Jerez

Más allá de lo que la mirada abarca

Un paso adelante en el transcurrir expositivo de este espacio que viene aportar un granito de arena al panorama cultural de esta ciudad y que, en este su primer año de andadura ha traído jóvenes realizadores con unos horizontes en los que confiamos y que se nos antojan bastantes diáfanos.

En esta ocasión se trata de Esther Villalobos, una artista que nos ha dejado un grato sabor de boca porque su obra ofrece una perspectiva muy distinta y con un claro posicionamiento a favor de un arte lleno de matices y con muchas buenas intenciones. En primer lugar encontramos una obra diferente, con unas coordenadas artísticas que oscilan entre la fotografía, la escultura y si se me apura hasta con muchas situaciones cercanas a lo que se entiende por instalación y que no es otra cosa que una intervención en el propio espacio.

La obra de esta artista podemos, también, configurarla estéticamente en unos planteamientos que rozan la estética mínimal, es decir, unos mínimos desarrollos plásticos conforman un juego conceptual donde tienen cabida algunos resortes que van desde la propia estructuración material hasta unos proyectos que se encaminan directamente a los postulados de la emoción. En primer lugar nos encontramos con unos desenlaces plásticos que se manifiestan mediante un juego de volúmenes, perfectamente acondicionados en fondo y forma y que materializan unos, también mínimos, desarrollos fotográficos llenos de intensidad y de expectación.

Conceptualmente, la obra de Esther Villalobos, plantea abiertos intereses significativos desde una sólida estructuración formal. Son escuetas piezas, formuladas de un geometrismo riguroso - dice acertadamente Carmen Elías que engañosamente poliédricas - pero que encierran un laberíntico proceso donde se desarrollan las formas volubles de la memoria. La artista, en este medio, fotografía, una red imposible de circunstancias que, en su misterioso proceso, guiñan al espectador para envolverlo de misterio, incertidumbre y, hasta miedo.

Las obras de Esther Villalobos parecen anunciarnos envoltorios de una posibilidad; experiencias potenciales que sólo necesitan abrir las espitas de la emoción para que desde ellas se circunscriban nuevos territorios donde aniden las infinitas formas que la mirada proclama.

Estamos ante una obra que crea inquietud, que exige muchas más miradas que las que el ojo abarca y que plantea las dobleces de una imagen generadora de muchas nuevas circunstancias.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios