Reflexiones sobre psicología

Sobre el aprendizaje

  • La adquisición de conocimientos es la función más trascendente del cerebro

El aprendizaje, entendido como la adquisición de nuevos conocimientos, es la función más trascendente de nuestro cerebro.

Durante los primeros años de nuestra vida aprendemos un sinfín de habilidades y adquirimos conocimientos que van a ser fundamentales para el resto de nuestras vidas. Este aprendizaje se produce por la interconexión continuada entre nuestro cerebro, como principal órgano de recepción y procesamiento, y el entorno como fuente de información y estímulos.

La capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida es lo que nos distingue de otros seres vivos. El resultado o el éxito de nuestro aprendizaje (comer, caminar, pedalear, etc.) varía entre unas personas y otras en función de nuestras habilidades e inhabilidades, las cuales, en gran medida, marcarán nuestro camino en la vida.

El órgano de nuestro cuerpo responsable de estas capacidades es el cerebro, y el que unas áreas cerebrales sean mejores o peores depende en gran parte de nuestros genes, aunque el entorno pueda modularlas. Sin embargo, por mucho que se intente modificar una capacidad específica con entrenamiento, no conseguiremos que una dificultad se convierta en habilidad. Por más entrenamiento que reciba una persona no dotada para la música nunca logrará tener la habilidad de genios como Mozart o Hendrix. Cada uno de nosotros posee un perfil único de desarrollo neuropsicológico con puntos fuertes y puntos débiles. Según cuál sea el perfil de habilidades, pero especialmente el de inhabilidades, el paso por la etapa escolar va a ser muy distinto.

A veces la dificultad para el aprendizaje está en la capacidad para prestar atención, concentrarse o aprender a organizar y planificar adecuadamente las tareas, lo cual impide un rendimiento académico acorde con el nivel de inteligencia.

Otras veces la discapacidad radica en la esfera de la conducta: dificultad en el control de los impulsos y de la actividad motriz o en otros casos en la comprensión de determinadas situaciones sociales, en la adaptación a situaciones cambiantes, etc. Muchas de estas habilidades son las que pueden estar afectadas en los niños con distintos trastornos específicos del aprendizaje.

El cerebro es para el aprendizaje lo que los pulmones para respirar. Es pues fácil comprender la importancia de las llamadas neurociencias del aprendizaje. Conocer las bases cerebrales de las distintas dificultades para el aprendizaje es fundamental para ayudar a los niños que no progresan en la escuela.

Los bajos logros académicos y en algunos casos de relación social, sumados a la incomprensión y a los juicios equivocados sobre la falta de esfuerzo y de pautas educativas familiares, generan otros problemas de índole emocional en muchos de estos niños y jóvenes con trastornos del aprendizaje. La baja autoestima junto con los malos resultados escolares a menudo les sumergen en un círculo vicioso de difícil orientación y nefastas consecuencias a nivel personal y social.

Los conocimientos científicos sobre el desarrollo cerebral y los mecanismos que subyacen en los trastornos de aprendizaje han avanzado mucho. También, aunque a un ritmo más lento, avanzan los métodos de tratamiento que habitualmente consisten en la reeducación y, en alguna ocasión, en ayuda farmacológica.

El pronóstico a medio/largo plazo depende de la detección y el tratamiento precoz y de la adaptación escolar. Para el abordaje de estos trastornos a nivel individual y global es necesario el trabajo coordinado de profesionales del ámbito de las neurociencias y la educación.

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