Jerez

Mercedes 'la del pañuelo amarillo', dos décadas de milagros renovados

Mercedes ya no podía más. "Llevo veintidós años haciendo el camino, hijo. Pero es que este año ya no puedo más", confesó al paso del coche del Diario de Jerez. Mercedes prosiguió hasta Ventosilla. Allí cayó rendida y tuvo que coger vehículo para acercarse hasta Bajo Guía, lugar donde esperaba su hermana. Cada año llegaba sobrada de fuerzas y con una sonrisa de autosuficiencia entre los dientes. "Pero tengo setenta y tres años. La edad ya pasa factura. Qué disgusto, Dios mío", se quejaba mientras pensaba que ese año no tocaba reír.

Mercedes es del Polígono San Benito. Nadie la llama ni su teléfono suena dos semanas antes de tomar el camino hacia el Rocío. Pero ella sabe que hay un miércoles en el que tiene que meter una manzana y un trozo de pan en su pequeña talega y hacer camino. "Me llaman la del pañuelo amarillo. O también la del delantal, pero ya no me lo pongo. Desde que el padre Alexis no viene a la romería no me lo pongo porque él era la salsa del camino".

"El primer cura que cogió su bastón y se hacía a las arenas. Recuerdo en una ocasión que una chiquilla se puso mala y no consintió que se reanudara la marcha hasta que no estuviera en perfecto estado de revista. El padre Alexis sí que es un gran rociero", aseguraba.

Cada año hay un milagro o un favor para pillar la manzana y el pan. Siempre existe un motivo. Este año era el niño pequeño de un familiar que le estaban ayer haciendo unas pruebas. Ella sabe del Rocío. Y de las fatiguitas que se pasan. Mercedes sabe también que no todos los milagros se cumplen porque su rostro está marcado por un sufrimiento.

Pero eso no es problema para que una vez al año el delantal amarillo lo lleve en su mochila, pese a que no venga con Jerez el añorado padre Alexis.

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