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Rocío 2012

Final de la romería con cálida bienvenida de Jerez a los rocieros

  • La hermandad dejó Doñana al mediodía y puso rumbo a una ciudad que la esperaba para acompañarla en el tramo final

La hermandad del Rocío cerró la romería de este año llegando a la ciudad nueve días después de salir el miércoles camino de la aldea en su peregrinación anual. Fue un regreso que desde por la mañana ya venía marcado por la sensación de que todo estaba terminando, más aún cuando tras la última misa, la hermandad dejaba Doñana y pisaba de nuevo las arenas de Bajo de Guía. Mirada que se echaban atrás llenas de nostalgia de un Rocío que empezaba a decir adiós y un hasta el año próximo. Pero al mismo tiempo, con las ganas de reencontrarse con la ciudad y con la gente que esperó a la comitiva desde su entrada hasta que el Simpecado entró de nuevo en Santo Domingo.

Es el rito del final que se marca con instantes cargados de emoción y por supuesto, de ese romero cortado en el camino y que todos piden como un pedacito de Rocío para llevar a sus casas. Tras el desembarque, el saludo y preces en la capilla del Carmen en Bajo Guía; el Ángelus, la letanía de vivas rocieros, las sevillanas de siempre en el regreso y caminar hasta Ventosilla para el último almuerzo del camino, un rengue especial y concurrido por gente de Jerez que se desplazó a este paraje para echar un rato con amigos, o por parte de quienes no han hecho el regreso, sentir un rato más las sensaciones que deja el camino al romero aunque sea ya por el asfalto de la carretera del Calvario.

El guión de la entrada fue el acostumbrado, con la recepción en el Sanatorio, rezo ante la gruta de Lourdes y llegar a la basílica de la Merced donde las peñas 'El Viejo Simpecao' y 'Las Jarrallas' llenaron de pétalos de flores y de sevillanas el paso del cortejo rociero. Desde allí entró al centro por la calle Ancha y empezó a recibir las bienvenidas corporativas de diferentes hermandades de penitencia, y de forma especial por La Soledad, imagen que recibió ese mismo día una ofrenda floral de los pequeños de la hermandad y que se dejó ubicada en la escalinata del presbiterio para así recibir a los rocieros.

En Porvera y junto a la carreta del Simpecado, la muchedumbre avanzó buscando la alameda de Cristina, llegando a la misma esquina en la que el Nazareno entregó el cirio del palio del Traspaso, que ha estado frente al altar y al Simpecado cada noche y cada misa. Precediendo a la carreta principal estuvieron todos los carros y los vehículos que han hecho el regreso. Y por delante, la caballería jerezana siempre encabezada por el banderín de camino señalando el paso de la hermandad.

Tocó el adiós a todos ellos con el Simpecado situado frente a Santo Domingo y vuelto hacia Cristina para dejar pasar a toda la comitiva en una siempre emocionante despedida. Con el estandarte entrando en Santo Domingo se cerraba la romería no sin antes proclamar la fe rociera bajo las bóvedas del templo con la salve y más vivas a la Virgen.

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