhelar ser el centro de atención.

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