Psicología

Prevención del Rechazo Escolar

Prevención del Rechazo Escolar

Prevención del Rechazo Escolar

Leyendo a García Lorca, he de reconocer que de casualidad, encontré hace unos días esta frase "Vamos a no llegar, pero vamos a ir" de su obra 'Así que pasen cinco años' (García Lorca, 1931). Hablaré por ahora de la cita, aunque la totalidad de la obra daría para hablar largo y tendido.

En esta cita, Lorca enfatiza la importancia de intentar algo por muy pocas posibilidades que existan de conseguirlo o, incluso, creyendo que no existe ninguna posibilidad de conseguirlo. Esta actitud de avanzar en el camino, aún sin saber si se alcanzará el final o no, es uno de los criterios fundamentales para prevenir el abandono o el rechazo escolar. Si, por ejemplo, algo distingue a los deportistas de éxito, aquellos que consiguen grandes logros a lo largo de su carrera deportiva del resto de la población, es, precisamente, su capacidad de persistir en el esfuerzo aún sin tener ninguna garantía de conseguir el triunfo al final. En el ámbito de las ciencias, Santiago Ramón y Cajal, uno de los mayores científicos de nuestro país y, probablemente, del resto del mundo, siempre defendió la idea de que el talento provenía del esfuerzo y, según él, el primero no podía ser conseguido sin el segundo.

Por ello, desde Psicología Diez, cada año, desde hace más de 15 años, contactamos con muchos de los centros educativos de la provincia para ofrecer conferencias a los padres en las que poder transmitir este mensaje: la base del éxito es el esfuerzo y eso es lo que tienen que premiar. No cabe la menor duda de que premiar el esfuerzo ofrece muchas más ventajas, en todos los sentidos, que premiar los resultados.

Por otro lado, los avances en neuropsicología, permiten evaluar desde edades preescolares (algunas pruebas incluso desde el primer año de vida) si el desarrollo de las capacidades del menor están siendo las adecuadas. Si alguna de estas capacidades del menor, por cualquier motivo, está desarrollándose o adquiriéndose con mayor dificultad que las demás, tendrá que ser reforzada mediante las correspondientes intervenciones o programas neuropsicológicos de estimulación. En líneas generales, las áreas que deben ser valoradas con cierta regularidad para comprobar su nivel de desarrollo son: las áreas psicomotoras tanto fina como gruesa, las áreas de percepción sensorial, área cognitiva y de lenguaje y el área afectiva y social.

Resulta importante tener en cuenta que cualquier evento a lo largo de la vida del menor, puede llevar a que alguna de estas áreas se retrase en su desarrollo. Por ejemplo, pueden ser causa de retraso en un adecuado desarrollo, una larga hospitalización, un evento traumático en la familia que impida que el menor reciba las atenciones adecuadas, problemas del sueño o la alimentación o la presencia de alguna discapacidad o diversidad funcional.

En ocasiones, cualquiera de estas circunstancias podría justificar la inutilidad del esfuerzo, cuando, precisamente, tan sólo es necesario dirigir los esfuerzos de la forma más eficiente posible. Es decir, conseguir que el esfuerzo proporcione los máximos beneficios y los menores costes. Aunque los equipos de Atención Temprana tratan de atender a los casos más severos, estamos seguros de que todas las escuelas contarán pronto con equipos especializados para realizar este tipo de tareas, mientras tanto, no deja de ser responsabilidad de los padres proporcionar a los menores las herramientas adecuadas para prevenir que lleguen a enfrentarse a algo para lo que no se encuentran preparados.

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