Jerez

Entre buen gestor y mejor hombre

EL pasado año moría Juan Maestre, pintor y responsable del aspecto cultural de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Su muerte fue profundamente sentida en todo el mundillo artístico no sólo de la ciudad hispalense. Juan era un hombre de bien en el más amplio sentido de la palabra. Amable, afectuoso y siempre agradable con todo el mundo que hasta él se acercaba. Su bonhomía no tenía límites y llegaba a todos. Supo dotar a la institución maestrante, de la que él era miembro, de unos necesarios aires de modernidad cultural que se tradujo, sobre todo y entre muchas más cosas, en la confección de unos carteles anunciadores de la feria taurina abrileña salidos de importantísimos artistas contemporáneos - Carmen Laffón, Juan Romero, Luis Manuel Fernández, Guillermo Pérez Villalta, Félix de Cárdenas, Jaoquín Sáenz, Manolo Quejido, Eduardo Arroyo, Ricardo Cadenas, Paco Reina, Larry Rivers, Alex Katz, Francesco Clemente, Fernando Botero o Miquel Barceló, entre otros - y que, a pesar de la polémica levantadas desde algunas mentes pusilánimes, han contribuido a abrir las perspectivas y a romper con los trasnochados planteamientos de este tipo de circunstancias estéticas.

Como homenaje a la figura de Juan Maestre, la Real Maestranza de Caballería, de la que, en el momento de su muerte, ostentaba el cargo de Fiscal de la Corporación, ha organizado una importante y totalmente justificada muestra donde se presenta la significativa obra de un artista que estaba en posesión de un lenguaje poderoso donde se manifestaban muchos de los buenos argumentos de la mejor pintura figurativa de estos momentos.

La exposición perfectamente acondicionada en fondo y forma - la coordinación de la misma ha corrido a cargo de Paco Reina, uno de sus amigos más íntimos y que conocía a la perfección su realidad, siendo Paco Pérez Valencia, el que ha diseñado y llevado a cabo la espectacular museografía - nos sitúa la pintura de un Juan Maestre, desde los primeros años noventa, cuando estaba recién llegado de una estancia en Nueva York donde asimiló de primera mano la realidad pictórica que tenía lugar en la ciudad americana y que sirvió para cambiar la concepción estética que el pintor sevillano tenía hasta ese momento. De esta manera nos encontramos una pintura totalmente expresionista, llena de sentido cromático, rigor compositivo y amplio desarrollo formal. Estamos ante una muestra que viene a homenajear a un hombre que supo ser un auténtico caballero, que fue un artista total y un pintor sabio en posesión de un lenguaje solvente y, además, que abrió muchos horizontes en una ciudad necesitada de muchos y buenos proyectos.

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