Tierra de nadie

¡Demasiada tolerancia con los extremismos...!

¡Demasiada tolerancia 		con los extremismos...!

¡Demasiada tolerancia con los extremismos...!

Lo dijo Teresa May, pero, me temo que llegas tarde, Teresa. Creo que casi todos hemos llegado demasiado tarde. Tarde para valorar la vida, para alcanzar una ética sostenible y practicar la moral que le es coherente, tarde para asumir la tolerancia como imprescindible, la solidaridad como necesaria y el respeto como indispensable; tarde para ser capaces de defendernos con éxito de todos los que se empeñan en impedirnos vivir de acuerdo a estos principios, tarde para poder aislar la maldad hueca, esa que sólo sirve a la búsqueda enfermiza del mal ajeno como pócima de una satisfacción, tan efímera, que nunca llega.

Mientras tú, Teresa, representante de un país democrático, culto y civilizado, clamas contra la excesiva permisividad en materia de seguridad en nuestra sociedad mojigata y decadente, hay a tu alrededor quien dice, y seguirá diciendo, que el error ha sido nuestro, que hemos sido nosotros quienes hemos puesto demasiadas trabas a la inmigración clandestina, nosotros los que no entendemos los problemas de quien, desde su tierra, viene a la nuestra a matarnos, nosotros los excluyentes, los intolerantes, los racistas…

Hoy eres tú, ayer fue Hollande, la semana pasada Erdogan… Gran Bretaña, Francia, Turquía, Egipto, Estados Unidos, España, luego Irán, después otra vez Bélgica, una vez más Gran Bretaña…

Hablan de 'yihad', la guerra santa contra el infiel… pura mentira, como tantas otras. No hay más infieles que ellos mismos, ni más "guerra santa" que la codicia de unos y la miseria de otros. Es todo muy simple, como la vida misma. Se trata de manipular la Fe de aquellos a los que nada más les queda, del manejo ventajista de la desesperanza de los que ni eso tienen, de la utilización egoísta e interesada de la tragedia de quienes viven en la miseria, se trata, en fin, de la condición humana, esa que retuerce y desangra a los propios humanos.

Dicen, los desvergonzados 'maestros' que presumen de recorrer un camino de "sinceridad, sencillez y comprensión", que hemos equivocado los valores…, aunque hayan sido esos mismos principios los que nos han llevado desde la jungla en la que estábamos hasta la sociedad en la que estamos, por lo visto son desacertados. Los que enarbolan, para que la vean todos, la bandera de una solidaridad inventada y fingida, son esos nuevos pregoneros de la tolerancia integral que vocean consignas imposibles en pro de una convivencia que ni ellos practican. Saben gritar, fantasear, reclamar, empujar, mentir y arrasar, pero no saben responder, ni afrontar, ni asumir, ni arreglar, ni construir. No hay posibilidad sin respeto, ni futuro sin Ley.

Sólo hace falta una pizca de sentido común, algo de coherencia y un poco de determinación, para poner a cada uno en su sitio, o al menos para evitar que los que quieren el suyo y el de los demás no acaben por salirse con la suya. Lo digo, porque el enemigo lo tenemos en 'nuestras' filas, y no le importa nada más que conseguir lo que persigue.

Quien se atreve a dar lecciones, sin ser maestro; a presumir, sin ser; a mandar, sin obedecer; a dar ejemplo, sin base, motivo ni fundamento, le da absolutamente igual todo lo que a los demás nos importa. Como simple pero significativa muestra, un botón, uno más: se pusieron muy serios y parecían afectados, se mostraban compungidos, acudían cabizbajos a las embajadas de Francia o Gran Bretaña en Madrid para presentar sus condolencias por los atentados de Paris, Manchester o Londres. Eran, son 'ellos', los mismos que luego son capaces de defender a un dictador criminal como Maduro, el tirano de Venezuela. Son los Monedero, Iglesias, Garzón, o el traidor Julio Rodríguez -ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, ahora en 'Podemos'-, los mismos que pactan con los etarras y sus cómplices, los que apoyan a los partidos extremistas que los representan, los que defienden a terroristas criminales encarcelados con condenas a "miles" de años que deberían poder cumplir para pudrirse en sus celdas. 'Ellos', son los que hacen esto sin que se les ponga la cara 'colorá', sin sentir siquiera un mínimo atisbo de vergüenza, de pudor… Son el principio del problema, la génesis del desastre, el cubículo en el que crece y se hace fuerte el extremismo.

Si cuando los fanáticos no tienen el poder, dicen y hacen lo que haga falta para conseguirlo, cuando lo alcanzan ya no habrá circunstancia, condición, ni ley que les haga dejarlo. Mentirán, como ya hacían, falsearán, amenazarán, insultarán, encarcelarán y matarán, sin límite ni contención, como siempre han hecho, hasta que la Historia, una vez más, se tenga que volver a repetir y tengan que ser los mismos que antes les creyeron, les encumbraron y luego les sufrieron, y también los hermanos de los que a manos de 'ellos' murieron; los que, otra vez, terminen por echarlos, juzgarlos y encerrarlos... hasta la próxima.

Ser absolutamente intransigente con los extremistas es ser tolerante con la esperanza, apostar por el futuro y creer en la vida. ¿"Demasiada" tolerancia?, no Teresa, "demasiada" es mucha, ¡con los extremistas tolerancia cero! No os queremos, a ninguno, ¡fuera!

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