Jerez

El consumo de antidepresivos en Jerez sube un 14% en un lustro

  • La expedición de recetas en Andalucía regresa a las cifras del año en el que se implantó el copago

  • Los medicamentos para crónicos se recuperan tras el desplome de la crisis

Píldoras.

Píldoras. / M.G.

El número de recetas expedidas en el último año por los médicos del SAS ha vuelto a las cifras de la implantación del copago, que se produjo en 2012. En aquel año en la región se prescribieron 170 millones de medicamentos en una caída en picado con respecto a 2011, cuando el SAS cubría la totalidad del coste de las medicinas. Fueron 178 millones de recetas, con lo que la medida se llevó de un plumazo ocho millones de prescripciones, que llegarían a 17 millones en el siguiente ejercicio. Sólo dos años después, en 2013, justo el año siguiente al copago, las prescripciones fueron 161 millones.

Este fue el mayor impacto y el mayor ahorro de esta fórmula adoptada en tiempos de crisis, pero que sigue en vigor. Pero como en otro tipo de medidores económicos, las aguas están volviendo a su cauce. De hecho, el internaual de 2018, hasta el pasado abril, ya habla de 172 millones de recetas. Es decir, sigue creciendo.

6%Pacientes Es la estimación de los que abandonaron medicación por motivos económicos94%De las recetas son prescritas por su principio activo cuando hace una década eran el 76%

Un ejemplo claro está en algunos medicamentos de los que se prescindieron durante lo años más duros. Pese a que la crisis deprimió, los antidepresivos alcanzaron su tasa más baja de consumo. El medidor del SAS recoge en 2013 una tasa de consumo de antidepresivos en la provincia que tenía su punto más bajo en el Campo de Gibraltar con un 49,5 y el más alto en la Sierra con el 61. En 2017 la tasa en la Bahía alcanzaba el guarismo de 66, cuando venía de 53 y en la Sierra se había elevado hasta 71. Y en la comarca de Jerez el consumo de este tipo de medicamentos subió ocho puntos, del 53 al 61. Este medidor señala las dosis diaria por cada mil habitantes.

Ahí se puede deducir un efecto colateral del copago, pero lo cierto es que, como reconocen fuentes de la Consejería de la Salud, no se ha hecho un estudio pormenorizado del impacto de los efectos de la crisis, entere ellos el copago, sobre el sistema. "Sabemos que durante la primera fase de la crisis el sistema resistió. Hay un estudio hasta 2012 que así lo demuestra, pero sabemos que quizá sus efectos se notaron más en la segunda fase cuando hubo un mayor deterioro, pero aún se desconocen datos globales, que saldrán dentro de poco".

Los farmacéuticos lo notaron de inmediato. Ernesto Cervilla, presidente del Colegio de Farmacéuticos de la provincia, cifra en torno al 20% la caída del consumo de medicamentos en el año siguiente a la implantación del copago. "Tenemos un problema estructural de falta de adherencia, no siempre el paciente sigue el tratamiento que prescribe el médico, pero tras el copago, que afectaba a los pensionistas, eso se percibió mucho más. Ha sido durante estos años y ha tenido su repercusión en los tratamientos de crónicos, en medicamentos sobre el colesterol, azúcar... No contamos con datos ni parece que nadie los tenga, pero existe una relación directa que se ha notado en el mostrador de la farmacia. Lo que no vamos a poder medir es cómo esa medicación preventiva ha llevado a un gasto en medicación de agudos".

Lo cierto es que el sistema ya ha enjugado el efecto inicial de ahorro que supuso el que los usuarios tuvieran que pagar una parte de la factura. El tramo más afectado fue aquel de aquellos usuarios con rentas superiores a los 18.000 euros, a los que se les hacía pagar el 50% de buena parte de los medicamentos, con topes de 18 euros al mes. No era mucho dinero, "pero era evidente que tendría efectos sobre el consumo y así ha sido", reconocen en el SAS.

En Andalucía se ha regresado a la senda del crecimiento del gasto. Si Andalucía en 2018 va a gastar en todo lo relacionado con la salud 1.166 euros por habitante, uno de los más bajos de España, 209 de esos 1.166 euros irán a parar a gasto farmacéutico. Es un incremento de un 3% que, en cualquier caso, está lejos de los grandes años del derroche. En 2009 se alcanzó el tope histórico de gasto en la provincia de Cádiz con 247 euros por habitante, pero otras provincia superaron con cierta holgura los 300 euros, como es el caso de Jaén, la provincia andaluza donde más se medica la población.

A partir de ahí se empezaron a tomar medidas ante lo que, evidentemente, era un absoluto descontrol, tanto en el consumo hospitalario como en el servicio directo de farmacia. Por ejemplo, en 2009 aún se estaba en la receta por principio activo en un 79%. Ahora estamos en cerca del 94%, sin olvidar que en 2001 jamás se recetaba por principio activo, sino por marca y llevó una década que fuera significativa esta práctica de acudir al genérico, lo que supone un ahorro considerable,. Del mismo modo que la receta electrónica, ya instaurada en un 96%, ofrece más control sobre los consumos, si bien esta implantación debería haber facilitado información fidedigna entre la relación del consumo de medicamentos con el copago. lago que no se ha producido. Por último, las guías de las prácticas de consumo razonable han hecho que cierta concienciación se pueda reflejar en una reducción de un producto de referencia como el ibuprofeno, que ha caído cuatro puntos.

Pero otras veces no fueron medidas tan razonables. En 2016 los médicos de la zona norte de Jerez denunciaron ante su sindicato que estaban recibiendo presiones para que controlaran sus recetas. En estas reuniones, según denunciaban, se les llegó a acusar de malversar fondos públicos y se les avisaba que se seguiría su perfil para que se adecuaran a las directrices marcadas, lo que significaba la exclusión casi total de prescribir medicamentos de última generación.

Ahora el problema, aunque significativo, puede ser un exceso de celo. La única estimación existente sobre la prevalencia del abandono de fármacos por cuestiones económicas se halla en el Barómetro Sanitario de Andalucía. Se llegó a estimar que un 6% de los usuarios no seguían las prescripciones médicas porque no se las podían permitir o porque era un gasto superfluo. Fueron cuatro puntos más de lo que se estimaba en el estudio más exhaustivo sobre la materia, realizado en la comunidad de Madrid. También recuerdan en la Consejería de Sanidad que "en realidad el medicamento que se ha podido dejar de consumir puede ser un mucolítico. Más preocupante sería si un diabético deja de consumir insulina. Pero creemos que esos casos no se han dado o se han dado en muy pequeña medida".

Regresando al análisis de las tasas de consumo por medicamento, en los hipolipemiantes, es decir, los anticoagulantes, de los cuales el sintrom era el producto estrella hasta hace poco, también observamos variación. Si la tasa de consumo en la Bahía era en 2013 de 71, en 2016 era 78; en Jerez pasó de 82 a 90. Es decir, que durante lo más profundo de la crisis sí se redujo el consumo en un producto que es preventivo para la aparición de episodios cardiovasculares graves. No son los porcentajes de incremento de los antidepresivos, pero sí que son significativos sobre lo que sucedió con los efectos colaterales de una crisis económica.

De todos los fármacos analizados por el SAS en su análisis anual de medicamentos consumidos son los antipsicóticos los únicos que se han mantenido estables en todos los años, aunque estamos hablando de un porcentaje bajo de consumo con tasas que se mueven en torno al índice 10, es decir diez dosis diarias por cada mil habitantes.

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