Jerez

Gótico doliente para adornar la Cuaresma

  • El Santísimo Cristo de la Viga fue la gran cita de la jornada al encontrarse este año presidiendo el altar mayor de la Catedral sin corona de plata ni potencias

Jerez amaneció en la jornada de ayer domingo con dieciséis estampas descritas en la hoja de ruta del cofrade. Funciones de besamanos que se extendían como un manto de hoja ancha de las Antúnez. Jerez ha evolucionado en el ámbito de las cofradías. Treinta años atrás, la ciudad, intramuros, acogía la belleza serena. Ahora también existe el extrarradio. Y las barriadas van tomando su lugar y su importancia. Su envergadura y su personalidad. En la pequeña capilla de los cofrades de Pasión estaban los titulares de la hermandad que, este año, según comentaba en este medio el pasado sábado su hermano mayor, conquistará el centro de la ciudad con humildad.

En La Granja está el lugar de origen de estos cofrades de Pasión. Y ahora se trata de la guapísima Virgen que tallara Romero Zafra, Mercedes de misericordia, la que estuvo ofreciendo sus benditas manos para los vecinos del barrio conquistado.

Sería imposible describir tanta hermosura. Como la que se pudo encontrar en el Calvario. Cristo ha muerto y está recogido en tan histórica capilla. Nunca un duelo fue tan bello. Y lo es porque la Virgen de la Piedad llora hermosamente. Más allá estaban los buenos cofrades salesianos de la Redención. Con sus dos imágenes en función de besamanos para regocijo de sus hermanos de espíritu salesiano. En el santuario de María Auxiliadora de los cristianos. Un poco más allá, el populoso barrio de Las Viñas dejaba a su Cristo al pie del altar mayor de la parroquia para que Jerez entero se postrara ante su talla. Exaltación portentosa del Viernes Santo con olores azules y sabores a tierra fértil de albariza.

Mar adentro, el cofrade pudo encontrar la cita en San Mateo. La capilla de Santa Marta exponía a su Virgen de Penas Lágrimas junto al Cristo de la Caridad. Otra imagen desoladoramente bella de Cristo no muerto, sino dormido a la espera de la Resurrección.

Y la Virgen de los Dolores... Ella parece parar los tiempos en el santuario de San Lucas. Llena todo el altar y sobra el monte de roca que Esteban -cofrade con regusto para dar y regalar- sitúa como fondo de la pena bella de la Virgen. Echamos de menos al Señor Caído. Estaba en su capilla con las reja echada. Como si fuese posible separar al Hijo del Hombre de sus miles de devotos. Unas rejas que dejan pasar la oración callada porque no es posible poner cota al mar.

La Reina de los corazones lasalianos estaba en San José. Estrella sublime y llamarada de hermosura que tallara Sebastián Santos. Dicen que fue inspirada a través el rostro de su hija. Qué hermosa la Estrella, siempre acariciada con el olor del azahar de los naranjos del patio del colegio.

Humildad y Paciencia puso el tono trinitario en la jornada de ayer. Convento de la Trinidad en el que hace siglos se fueron los religiosos de hábito blanco. Sin embargo, el destino no logró que su espíritu se cesara. Humildad y Paciencia sobre la roca del calvario clavado en la misma historia del Jerez profundo.

Los hermanos de la Cena estaban de enhorabuena. Desde primera hora de la solemnidad de San José, San Marcos estuvo abierto. El espíritu del genial Ortega Bru sobrevoló por la ciudad en una jornada histórica en la que se cumplían cincuenta años del Señor de la Cena. Posiblemente el más elegante de Jerez. Tenía que salir de la genialidad del sanroqueño. Enhorabuena a sus hermanos por mostrarnos todo el conjunto escultórico, con todo su movimiento y su belleza. Todo montado con exquisito gusto cofradiero.

En la Catedral se dio cita el momento de día. En la nave central del templo jerezano reinaba el Cristo de la Viga. Sin potencias y sin corona de plata. Con una inscripción de INRI que perteneció al pasado. Cristo Santo, verdadera joya de la ciudad. Una estampa inédita que los cofrades jerezanos pudieron saborear en la jornada de ayer.

La Virgen de los Remedios culminaba una jornada para el recuerdo. Qué bella la puso César Díaz. Ciertamente que no es mérito del vestidor. Ella es tan fina que no es necesario mucho artificio. Pero ayer, los Remedios, estaba guapa. Más guapa que nunca si esta expresión es posible en tan bella talla. Se salía del marco. Qué hermosura de lamento y que belleza de pena. Con tan sólo su presencia, ya hubiera merecido una jornada de besamanos en la ciudad. Enhorabuena a sus cofrades por el buen gusto del besamanos. Podrán sentirse orgullosos de tener a una Virgen tan guapa, que con sólo mirar su rostro, se nos alivian las penas y se evaporan nuestras lágrimas.

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