Con frecuencia una de las mayores quejas que presentan los padres de los alumnos son las excesivas tareas escolares que éstos llevan para casa.
No es fácil posicionarse en términos absolutos del lado del trabajo en casa o del lado del descanso después del colegio. Este posicionamiento obviamente ha de venir determinado por las características particulares de cada alumno y de sus circunstancias personales y por tanto no debería ser adoptado sin una valoración especializada de la personalidad, motivaciones y aptitudes del alumno.
En términos generales, la actitud que deben adoptar los padres frente a las tareas escolares y en presencia de sus hijos ha de ser siempre positiva, ya que esta actitud será también la que adopten ellos. Cualquier menor, no sólo los más traviesos, preferirá tener la tarde libre de tareas y poder dedicarla al ordenador, a jugar con sus amigos o hermanos o a ver los programas infantiles de televisión. Tendríamos que considerar todas estas actividades como el complemento perfecto a las tareas escolares.
Recordando el principio básico de la educación -enseñar a los menores a valerse por sí mismos- las tareas escolares pueden y deben ser una oportunidad excelente para enseñarles a ser responsables, para que ellos mismos vayan regulándose.
Es también una oportunidad para enseñar a los alumnos que un esfuerzo habitualmente conduce a una satisfacción y por esto las actividades que resulten más placenteras para ellos tienen que estar condicionadas a la consecución de los objetivos académicos del día.
Cayendo en los tratos engañosos que nos proponen generalmente los alumnos, en su afán por hacer primero lo que más les gusta, sólo conseguiremos desperdiciar la motivación y la ilusión por finalizar sus tareas, así como la posibilidad de recompensar su esfuerzo.
Es un tema sobre el que hemos escrito en otras ocasiones la recompensa del esfuerzo, como método de motivar al alumno en lugar de esperar a los resultados. Esto nos permite explicar y educar en valores tan importantes para su futuro como la persistencia en la lucha por conseguir sus objetivos, por perseverar en sus estudios, por no decaer en la búsqueda de un empleo o incluso en la formación de una familia.
La búsqueda de recompensa y satisfacción a través del esfuerzo aumentará indudablemente las posibilidades de ser felices y de tener una vida con la que sentirse orgullosos y realizados. Sí, las tareas escolares al igual que otras muchas de las responsabilidades que vamos dando poco a poco a los menores, han de ser oportunidades educativas, para conseguir que se sientan bien, felices y orgullosos de ser quienes son.
No quiero finalizar sin recordar que tampoco es conveniente reforzar sólo un nivel muy alto de ejecución pues esto lógicamente bajaría la tasa de refuerzo o recompensa que recibe el alumno, generando desmotivación o en ocasiones alumnos excesivamente rígidos y perfeccionistas.
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