Juan Pedro Cosano. Abogado

"El caso de Pacheco es el que más me ha dolido ganar; no deseo la cárcel a nadie"

  • Los casos sonados le persiguen: El 'Cojo Manteca', el 'Padre Coraje', los asesores falsos, los ERE... Está más cómodo en la defensa, pues "meter a alguien en prisión no es plato del gusto de nadie"

-¿Cómo hace para estar en todos los 'fregaos'?

-Realmente no lo sé. La realidad es que en los últimos veinte años me toca asumir la defensa o la acusación de casos muy mediáticos, pero no es algo que se busque. Razones habrá para que lleguen y habrá que dilucidarlas alguna vez. Puede ser que sea casualidad. Ahora se cumplen 30 años desde que me colegié, yo digo que ya llevo más tiempo de abogado que de civil, y el primer cliente que me tocó de turno de oficio fue El Cojo Manteca. Salimos en todos los telediarios y, a partir de entonces, la verdad es que me han tocado casos muy sonados, como el de la alcoholera de El Puerto, que también abrió los telediarios, el 'caso Holgado', el Xerez, El Indio, el crimen del marqués de Cádiz, 'el asesinato del hippie', los asesores de Pacheco, los Ruiz-Mateos, los ERE... En fin, no tengo memoria para recordarlos todos.

-¿Está más cómodo acusando o defendiendo?

-Me gusta más la defensa y además es más fácil. En muchas ocasiones defender es estar a la expectativa porque pesa sobre la acusación la obligación de acreditar los hechos que se imputan a una persona. Me gusta más la defensa, aunque en los últimos tiempos, en los casos más mediáticos me ha tocado ocupar la acusación. Pero donde el abogado se siente más abogado y está más a gusto es en la defensa.

-Ahora el protagonismo se lo llevan los jueces.

-Si le pido que me diga el nombre de cinco jueces estrella, seguramente tres están inhabilitados. Creo que es un indicio de lo que significa ser juez, cuya característica fundamental es la prudencia. Pero difícilmente se puede compaginar la prudencia con el estrellato. Me dan pánico los jueces que actúan en función de corrientes mediáticas y protagonismos personales. Conozco a cientos, por no decir miles de jueces y la mayoría son personas con una formación exquisita, con una prudencia extraordinaria y con un respeto profundo a su profesión y a la Justicia. Los jueces estrella me producen urticaria.

-¿Cómo lleva los impagos por la crisis?

-Ahora decimos que tenemos el doble de pleitos, uno es llevarlo y otro, cobrarlo. No se puede generalizar ni hacer un drama de ello, y es cierto que hay personas que se escudan en la crisis para no pagar, pero la mayoría es leal con el abogado, al igual que se le exige lealtad al abogado.

-¿Cuál ha sido el caso más difícil de su carrera?

-Técnicamente hay muchos casos, unos conocidos y otros no, que han sido extremadamente difíciles. Luego cada uno tiene su espinita o su pesadilla que te quita el sueño. Recuerdo uno de agresión sexual que defendimos hace ocho o nueve años, 'la violación del hospital' se llamó en prensa, en el que tenía una certeza absoluta de que nuestro cliente era inocente y, además, estoy convencido de que demostramos en el juicio que lo era. Por aquel entonces se empezaba a hablar de la violencia de género y nos encontramos con que esta persona fue finalmente condenada a siete años de prisión. Si hubiera confesado ser el autor, en lugar de siete años habría cumplido tres o cuatro, pero se negó a confesar un delito que no había cometido y cumplió la pena íntegra.

-Violencia de género y presunción de inocencía hacen mala pareja.

-En esos casos se invierte el papel, es decir, tengo que demostrar mi inocencia. Toni Cantó -diputado de UPyD- vino a decir no hace mucho que en los asuntos de violencia de género hay un porcentaje altísimo que es falso. Yo suscribo plenamente esas palabras, y lo hago en base a mi experiencia profesional y en base a los comentarios que me han hecho funcionarios del Juzgado de Violencia de Género, fiscales y magistrados. Un porcentaje altísimo, aunque nunca lo vamos a saber exactamente porque las estadísticas oficiales no quieren reflejarlo, es falso; son denuncias que se presentan con intereses espurios, como una mejora de las condiciones económicas o se busca hacer daño o alguna ventaja en el régimen de visitas. Eso no quiere decir que no existan muchos casos que son verdad, pero la cantidad de denuncias que no son verdad en ese ámbito está poniendo en peligro un sistema que puede ser bueno de protección a la mujer. Hay que proteger a la mujer, pero el sistema judicial no puede perder tiempo en función del género del denunciante y del tema que se denuncia.

-Pero la presunción de inocencia, en general, es cada vez más frágil.

-Todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario y, por tanto, no se deben adoptar contra los inocentes las medidas que están reservadas a los culpables, como por ejemplo la pena. Hoy en día estamos viendo, y tenemos un ejemplo muy cercano que me afecta -en alusión a la prisión preventiva del propietario de Uniter como imputado en el caso de los ERE-, como se pretende dar satisfacciones extraprocesales e intentar que se cumpla anticipadamente una pena a personas a las que no se respeta la presunción de inocencia. Ese cajón de sastre que era el concepto de la alarma social, ya suprimido y con la que antes se justificaba la entrada en prisión preventiva, ahora lo es el riesgo de fuga, aunque desde Roldán -Luis, ex director de la Guardia Civil-, creo que nadie se ha fugado en España. La presunción de inocencia existe en la práctica, pero en muchas ocasiones se atenta de forma flagrante contra la libertad.

-¿Y cuál es el caso que más le ha dolido ganar?

-Por cercanía, el juicio de Pacheco. Yo asumo la acusación en nombre del Ayuntamiento en el 'caso de los asesores' dos semanas antes del juicio porque me va la marcha. Acepto y me encuentro con una petición terrorífica: tres delitos de malversación, 18 años de cárcel. Ya antes del juicio dije que iba a bajar drásticamente la petición y cuando hice la calificación definitiva, intenté por todos los medios bajarla, pero técnicamente no pude bajar más de cuatro años y medio, que es la pena mínima. Es doloroso porque yo con Pacheco he tenido muchos problemas personales, políticos y profesionales, pero no le deseo a nadie la cárcel y meter en prisión a alguien no es plato del gusto de nadie. Si el Supremo confirma la sentencia y el Constitucional no suspende su ejecución, y los indultos después de las últimas experiencias es un mecanismo que se va a limitar mucho su uso, nos podemos encontrar con que estas personas entren en prisión. Para mí no sería agradable, no disfrutaría con ello aunque no tenga una buena relación con Pacheco, que sí tengo con José López -el ex concejal y uno de los asesores condenados-. Desde un punto de vista criminal, creo que es un delito penado de forma excesiva. Habría que delimitar distintos tipos en la malversación. No es igual robar, meter la mano en la caja pública, que efectuar contratos torticeros que supongan un uso indebido de los caudales públicos.

-Hoy está a un lado, pero mañana puede estar al otro.

-Por deontología profesional no puedo ir en contra de mi cliente, que es el Ayuntamiento. Puede ser que tenga que defender a unas personas de otro signo político, pero no para ir en contra del Ayuntamiento. Los abogados somos putas de lujo, nos acostamos con quien nos paga y yo no elijo a los clientes por su signo político. Sólo tengo prohibido en el despacho defender a traficantes de droga.

-Traficantes no, pero sí empresarios de la prostitución y son dos mundos que muchas veces se entremezclan.

-En este caso, y hablo de la familia Galán, no hay ninguna imputación ni por aproximación ni por sospecha de delito de drogas. Se les acusa del delito de prostitución, que es obligar a otras personas a prostituirse. Sentencias del Supremo en situaciones similares dicen que cuando la prostitución es un acto libre de la persona no es sancionable con independencia de concepciones morales, de creencias éticas. Que una persona se quiera prostituir y otra le da el espacio donde hacerlo no es delito. Pues a pesar de eso, llevamos tres años y medio en los que el juzgado, a instancias de la fiscalía, sigue insistiendo en que hay delito porque la mujer se encuentra en un estado de necesidad y pese a que la mujer diga que quiere ser prostituta porque gana mucho dinero. No es mi función enjuiciar si eso es más malo, más bueno o regular. Mi función es intentar que se aplique la ley adecuadamente.

-El 'Caso Holgado' prescribe en 2015, ¿qué es lo primero que le viene a la cabeza?

-La insatisfacción por no saber la verdad de lo qué pasó ese día de noviembre de 1996 y la impotencia por no haberme dejado terminar un trabajo que creo que hicimos bien. A mi se me quita de la acusación de este caso por causas no jurídicas, un enfrentamiento entre los cónyuges en el que no quiero abundar, pero nos fuimos habiendo ganado el recurso de casación del Supremo, que además creó, no jurisprudencia porque al final se revocó ese criterio, pero sí doctrina porque se escribieron ríos de tinta sobre la sentencia del Padre Coraje. No se me dejó terminar ese asunto pero sigo teniendo muchas dudas sobre si las personas imputadas fueron los autores. Había muchos indicios contra ellos y testigos que decían que habían sido ellos, existía el miedo normal en el submundo de Jerez por aquellos tiempos en el ámbito de la droga, pero una prueba que nos diera la certeza absoluta, no. Sospechas las había y las sigo teniendo, pero certeza, no. Ese asunto me trajo muchas satisfacciones y muchos problemas, y además no lo cobré. Lo tengo como un asunto técnicamente bonito.

-La política, ¿se ve mejor desde el tendido?

-La política ni se ve desde el tendido.

-Pero usted, que ha estado en primera línea de la política, se llevará las manos a la cabeza con todo lo que está saliendo a la luz. ¿O no?

-Sí, pero me llevo las manos a la cabeza, no por lo que está pasando, es decir, no por lo que transmiten los dos o tres grandes asuntos que están en boga hoy. Por ejemplo, en el caso Bárcenas creo que hablamos de corrupción individual, al igual que en Filesa, por no ser partidista, pudo haber también corrupciones individuales. Pretender criminalizar toda la historia y la trayectoria de un partido político es un flaco favor a la democracia. Los partidos no es que sean lo mejor, pero son el único instrumento actual y posible de participación de los ciudadanos en la vida política y estamos llegando a poner en tela de juicio su propia existencia. Y se corre el riesgo de caer en los Berlusconi...

-Pero falta transparencia, madurez y que nos cuenten las cosas como son.

-Lo que sobra en este país es hipocresía. Creo que la mayor parte de los que tienen la palabra en el día a día de la vida del Estado hablan lo que se quiere oír, pero no la verdad. Eso se llama demagogia, hipocresía. Si algo de verdad odio, a parte de la injusticia, es la hipocresía. Aquí la verdad no importa ni queremos que nos digan la verdad, porque cuando nos la dicen... ¿Cuál es la solución a este problema? Concienciarnos todas las personas que tenemos la posibilidad de alzar la voz y que se nos oiga para obligar a decir la verdad.

-Antes se llegaba a la política de otras formas, ahora se llega desde las juventudes y sin experiencia profesional.

-No creo que haya cambiado mucho. Yo entré en política en los noventa y ya se llegaba desde abajo. Pero entramos en un terreno peligrosísimo, que es hablar de oligarquía, o de aristocracia o del gobierno de los mejores. Pero debe ser así, porque para ser político hay que ser universitario. Para ser político se debe exigir una cualificación, que no tiene por qué ser un título universitario, ahí me he equivocado, pero sí una trayectoria, una capacidad, algo. Hoy en día nos encontramos con ayuntamientos que manejan millones y millones de euros... Nos encontramos con una Marbella en manos de Marisol Yagüe o de Isabel Marcos. Mientras ese tipo de personas puedan acceder a gestionar la cosa pública, no nos quejemos después de las consecuencias. Decir eso me va a suponer que diez mil foreros me pongan de facha, de retrógrado. Evidentemente, va a pasar, pero hay que decir las cosas.

-¿Ha pensado en volver?

-No, no, no. Que va. Ni por asomo. Yo siempre tuve muy claro que yo quería hacer algo por Jerez porque padezco de jerezanitis.

-¿Cómo ve Jerez ahora?

-Para que la quemen. Jerez tiene un problema de estancamiento del que va a costar salir décadas, y sin que esto sea crítica política, esto son los lodos de aquellos polvos. Jerez durante muchísimos años ha ido gastando dinero buscando un tipo de ciudad para el futuro. En Jerez se produce desindustrialización, se produce la extinción de las principales industrias y, desde entonces, propiciado por la locomotora del Ayuntamiento que gastaba decenas de miles de millones de pesetas, se ha intentado buscar una personalidad en la que reflejarse. Y era ciudad del deporte, del caballo, de los chocolates, del turismo, ciudad de servicios y venga a gastar dinero en un producto del que jamás se vuelve a saber. Hoy nos encontramos con una ciudad sin interés turístico por mucho que nos empeñemos en lo contrario, fundamentalmente porque su casco histórico podía ser una preciosidad, pero se lo cargaron los arquitectos en los años 70 a 90. Sólo hay que pasear por el casco histórico, y yo llamo casco histórico a la calle Isla, a la plaza Benavente, para ver como han destrozado el patrimonio histórico de Jerez. A parte de eso tenemos la Colegial, la Real Escuela y poco más. Jerez no tiene interés turístico, no tiene posibilidades industriales y su tipo de sindicalismo, alentado por el Ayuntamiento, ha hecho que huyera de la zona cualquier tipo de inversión diferenciada. A Jerez se le ha hecho un daño enorme porque durante la bonanza no se ha sabido implantar un modelo diferenciado. Y estamos ahora sin saber qué es Jerez, ¿qué es Jerez?.

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