Magdalena Garrido. Presidenta de la Orquesta de Jerez ‘Álvarez Beigbeder’

"Un país culto es más libre y España debería mejorar en cultura"

Magdalena Garrido, en Marruecos.

Magdalena Garrido, en Marruecos.

Magdalena Garrido Rodríguez (Valverde del Camino, 1953) acaba de regresar de Casablanca, del Congreso Eurochestries. Se describe como una persona sencilla, con gran capacidad de trabajo, amante de su familia y le inquietan los problemas de tipo social. Llegó a Jerez para estudiar Magisterio, ciudad en la que lleva gran parte de su vida y, de no haber sido en la localidad donde vive, "creo que no hubiera podido desarrollar este proyecto orquestal, gracias siempre a la iniciativa y propuesta de su fundador Archil Poschkua” (viola de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla).

–El Ayuntamiento de Jerez le acaba de conceder el III Premio del Día de Andalucía. ¿Ya era hora de que su ciudad de adopción le reconociera su labor al frente de la Beigbeder?

–Hace 22 años que la Orquesta se creó y su evolución es evidente. De una orquesta de formación se ha convertido en una orquesta de nivel y características profesionales de prestigio internacional. Mi gestión al frente de la orquesta, totalmente voluntaria, supone un enorme esfuerzo y, ya que los sofocones también van incluidos en el trabajo, es agradable que se reconozca la labor desinteresada en favor de la cultura.

–¿Qué puertas espera que le abra este galardón?

–Si mi galardón es un reconocimiento a un proyecto cultural que bien vale la pena, lo lógico es que se materialice en hechos. Exceptuando el Gran Teatro Falla , donde actuamos conjuntamente con la Coral de la UCA unas tres veces por temporada, no ocurre lo mismo en otros teatros de la provincia o de Andalucía, incluido el teatro local. Creo que hay que valorar los recursos artísticos existentes en la localidad y aparecer en las programaciones anuales de cultura. No tiene mucha lógica que la orquesta, casi siempre con sus escuetos recursos propios, difunda el nombre de Jerez, Andalucía, España, por el mundo si después no aparece en las programaciones de festivales, conciertos o actividades musicales. También necesitamos apoyo para sacar a la luz nuestro último e importante trabajo, el doble CD grabado ‘La pasión sinfónica de Beigbeder’, un costoso proyecto de gran envergadura artística y de organización, que va a suponer un legado de la obras de Germán Álvarez Beigbeder, su familia y la orquesta.

–No muchos saben que Manuel Alejandro es hijo de Germán Álvarez Beigbeder, que además es un defensor de su labor en la orquesta.

–Efectivamente, yo siempre voy diciendo que el gran compositor Manuel Alejandro es hijo de Germán Álvarez Beigbeder. En general es más conocido el hijo que el padre, por el tipo de música y tiempo en el que le ha tocado vivir. Fíjate que yo, desde pequeña, he adorado al cantante Raphael y sus canciones, cuyas letras y melodías tengo en mi memoria. La mayoría de esas canciones han sido compuestas por Manuel Alejandro y, lo que es la vida, al cabo de tantos años tenemos contacto a través de la orquesta. Siempre hemos difundido el nombre y obra de Álvarez Beigbeder y me satisface que sus hijos pongan en valor ese trabajo.

–Usted que ha recorrido mundo con la orquesta, ¿qué tiene que aprender España de la gestión cultural de otros países?

–En general, los países que hemos visitado (Francia, Bélgica, Eslovaquia, Rusia, Canadá, Estonia, China) tienen otro concepto del valor de la cultura e invierten más en ella. Se prioriza sobre otras cosas. Un país culto es un país crítico, más libre y menos manejable. España tiene muchísimas cosas buenas de las que tenemos que sentirnos orgullosos, pero en el aspecto cultural pienso que podría ser sensiblemente mejorable.

–¿Cómo han podido sobrevivir estos 22 años? Ahora encima tienen una cantera de músicos.

–Pues de milagro. En la etapa en la que la orquesta era una orquesta de formación, se mantenía de las cuotas de socios y de algunas pequeñas colaboraciones temporales de instituciones públicas. Nunca hemos tenido ayudas anuales estables y renovadas anualmente, como me consta que sí las tienen algunas orquestas de formación de otras provincias. La mayor ayuda que hemos tenido en todos estos años fue una de la Unión Europea que conseguí presentando un proyecto de Erasmus+ y con la que formamos la Orquesta Hispano-rusa Jerez-Togliatti. Conforme se fue profesionalizando la orquesta, ya no se pagan cuotas y todos los músicos profesionales cobran su caché y cotizan en la Seguridad Social. En cuanto a la Joven Camerata Jerezana, creada hace 6 años, se mantiene de las cuotas de socios.

–¿De qué se siente más orgullosa?

–De un proyecto nacido de ciudadanos de a pie, con premios nacionales e internacionales conseguidos con tanto esfuerzo y dedicación. Me siento orgullosa de haber trabajado con músicos y directores que hoy son grandes profesionales. Me siento afortunada de tener amistades repartidas por todo el mundo, de recibir el calor humano de músicos y familias que agradecen el trabajo altruista de tantos años. De haber tenido vivencias y experiencias que estarán en mi mente y en mi corazón mientras viva.

–Usted quiso estudiar Música y lo hizo, pero más tarde. Un sueño que ha visto hecho realidad en sus hijos. ¿Se imaginó alguna vez como presidenta de una orquesta?

–Qué va, ni mucho menos. Todo esto ha sido circunstancial a través de los estudios musicales de mis hijos (Salvador, violín y Ascen, flauta). Ya sabe que por los hijos se mueven montañas y yo voy aprendiendo conmigo misma cada día, con aciertos y errores, pero con un gran convencimiento de que mi tiempo y mi trabajo van dirigidos a un proyecto serio que merece la pena.

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