Jerez, tiempos pasados Historias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

La Feria de hace 80 años

  • Concurso de escaparates, carreras de caballos, alumbrado extraordinario, batalla de flores, corrida de toros y espectáculo de rodeo al estilo del oeste americano, entre otros festejos, configuraban el programa de la Feria de 1932, anunciada con un magnífico cartel modernista del pintor jerezano Carlos Gallegos.

Tal vez algún curioso lector haya pensado más de una vez en cómo sería la feria del año en que nació. ¿Quién que naciera en 1932, pongamos por ejemplo, escogido al azar, no ha sentido curiosidad por saber cómo era aquella Feria de hace ochenta años? Una Feria que fue proclamada con un precioso cartel del jerezano Carlos Gallegos García Pelayo y que seguía siendo fiel a sus tradiciones, dentro del marco, cada año más extraordinario, de su parque González Hontoria. Y así, no faltaron ni la clásica batalla de flores, ni las carreras de caballos, ni los espectáculos taurinos; aunque hubiera de suspenderse por lluvia, el segundo día, la anunciada novillada, con reses de don Juan Pedro Domecq (antes de Veragua), para los novilleros Antonio García 'Maravillas', Gitanillo de Triana II, que sustituía a Manolo del Pino 'Niño del Matadero' y Antonio Pazos; celebrándose, únicamente, la corrida que torearon los diestros Marcial Lalanda, Vicente Barrera y Manolo Mejías 'Bienvenida', que se las entendieron con toros de una nueva ganadería, antes de García Pedrajas, que debutaba como tal, en la plaza de Jerez, a nombre de los hermanos Ramón y Jaime Mora Figueroa.

Pero hubo también un original espectáculo, de caballistas y novillos, titulado 'Rodeo', cuyos componentes desfilaron aquella mañana por las calles céntricas, llamando poderosamente la atención del público, al formar una extensa troupe norteamericana de cowboys y pieles rojas auténticos, con amazonas vestidas a la usanza vaquera, montando todos ellos sobre caballos de pura raza californiana. Por cierto que una de estas bellas amazonas, durante la actuación, en la plaza de toros, sufrió una caída del caballo que montaba, siendo atropellada por un novillo, sin consecuencias graves, teniendo que ser atendida por los servicios sanitarios del coso.

En el cine Salón Jerez de la calle Doña Blanca, proyectaban una película de tanto éxito como la opereta sonora titulada El desfile del amor, que interpretaban los conocidos cantantes Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald, cantando ésta la célebre marcha de los granaderos que tanta fama le dio en todo el mundo. Y por las tardes, para los niños de la época, la pantalla se iluminaba con las aventuras del famoso caballista del oeste americano, Ken Maynard y su caballo Tarzán. Mientras que en el Villamarta echaban una españolada titulada El embrujo de Sevilla que era un auténtico bodrio.

La llovizna del primer día no favoreció mucho el lucimiento de la acostumbrada batalla de flores, en la que se llevó el primer premio la carroza que simulaba un gran elefante, presentada por el conocido joven Manuel Torres Pérez, y el segundo la carroza dedicada a Mickey Mouse fotógrafo, presentada por Enrique del Pino Balbontín, montada con la dirección artística del genial dibujante Ponito.

Como novedad hubo un concurso de escaparates, que hacía años que no se celebraba, en el que participaron casi todos los del centro de la ciudad, llevándose premios, entre otros, los de los Almacenes Tomás García, El Louvre, la tienda de tejidos de Diego Cano, en la Lancería, la relojería Piaget, la camisería Fedora, las dos ferreterías de la Lancería y la zapatería de Manuel Porro, en esta misma calle.

Muy cerca, en el número 29 de tan céntrica vía, se liquidaban mantones bordados a mano por muy poco precio; y en la calle Santa María, el fotógrafo Fiallo retrataba 'día y noche', según anunciaba; entregando por tres pesetas dos fotos de 28 x 24.

En la revista 'Xerez en fiestas' y en el diario 'El Guadalete', el escritor jerezano Alfonso Patrón, publicaba sendos artículos sobre Xerez, la feria y el turismo, alertando de la necesidad que nuestra ciudad tenía de promocionarse a escala internacional, señalando que "Xerez es una de las poblaciones que menos se han preocupado de hacer valer su mérito, contando con el trabajo y la curiosidad de los demás, sin grandes sacrificios para atraer y conservar el torrente de forasteros y extranjeros, que pueden ser y son siempre un chorro de oro". Y a este respecto pedía que el Ayuntamiento y el Ateneo se entendieran, para poder crear una potente campaña que atrajera gente, no solo a la feria, sino también a las bodegas y a conocer los numerosos tesoros artísticos de nuestra ciudad.

"No es posible -decía Patrón- que país que posee un tesoro de tal índole, no encierre bellezas insuperables como un nuevo Eldorado. Y el caso está en que en Xerez hay de todo. Hay vino generoso y hay el cortejo de todas las satisfacciones para que el curioso no se contente con dar un paseo por la feria, o una vueltecita por alguna bodega, únicamente. Que pasee un poco por la ciudad, que quizás su encanto le deje un sabor de maravilla".

La feria de 1932 fue todo un éxito. Incluso brilló ese año por su iluminación extraordinaria que llamó mucho la atención. Pero no serían esas luces las que deslumbraran a la vaca brava que, a la media noche del 27 de abril, escapó del Matadero y llegó hasta la calle Empedrada, en cuya finca número 20 penetró como Pedro por su casa, con la natural sorpresa y alarma para todos los vecinos. Hasta que pudo ser arrojada fuera, no sin destrozar antes una puerta, tres lebrillos y varias macetas del patio de la casa, más algún que otro susto y magulladura, a algún que otro vecino.

La vaca huyó velozmente hacia el campo, saliendo por la Plazuela a la carretera de Cartuja; escapando al tiroteo de la Guardia Civil que no pudo abatirla, y perdiéndose finalmente, en la oscuridad de la noche, sin que nunca más se supiera de ella.

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