Jerez

Cayendo bajo la lluvia

 Venía hacia la redacción cuando de pronto, a la altura del Minotauro, una mujer de unos sesenta años ha pegado un resbalón que le ha hecho caer de cara. El susto se extendió entre los presentes. El chico que repartía panfletos de un kebab tiró los papelitos por los aires en el intento de rescatarla. El camarero, que recogía mesas, soltó los trastos para acudir a auxiliar. A mí me pilló con la maleta de viaje, el bolso, paraguas, todo acabó en el suelo por atender a la víctima del resbaladizo suelo. El resultado: nada grave. Gafas rotas, heridas en el rostro, el mareo típico del momento y llantina correspondiente al verse rodeada de tantos desconocidos prestándole atención. Tras abandonar la escena, con mi correspondiente papelito del citado Kebab (el chico no perdió la ocasión), me reafirmé en que ¡Menudo coñazo la lluvia! Será necesaria pero, aguantar los pies empapados, cargar con paraguas, jugártela en resbalones... por mí, que llueva, pero que sea sólo encima de los embalses.

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