El autor de la pintada en el mosaico de la parroquia de Guadalcacín el pasado domingo, que además dejó en la puerta de la iglesia un perro muerto, resulta ser un vecino de esta entidad local autónoma, a la que llegó hace siete años procedente de Madrid, su tierra natal.

Su nombre es Rafael y las iniciales de sus apellidos son R.G. Según la Policía Local, tras la pintada y tras dejar al perro muerto en la puerta de la parroquia se negó a ser identificado y, de manera precipitada, se introdujo en su vehículo y se dio a la fuga poniendo en riesgo la vida de los numerosos vecinos presentes en la zona. Los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil le siguieron y le detuvieron.

Él lo matiza todo. Dice que su perro amaneció muerto tras ser atacado por otros perros y que perdió los nervios y se fue a la iglesia para preguntarle a Dios por qué había consentido eso.

Asegura que cuando empezó a pintar se arrepintió y lo que hizo fue dejar al perro allí. Y niega que cuando se fue pusiera en peligro la vida de otras personas.

Está en el paro, vive solo en una parcela cedida y estuvo un día y medio en el cuartel de la Guardia Civil. Ha sido multado con 900 euros y le han retirado el carné de conducir.