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Consejos de psicología

Hermanito querido, hermanito odiado

Podríamos definir los celos como una emoción que tiene su origen en el miedo a perder el cariño y la atención de la persona amada, acompañada a menudo con envidia y resentimiento hacia quien se percibe como rival.

El nacimiento de un hermano menor en la familia es un momento propicio para que nuestros hijos presenten celos. En estos casos, los críos pequeños ven peligrar la relación existente entre ellos y sus progenitores por la llegada de un "intruso". Sienten que pueden ser destronados y perder el monopolio del cariño y atención recibidos hacia el momento.

Comienzan a mostrar inseguridades, regresiones a etapas anteriores de su infancia, apareciendo de nuevo conductas ya superadas como el orinarse encima o emitir un habla parecida al del bebé.

Suelen aparecer también llantos, rabietas, respuestas hostiles hacia el nuevo hermano, etc. En instancias extremas pueden somatizar presentando vómitos, insomnio, dolores, mareos así como completa falta de apetito.

Es una respuesta que, dentro de ciertos parámetros, resulta normal. En determinados factores y, sobre todo, en la gestión por parte de los padres de la situación, radica el éxito en la resolución del problema.

Para que los celos no se vuelvan patológicos debemos hacer partícipe al hijo mayor de las necesidades del bebé, sintiéndose aquél útil y necesario en el desarrollo de su hermano. A su vez que creamos complicidad con él en la consecución de un objetivo común. Queda dado por supuesto que es necesario seguir dando el mismo cariño a los mayores y no variar en la medida de lo posible las rutinas establecidas hasta el momento.

Como decíamos anteriormente, el comportamiento de los progenitores a partir del nuevo nacimiento es el que condicionará la aparición de celos en el niño.

Hay dos momentos en los que deberíamos prestar especial atención: el nacimiento del hermano y el momento en que el menor comienza a hablar. En ambos casos los padres prestarán más atención al menor de sus vástagos pudiendo, inconscientemente, desplazar al mayor.

A los cambios en las relaciones paternos-filiales con la llegada del hermano los llamaremos variables desencadenantes, es decir son las que disparan el hecho.

Aparte podemos comentar otras variables que se han estudiado al respecto. Por un lado variables predisponentes, las que pueden ir preparando el caldo de cultivo hasta la aparición de las desencadenantes. Entre éstas tenemos la edad del mayor, aumentando la vulnerabilidad de éste si el nacimiento ocurre en sus primeros cinco años de vida. La diferencia en la edad entre los hermanos. A diferencias mayores de tres años mayor dificultad de aparición de celos. Sumaremos también la composición familiar, el temperamento del crío y la relación preestablecida con los padres antes del nacimiento del hermanito.

Para finalizar, debemos tener en cuenta las variables de mantenimiento, son aquellas que determinarán si los celos se mantienen en el tiempo o desaparecen. Entre ellas la continua comparación entre hermanos, el aumento de órdenes y exigencias al mayor, así como promover conductas celotípicas dentro del núcleo familiar.

Pero como siempre señalaré, para todo en la vida, en el equilibrio está la virtud, y siguiendo las palabras de estudiosos en el asunto: "los padres deben caminar entre dos trampas; la de prestar tanta atención al menor que priven al mayor de la misma y la de ser tan indulgentes con el primogénito que se convierta en un niño consentido que sienta celos de la competencia del hermano". Equilibren.

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