La fotografía, en los últimos años, ha ocupado un puesto muy importante en el conjunto general de las Artes Plásticas, aunque no siempre todos aquellos que hacen fotografías realizan buenas fotografías. Esta obra se debe a una de las mejores fotógrafas del mundo, cuyo trabajo está reconocido unánimemente por su calidad y por ser testimonio de la historia, la cultura y la vida de los pueblos. La fotógrafa manchega Cristina García Rodero es la autora de una serie que tiene como centro principal la vida cotidiana de una de las zonas más pobres de la India, el estado Andhra Pradesh.

La artista ha captado la cruda realidad social de una gente que vive un mundo apartado de las exuberancias que se producen en la sociedad occidental, esa que llaman, la del bienestar. En esta obra, perteneciente a la serie "Tierra de Sueños", García Rodero nos retrata un momento impactante de la vida de un Centro de Parálisis Cerebral. Allí, en un espacio colorista, un pequeño enfermo nos presenta, con toda la crudeza, su dura realidad de paciente cerebral. Un rústico artilugio, hecho con pobres materiales, le sirve de especial apoyo para mantenerse erguido; se encuentra como encerrado en una cruel cárcel a modo de armadura que lo sostiene mínimamente en pie para no caerse. Mientras tanto mira la cámara ausente y sin saber absolutamente nada de lo que ocurre a su alrededor. La estancia hospitalaria ha sido decorada artesanalmente para proporcionar un poco de dignidad al entorno. Las manchas de colores acentúan su carácter con el nombre de cada color. Se trata de una rústica pero acertada forma de dignificar la pobre estancia.

La obra se nos presenta clara, dura, tremendamente dura, pero en ella no hay sordidez ni tampoco morbosidad; la cruel situación que desprende la realidad del pequeño enfermo se ve atemperada con la escueta, pero, también, acertada, decoración de la habitación hospitalaria. La fotógrafa capta, sin apasionamiento, la realidad existente. No toma partido por nada de lo que acontece ante sus ojos. El pequeño vive su atormentada existencia, inmerso en un universo que no puede comprender; vive y sólo vive. La artista no se ceba con la dureza extrema de la situación allí existente; sólo relata el descarnado asunto. En la fotografía todo aparece de una manera aséptica, sin saber qué pasa, sin encajes extremos, únicamente la verdadera manifestación de lo real. El muchacho mira sin saber lo que hay ni qué está haciendo aquella señora que lo observa tras una cámara. La imagen, con su insinuante colorido, su fortaleza plástica y visual, nos describe un escenario pulcro, sereno y absolutamente desapasionado.

Cristina García Rodero, como es habitual en toda su obra, sólo capta el momento y la realidad que la cámara proporciona. No toma partido por nada ni por nadie; se mantiene al margen de lo que se observa a través del objetivo; describe la situación y nos ofrece una obra artística de mucho carácter; de gran plasticidad y, al mismo tiempo, relatora de un hecho testimonial que ella transmite sólo con la pasión de una realidad artística salida de un acontecimiento, desgraciadamente, cruel e inhumano.

Consideraciones didácticas Consideraciones didácticas 

Como notas clarificadoras para esta pieza, el espectador puede investigar sobre las circunstancias sociales de la India. Sería necesario el conocimiento de la realidad geográfica de las comunidades rurales de Anantapur, zona donde la cámara de Cristina García Rodero ha captado tan extraordinarias imágenes que testimonian la realidad social de aquel pueblo. También se podría investigar sobre la cultura particular existente y establecer las diferencias con nuestra realidad occidental de pueblo, aparentemente, inmerso en una hipotética sociedad del bienestar..