Jerez

Francisco Juncal: "El policía se ha jugado la vida al entrar"

Francisco Juncal, junto a Pérez Andrada, jefe de la Policía Local.

Francisco Juncal, junto a Pérez Andrada, jefe de la Policía Local. / pascual

"Pensaba que eran policías. Iban vestidos de negro y con pistolas". Así relata el comienzo del atraco que sufrió ayer Francisco Juncal. Casi 24 horas después, afirma que fueron cinco minutos, aunque repasando paso a paso parece que fue "una vida". Si habla, como reconoce su hijo, dueño de la empresa, es porque quiere "dar visibilidad a la labor que realizan los agentes y para exponer que el trabajo de joyero tampoco es tan cómodo como parece". Él propio padre lo confirma: "Resalta la labor policial. Parece que solo están para ponernos multas, pero no. Si se tienen que jugar la vida, lo hacen. Me lo han demostrado".

Está muy agradecido a la labor policial, pero él también actuó con cautela. No sabe cómo lo hizo. Afirma que podría haber hecho otra cosa, pero le salió así. "Podría haberle dado al botón de la alarma que tengo aquí, pero no lo hice. Pensaba que si lo hacía quizás me iban a dar un tiro y dejarme aquí.Yo les decía que no quería problemas, que se lo iban a llevar todo. Prefería que se lo llevaran, aunque me arruine, pero la vida no la devuelven", dice. Su hijo, también llamado Francisco, ha visto las imágenes de lo ocurrido y dice que su padre actuó con mucha "serenidad" para lo que estaba ocurriendo.

En realidad, la suerte tuvo algo que ver en el desenlace del atraco. Para acceder a la joyería hay que llamar al timbre y que te abran desde dentro. Por eso los atracadores tuvieron que esperar a que un cliente llamara para acceder a la fuerza, empujando al empleado y al cliente que retuvieron. Sin embargo, el policía pudo hacerlo sin necesidad de llamar porque el azar hizo que la puerta, que normalmente se cierra automáticamente, no lo hiciera en esta ocasión.

El atraco ya ha sido reseñado en más de una ocasión. "Tal y como se publica en el periódico pasó", afirma el primogénito de los Juncal. Los disparos están en la pared y el suelo, señalados como si fuera una escena cualquiera de una película policíaca. Además, el teléfono no para de sonar en toda la mañana. Es imposible hacer dos preguntas seguidas sin que los dueños tengan que atenderlo; porque se ha enterado todo el mundo y quieren mostrarles su apoyo. "Llevamos 20 años aquí en el barrio y nos sentimos muy queridos", afirma el menor de los Juncal, que cuando sale a la calle recibe el beso de una vecina.

Desde ayer la tienda abre con total normalidad. El hijo trabajó por la mañana y aseguró: "Esto es como los atentados no hay que tenerles miedo". Su padre, que sufrió el atraco, tampoco tiene miedo y quiere ver las imágenes de lo ocurrido. No obstante, el menor de los Juncal la dificultad de su trabajo por este tipo de sucesos: "Vivimos en constate psicosis".

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