La situación del casco histórico

Guerra entre vecinos y locales de copas por el ruido en el centro

  • La declaración de San Pablo, Vargas y El Clavo como Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) y la posibilidad de que se amplíe a otras zonas genera malestar entre los hosteleros

El gobierno local se encontró a su llegada hace dos años un asunto que llevaba tiempo generando polémica, el de la conciliación del derecho al descanso de los vecinos del centro con la proliferación de locales de copas en diversos puntos. Hasta hace pocos años, eran menos zonas del casco histórico las que atraían a clientes, especialmente jóvenes, hasta altas horas de la madrugada. Las batallas más sonadas se libraron en el entorno de San Mateo. Incluso el fenómeno del botellón provocó que surgieran 'patrullas vecinales' para acabar con el consumo ilegal de bebidas en la calle. Hoy el ambiente se localiza en lugares como la calle San Pablo, Plateros o la plaza Vargas. En este último espacio se acumulan varios locales donde, según denunciaban los vecinos y atestiguaba cada fin de semana la Policía Local, que los clientes a menudo consumían bebidas en la calle, especialmente en los meses de verano.

Desde el pasado día 30 de junio está en vigor la declaración de Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) en Vargas, San Pablo y plaza del Clavo, una norma de desarrollo local en base al Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía. Por el momento, el ambiente en los pubs ha bajado como consecuencia del verano, cuando hay menos gente en la ciudad, pero se siguen produciendo ciertas aglomeraciones. Esta declaración limita en diversos aspectos la actividad hostelera. Empezando por el horario de cierre, que oficialmente se recorta dos horas respecto del que aparezca en la licencia otorgado, excepto en los meses de junio, julio y agosto, que se recorta en sólo una. Asimismo, en ningún caso se podrán mantener terrazas a partir de la medianoche. Las actuaciones previstas por el Ayuntamiento contemplan también un aumento de la presencia de policías e inspectores municipales en estos entornos para que se cumpla el plan de actuación contra el ruido.

Consultados los propietarios de los bares, cuentan que se va a resentir la caja considerablemente. Hace unas semanas, la Asociación de Vecinos del Casco Histórico presentó una petición en el Ayuntamiento, sobre la que aún no existe pronunciamiento, para que la ZAS se amplíe a plaza Rivero y calle Tornería. "Aquí peligran muchos puestos de trabajo", cuentan unánimemente propietarios de los establecimientos El Tabanco, El Aire de la Calle, Kung Fu, Café Copas Tornería, El Aire de la Calle, La Tasca de Flores y la Bodeguita Ibérica, reunidos para la elaboración de este reportaje. "Están en juego puestos de trabajo, aunque al Ayuntamiento le da igual porque no va a cambiar mucho la cosa que se vaya la gente a la calle con tanto paro que hay porque ni se va a notar", explica uno de los dueños. "Es muy grave, muchos nos vamos a plantear el cierre", resumen.

Si bien no es a raíz de la declaración ZAS, los propietarios de Rivero aseguran que ya han notado un mayor control por parte del Ayuntamiento de sus actividades. De hecho, este año no se están organizando los ciclos de pequeños conciertos que amenizaban el ambiente en la plaza. "Llevaban 20 años organizándose y este año nos han dado problemas desde mayo, cuando el sábado del Mundial de Motos tuvimos que cancelar una actuación porque ya con la que habíamos hecho el viernes nos amenazaron con multarnos a todos si se volvía a repetir. Un fin de semana de motos, que lo que más se escuchaba era a los moteros haciendo ruido", cuenta uno de los hosteleros más veteranos de la zona.

El pasado mes de junio, según el Ayuntamiento, se explicó a los hosteleros el procedimiento a realizar para que volviera la música a la calle. Las explicaciones recibidas no sentaron bien. "No se van a poder poner este año", dice uno de ellos, quien asegura que fue el único que habló con Urbanismo, "y porque yo quise ir, aquí nadie se ha interesado por nuestra situación más allá de que vinieran la policía. No se han hecho estudios acústicos para prohibirnos nada. Es que no molesta, es música de ambiente que atrae a muchos clientes. De un verano para otro, el hecho de que no haya actuaciones lo estamos notando muchísimo". En uno de los bares cuentan que han mandado ya a casa a uno de los camareros que habían contratado, y en otro, que si sigue así la cosa tendrán que cerrar.

Lo mismo señalan desde 'El Duplicado', en plaza Vargas, pues aseguran que han estado expuestos "a un acoso policial" durante años. "Hemos intentado hablar con los vecinos, incluso hicimos reformas hace unos meses para poder servir tapas. La cosa se ha estado calmando, pero ahora aplicándonos la norma de las ZAS estamos al borde del cierre porque ya no sale rentable si acabamos tan temprano. Este pasado miércoles tuvimos parado a un coche de la Policía Local delante cuando no había nadie, y eso lo pagamos todos con nuestros impuestos. En lugar de fomentar el centro, se lo van a cargar. El Ayuntamiento da licencias y nos cruje a impuestos para esto", indican.

Los argumentos económicos, el derecho a la actividad hostelera, se confronta con el derecho al descanso del vecindario. "Nosotros no somos hostiles a los bares, sólo queremos que se cumpla la ley, algo que no se ha estado haciendo", cuenta Alejandro González, de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico. "Es el gobierno local el que tiene que mediar, el que tiene que tomar decisiones. Al final creo que se irán llegando a acuerdos que no dejen contentos ni a los bares de copas ni a los vecinos, pero sí que exista más convivencia", señala. González explica que si no se ha pedido la declaración de la ZAS en calle Consistorio o Plateros es "porque no tenemos asociados allí por ahora, nosotros no actuamos de oficio, sino a petición de la gente. Por eso hemos pedido que se declare plaza Rivero". Respecto a las zonas donde ya se aplica la restricción, señala que "en plaza del Clavo no se ha notado apenas, en estos primeros días en los que está en vigor esta norma se ha seguido molestando a los vecinos. Es verdad que en el tema de la plaza Vargas ha sido diferente, porque ya hacía un tiempo que se había calmado la cosa".

En concreto, lo que piden desde la Asociación es que se cumplan las normas. "Ellos son responsables de que alguien salga con una copa de su local, no deben permitírselo a los clientes. Y tienen que respetar el horario de cierre, porque han estado abiertos más allá de las horas que se contemplaba en sus licencias, independientemente de la norma nueva del ZAS", dice González. Los hosteleros lo niegan. "A mí a las doce menos cuarto del fin de semana a pasado ya me estaba pidiendo un policía que retirara la terraza, aquí al menos nunca hemos cerrado más tarde", cuenta un propietario de plaza Rivero.

Según el presidente de la asociación de comerciantes Asunico, Manuel García, "es una auténtica barbaridad el asunto de las ZAS, porque parece que sólo tienen derechos los ciudadanos, ¿pero dónde queda el de los empresarios? Los están pisoteando. Creo que debería de haberse trabajado un poco más el asunto, tendríamos que haber llegado a un acuerdo los hosteleros y los vecinos. Tenemos que reflexionar sobre qué centro queremos, porque hasta hace poco daba auténtico miedo pasar por las noches y la hostelería es lo que le está dando vida". García subraya que "ni siquiera es cuestión de todos los vecinos. Cuando se quejan uno o dos se inicia todo esto y machaca a zonas que están funcionando. Si seguimos así, al final se ampliará la limitación a todo el centro".

La declaración de las ZAS tiene vigencia de un año. Cuando se acerque el final del plazo de esta figura administrativa, el Ayuntamiento deberá decidir si prorroga la restricción o no, realizando nuevos estudios acústicos. "Para nosotros puede ser la puntilla ahora que el centro estaba mejorando. Tenemos que reunirnos todos los afectados para hacer fuerza", dicen en los bares. "Si ellos pierden puestos de trabajo, a nosotros nos afecta al nuestro si nos levantamos a las siete de la mañana para ir sin haber podido descansar porque alguien en su bar no respeta las normas", sostiene González.

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