La Dirección General de Tráfico es el organismo encargado de velar por la seguridad vial de todos y, a la vez, de proponer ideas descacharrantes para regocijo del personal: la penúltima es insinuar que va a subir el límite de velocidad en las autopistas cuando, hace un año, aproximadamente, se hacía justamente lo contrario. ¿En qué quedamos? Si hace un año decían que ir a más de 130 km/hora repercutía en nuestra seguridad, agravaba la crisis —ante la mayor importación de combustibles— y deterioraba el medio ambiente, no sé por qué ahora quieren aumentar el límite. A menos que alguien trinque por cambiar las señales cada dos por tres, estas contradicciones no las entiende nadie; aunque aviesas personas insinúan que el motivo del posible cambio es que la mayoría de las concesionarias de las nuevas autopistas —en Madrid hay varias radiales de pago— están tiesas y quieren favorecer su uso al permitir correr más. Qué país... Luego quieren que la UE nos tome en serio.
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