Tierra de nadie

Echenique

Echenique.

Echenique.

Hablamos de todo un ‘elemento’. Personaliza el cinismo más obsceno que se pueda encontrar. Echenique, Secretario de Organización de Podemos España, representa casi todo lo indeseable, las ‘cualidades’ que atesora este individuo son las que nunca querríamos tener que ver en alguien que se dedica a la política, es decir: a administrar los recursos de todos. Por desgracia, no sólo hemos de soportar su nefasta gestión, sino que nos vemos obligados a padecer sus continuos exabruptos, a sufrir las mamarrachadas que salen por su boca, a aguantar las incoherencias más populistas y embusteras que escucharse puedan…

Este ‘señor’, de acuerdo con el ‘Código Ético’ que con mucha pompa –alardeando de honestidad- y ninguna vergüenza –se lo pasan continuamente por el forro de sus pudendas partes- instauró el partido político al que pertenece: ‘Podemos’, debería haber presentado su dimisión hace mucho tiempo. En el referido Código, entre otras cosas se establece: “tendrá obligatoriamente que renunciar a su cargo cualquier miembro del partido condenado por un delito contra los derechos de los trabajadores”. Pues bien, el Juzgado de lo Social número 2 de Zaragoza ratificó la sanción contra Echenique por “la contratación irregular de su asistente”, es decir: que el “muy ético” de Echenique, como saben, contrató a su asistente y no le dio de alta en la Seguridad Social, para ahorrase unos cuantos duros… ¡Una actitud plena de altruismo y de respeto hacia los compañeros trabajadores!; un comportamiento, ante todo, social, equitativo, justo y… muy comunista; un modelo de solidaridad, de cumplimiento ejemplar de las normas, una muestra más de la integridad, de la intachable y decente coherencia tan habitual entre los líderes de la extrema izquierda populista y dicharachera, ¡qué bien, Echenique, eres un crack ‘colega’, un auténtico crack!; porque, claro, Echenique no dimitió.

Sobrado de autoridad moral, satisfecho por lo edificante de su actitud, nuestro simpar representante de las clases oprimidas emprende ahora otra de sus virtuosas campañas en favor de la Justicia social, que tan presente tienen siempre en el partido al que representa.

En Ávila hay una tal Pilar Baeza que se presenta, por ‘Podemos’, como candidata a la alcaldía de la hermosísima ciudad castellana. Baeza fue condenada por “complicidad en asesinato” a 30 años de prisión, de los que tan sólo ha cumplido 7 –‘ellos’ son de los que no quieren la prisión permanente revisable…-. Ante el revuelo y la indignación que la situación ha causado, el hermano de la víctima ha declarado que “se trata de una asesina fría, no lo digo yo, lo dicen los mismos forenses”; ella se presenta como ‘víctima’, ante lo que dice ser un “linchamiento mediático por ser mujer” -¡alucinante!-; y Echenique, cómo no, ha salido en defensa de Baeza porque, dice: “ocurrió hace 35 años…”; y digo yo: ¿por qué no le preguntas al que ya no está, si como sucedió hace 35 años, lo ocurrido no ocurrió? ¿Es que no hay otra persona para esa candidatura, es que hace falta volver a hacer sufrir a los que quisieron al fallecido, es que es necesario ser tan… infame?

Echenique nos dice cómo hemos de pensar, nos ‘enseña’ cómo tenemos que actuar, pontifica sobre el bien y el mal, da lecciones de ‘ética’ y nos instruye sobre la ‘moral…’.

Por muchas vueltas que le doy, no acierto a asimilar que pueda haber personas tan impresentables, me cuesta aceptar que la poca vergüenza y la más deleznable hipocresía lleguen a alcanzar semejante grado de vileza, me asusta que individuos de tal calaña tengan la opción de influir en nuestras vidas, que podamos estar sujetos a lo que se les pueda ocurrir a seres de este calado. La verdad, hay algo que no funciona, algo está muy mal en el sistema cuando personajes como este tienen abiertas las puertas del poder, mucho peor cuando, una vez visto lo que se ve, no haya modo de deshacernos de ellos y ‘enterrarlos’ en el más oscuro y perenne de los anonimatos.

Está claro que no podemos dejar a criterio de los que mandan que sean ellos los que decidan dejar de mandar cuando caen en el despropósito, cuando cometen errores imperdonables, cuando roban lo que es de todos, cuando mienten, falsean o traicionan; es obvia la necesidad de cambiar las leyes, de forzar a que esto deje de ser una un mal burdel de carretera en el que cada cual haga de su capa un sayo, se aplique aquello de: “a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga”, y luego: “si te he visto, no me acuerdo”. No, Echenique, no, ¡me tienes más que harto!

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