Jerez

El atentado a la Cuadra Domecq se juzgará en Toledo en noviembre

  • La acusación particular solicita tres años de prisión y distintas indemnizaciones a los inductores del ataque con 'cócteles molotov' a los caballos de los rejoneadores

Más de siete años después, los hermanos jerezanos Luis y Antonio Domecq han conseguido que la Justicia española ponga lugar, fecha y hora al juicio oral que va a arrojar una sentencia por el brutal ataque terrorista que sufrieron sus doce caballos cuando regresaban de torear en Las Ventas, Madrid, el pasado 1 de junio de 2001. La primera de las sesiones del juicio oral se va a celebrar el próximo día 5 de noviembre de 2008 en las dependencias judiciales de Toledo, partido judicial en el que se produjo el terrible atentado del que resultaron muertos seis de los doce caballos y quedaron heridos y marcados para siempre otros seis.

Uno de los juzgados de lo Penal de Toledo va a sentar en el banquillo de los acusados al rejoneador madrileño José Miguel Callejón Martín (30 años) y a su padre, José Antonio Callejón Amorós, como principales supuestos responsables e inductores del incendio del camión de los rejoneadores jerezanos, según se desprende de la nota de prensa enviada por el gabinete jurídico de los Domecq.

La acusación particular, la familia Domecq en este caso, va a solicitar al fiscal del caso "una pena de tres años de prisión por un delito de daños, así como indemnización por la muerte de seis caballos, otros daños y gastos, y las pérdidas sufridas por no haber podido actuar en la temporada de 2001". Este periódico intentó ayer sin éxito contactar con el rejoneador madrileño y su entorno para que hicieran una valoración de la noticia.

El señalamiento de la primera sesión de la vista oral ha sido una noticia muy bien acogida por la familia de los hermanos Domecq, que sufrió un duro varapalo judicial tras el auto dictado en 2006 por el Juzgado de Instrucción de Ocaña de sobreseimiento provisional y archivo de las actuaciones sobre el caso. Luis y Antonio Domecq decidieron entonces interponer un recurso de apelación que la Audiencia de Toledo admitió a trámite y falló de manera favorable, por lo que finalmente habrá juicio y sentencia.

Una vez ese juzgado de Toledo dicte sentencia se pondrá fin a una batalla judicial que ya dura más de siete años. Todo empezó el 1 de junio de 2001, la fatídica noche en la que el camión de Luis y Antonio Domecq fue brutalmente asaltado por una banda de sicarios colombianos e incendiado en la carretera N-IV, a la altura del término municipal de Ocaña (Toledo) mientras el conductor y el mozo de los caballos cenaban en la venta Los Amigos. Alertados por las explosiones salieron del restaurante y fue cuando se encontraron el camión en llamas en el parking. A pesar de la rapidez con la que actuaron, algunos caballos murieron fulminados en el interior del vehículo, aquellos sobre los que se arrojó los cócteles molotov. Otros tantos pudieron descender del camión con un hilo de vida, aunque en un estado dantesco y en serio peligro de muerte. Todos los animales fueron automáticamente desplazados a la vanguardista clínica madrileña Hospital Sierra de Madrid, donde se pudo salvar la vida de seis caballos.

Según las investigaciones de la Guardia Civil, que se encontró con un caso que no encontraba precedentes en nuestro país y al que bautizó como 'Operación Góndola', los sicarios se equivocaron de camión. El objetivo era eliminar la competencia que suponía la cuadra del joven toledano Sergio Galán para José Miguel Callejón Martín, que por aquel entonces compartía escalafón taurino con el torero de Tarancón, y no con la soberbia cuadra de los hermanos, que en aquella época no tenía rivales.

Al parecer, la banda de colombianos siguió por error al camión de los hermanos jerezanos, pues se dio la coincidencia de que esa tarde de toros madrileña Luis y Antonio Domecq compartieron cartel con Sergio Galán. De este modo, los colombianos aprovecharon la parada que los mozos hicieron en la venta Los Amigos para asaltar e incendiar el camión y darse inmediatamente a la fuga. Las investigaciones demostraron que el plan estaba concienzudamente elaborado, pues para materializar el ataque se eligió a un menor colombiano a fin de que nadie pudiera pagar por este delito, dada la benevolencia de la Ley del Menor. Pero un contratiempo desbarató los planes: el joven colombiano de 17 años se abrasó la mano y hubo que llevarlo al hospital, hilo del que la Guardia Civil tiró con excelentes resultados.

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