No queda duda que parece que a la Familia Real le han crecido todos los enanos que tenían por el Palacio de la Zarzuela. Todos -presumiblemente- somos iguales ante la ley. Lo que no se puede hacer bajo ningún motivo es tirar la piedra y esconder la mano, porque hablar es muy fácil y la realeza en España no está precisamente para tonterías. Si hay delito, por supuesto debe haber pena correspondiente, pero la absurda táctica de amenazar y pedir dinero para no hablar no deja bien, para empezar, al que lanza semejante requerimiento, en este caso Diego Torres. Digo yo que si hay una inculpación clara y concisa, más se gana en su posición yendo por el camino de la ley -esta vez, literalmente a poder ser- y mostrando las pruebas correspondientes que “extorsionando” (como ha definido el abogado de Urdangarín) y desafiando. Habrá que ver cuál es el próximo movimiento de este desagradable novelón.