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Una charla con 3 Juan Ángel González de la Calle

"El que adquiere un compromiso con el arte no decora paredes"

  • Su primer dibujo fue a los tres años y aún lo tiene: "Ahí me hice pintor"

No arreglen ni limpien esta habitación. A mí me gusta como está. Pequeño, sencillo, (des) ordenado, personal, muy personal. Así es el estudio de Juan Ángel González de la Calle. Una habitación blanca con color, llena de fotografías colgadas sin marcos, con una 'alfombra' de botes de pinturas abiertos, lapiceros que salen de la pared, lienzos en blanco y otros con vida propia. No se la arreglen. La habitación es Juan Ángel. Imaginativo, moderno, transgresor, reflexivo. No se la arreglen. Le gusta el debate, generar debate, preguntarse el porqué, que te preguntes el porqué. Como reza uno de sus cuadros, todo está dispuesto para la conversación.

Nació en el barrio de San Miguel y durante sus primeros seis años vivió en una casa de vecinos en la que todos eran familia. Acostumbraba a toparse con guardias civiles que iban al taller de su tío para probarse los sombreros, y compensaba con su carácter tranquilo a su hermano, "que daba toda la guerra". A González de la Calle no le gusta hablar demasiado de su pasado, pero relata lo que le define. "Era un niño cuando entró en el patio de la casa una hermana de un tío político con una cabra. Me asusté y me metí en la habitación de mis padres, que tenía una ventana que daba al patio", dice. De repente, tenía ante sí un papel y uno de esos lápices con una punta azul y otra roja, y dibujó al animal. "Mi padre lo cogió y lo ha guardado toda su vida como si fuera un tesoro, de hecho aún lo tengo. Él escribió: 'Este dibujo lo ha hecho Juan Ángel con tres años de edad'. Y según cuentan, desde ese momento no dejé el lápiz, dibujaba constantemente. Creo que ahí me hice pintor".

Este dibujante compulsivo no deja el lápiz ni para descansar. La mesa de su casa está llena de colores, rotuladores, papel..., "era un dibujante compulsivo y sigo así. La televisión puede estar puesta, pero yo estoy dibujando. No sé si eso es bueno o malo, pero lo cierto es que te da una gran soltura y me relaja, lo necesito. Es como un tic, un acto nervioso".

Empezó Derecho pero pronto se dio cuenta de que iba a ser "un pésimo abogado". Estudió otra titulación por si acaso no podía vivir del arte, "pero tengo 57 años y hasta ahora lo he conseguido. Siempre me he dedicado a lo que más me gusta: pintar, crear y transformar las cosas". Un señor en bicicleta entra en su estudio. Lo conoce. Le pide que le reserve uno de los cuadros que expone durante un mes en la sala ArteaDiario de este periódico. El día antes lo había visto un familiar y se enamoró de la pintura. "Normalmente, los amigos vienen al estudio porque en Jerez no hay ningún sitio con prestigio donde exponer", lamenta, a la vez que saca de ese saco la sala que acoge ahora su obra por tener "coherencia" en su programación y la SalaCal por ser "un proyecto bonito, divertido".

¿El resto? "El resto no vale nada". Nunca se ha puesto de acuerdo con ningún Ayuntamiento "porque ponen al frente de estas cosas a gente que no tiene ni idea y hablamos distintos lenguajes. A mí el Ayuntamiento no me va a salvar la vida, ni siquiera me hace un favor. Yo le diría, como ya lo he dicho, que aquí el que hace el favor soy yo", remarca. González de la Calle pide "unos mínimos", un horario, un montaje, un catálogo..., "tú le ofreces una programación que no te pagan de ninguna manera, cuando lo mínimo es un catálogo. Que dicen que no tienen dinero..., pues que no hagan exposiciones. ¡A mí qué me cuentas!".

Pone como ejemplo Pescadería Vieja, una sala que nació para ser punta de lanza en las artes plásticas, "pero es un mamarracho. Hoy expone un aficionado, mañana un artista, al siguiente está cerrado..., el delegado de Cultura va por la calle ofreciéndosela a todo el mundo y eso no son criterios, no prestigia nada".

Hace unos años dijo en una entrevista que tenía un pie en España y otro en Europa. Hoy, Juan Ángel estaría dispuesto a viajar en menos de una semana. "Lo que nos ha ocurrido a los pintores españoles es que nos hemos acomodado mucho y hemos vivido del mercado español". Tuvo ocasiones para instalarse en Italia, París..., "y no le presté atención. Es verdad que he expuesto en muchos sitios fuera y tengo un camino recorrido, pero no el suficiente". Ahora está abriendo mercado en la India con la Neilson Gallery y está funcionando. "Si tuviera la oportunidad, me iría de España. De hecho lo estoy pensando, lo estoy barajando", avisa.

Con el programa Hoy por hoy de fondo, el pintor señala que no puede estar ajeno a lo que le rodea, todo condiciona la obra. "Nosotros lo que hacemos es pintar lo que vemos cuando asumes un compromiso con el arte. Cuando eres un decorador de paredes lo que haces es pintar cosas amables para cubrir un espacio. Pero cuando adquieres un compromiso pretendes ir más allá, ofrecer algo", dice el artista. Su grado de exigencia es máximo, no se conforma con cualquier cosa y tras años enfrentándose a un lienzo en blanco declara que "tengo suficientes facultades para hacer lo que busco. Aunque aparentemente parezca una bobada, no lo es. He tenido muchas horas de reflexión, meditación y observación para llegar a decir de una manera muy simple las cosas".

En sus últimos trabajos aparecen elefantes, gorilas, pingüinos, "son actores que intervienen en una representación y cuentan cosas. También pinto personas, pero hay ocasiones en las que un gorila o un elefante lo dicen mejor".

La crisis está pintando de negro esta etapa de las artes plásticas. Así lo ve el artista jerezano, quien señala que "muchos proyectos se están quedando en el cajón. Hay obras que nunca van a nacer y con el tiempo nos daremos cuenta de que hay un gran vacío. Además, y como tenemos que sobrevivir para poder seguir autofinanciándonos, haremos una pintura más amable pensando en que haya más posibilidades de venderse".

Le da rabia que las administraciones no hagan nada por levantar una cultura que "es rentable, que produce beneficios si se sabe administrar, pero hay que dar la posibilidad del consumo". "El consumidor de cultura no es solo el que tiene mucho dinero, sino también es la persona que tiene una formación y que necesita convivir entre cultura. Pero si a esa persona le quitas la paga extra, le bajas el sueldo, le subes impuestos..., es muy difícil".

Le pone de los nervios actual escenario político y esos "sinvergüenzas aprovechados que se meten en este terreno para beneficiarse a costa del sacrificio de otro. No tienen la mínima compasión ante una familia que desahucian, por los que pasan hambre, los que están en la calle, parados..., y ellos robando. Lo que me mosquea tanto como esto es que no se nota que haya un castigo". Los escándalos del Gobiernos le han quitado las ganas de ir a votar y declara que solo le levantaría de la silla un cambio de listas. "Esta clase política ha fracasado, ya no me sirve, no tiene crédito para mí. Estoy dispuesto a votar a gente nueva a la que le pueda dar mi confianza, en la que pueda creer que su voluntad es hacerlo bien".

El artista jerezano González de la Calle posando, días atrás, en su estudio.

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