Jerez

De cura de barrio a misionero

  • José Luis Calvo, párroco de la zona sur hasta 2002, inicia hoy su etapa de misiones en la capital del Perú · Durante los últimos años ha ejercido en Puerto Serrano

"Yo no busco interés, ni soy un valiente ni un loco, simplemente soy un humilde cura de barrio que intenta construir el Reino de Dios en esta parcela concreta que el señor obispo me ha confiado y, para ello, tengo que optar, como Jesús de Nazaret, en defensa de los más alejados de ese Reino de amor, de paz, de libertad y de justicia y denunciar las situaciones y las personas que atentan contra la vida y la dignidad de estos vecinos de mi parroquia. Por eso, aun sabiendo lo que me espera, pues ya he recibido amenazas de todo tipo, creo que tengo que dar la cara aunque me la partan. Unámonos bajo el grito ¡basta ya! Juntos podemos pararlos".

Así de claro y tajante era en 2001 el cura José Luis Calvo, un hombre incansable que, durante años, se entregó voluntariamente a ayudar a los más necesitados. El padre era claro y crítico con el municipio, especialmente con el entonces delegado de Urbanismo, Pepe López, indignado por las actuaciones en materia de vivienda: "¡Basta ya! de querer vender un plan municipal de la zona Sur como la panacea para todos los problemas de la zona y pasar del marketing a las realizaciones efectivas. Pero sobre todo, ¡basta ya! De callarnos y bajar la cabeza ante estos indeseables que están destruyendo nuestro barrio y nuestras familias, sobre todo a nuestros jóvenes. ¡Basta ya! Los que sobran en el barrio son ellos si no cambian de actitudes y tenemos que ser valientes para decírselo a la cara. Habrá que hacer lo que sea necesario para parar esta barbarie",

Este salmantino de 50 años natural de Cubo de don Sancho, llegó a Jerez en 1993 y, siendo aún diácono, arrimó el hombro en la labor de la congregación de los Padres Paúles. Buceó en la marginada zona sur y, entre 1998 y 2002, fue párroco de San Rafael y San Gabriel. Su trabajo no quedó ahí: José Luis Calvo también se volcó con las feligresías de Federico Mayo, Cerrofruto, Santo Tomás o las rurales, también a su cargo entonces, de El Portal y la Sierra de San Cristóbal.

José Luis Calvo Vicente no es un cura al uso. A primera vista, se presenta como un hombre muy normal.

- ¿Cómo le llamo?, ¿don José Luis?

-Éso me sienta fatal.

- No lleva alzacuellos, ni sotana ni nada que le haga parecer un sacerdote.

- Nunca quise utilizar los distintivos eclesiásticos porque a veces alejan un poco a la gente y yo quiero estar en la realidad de la gente, meterme en su ambiente. Una de las cosas que hago a veces, cuando voy a una barriada, es entrar a un bar y oyes cosas y problemas. Si yo entrase con algún distintivo de cura, la gente se 'corta'. Yo siempre he sido así. En este momento de la Iglesia, los distintivos religiosos son signos de conservadurismo, un símbolo de querer mantener el privilegio del clero respecto a la sociedad.

Cuando se le pregunta al cura por su experiencia en la zona sur de la ciudad es tajante: "Mi experiencia en la parroquia de San Rafael fue muy interesante. Allí trabajamos muchísimo. Pienso que allí fue donde se fraguó mi vocación de misionero en favor de los más pobres. Yo solicité a mi congregación, la de los Padres Paúles, venir a una parroquia de este tipo, en la periferia, porque siempre me había atraído trabajar entre los pobres, en actividades de tipo social y, por los informes que tenía de esta parroquia, era lo que yo quería".

Hoy domingo, José Luis Calvo se convertirá en misionero. Será en el curso de una celebración eucarística, a partir de las siete de la tarde, que acogerá la iglesia parroquial de San Rafael, la zona donde siempre se volcó. Nuestro obispo monseñor José Mazuelos presidirá esta cita que ha sido preparada, de manera conjunta, por la delegación de Misiones -a cuyo frente se encuentra el sacerdote José María Rodríguez- y las parroquias de San Rafael y Santa María Magdalena, esta última de Puerto Serrano, en donde el padre Calvo ha sido párroco desde el año 2002. Esta será su despedida y su conversión en misionero. Abandonará entonces los barrios marginales para entregarse a los más pobres durante un período de cinco años. Su destino será Lima, en Perú: "Conozco algo de allí porque fui algún verano. Y sé que la realidad es mucho más pobre que aquí, pero sé de su gentes, gente muy acogedora, cariñosa y que mantienen muchos valores que aquí hemos perdido".

Los últimos años que el cura José Luis Calvo estuvo de sacerdote fue en Puerto Serrano. "El pueblo era un sitio boyante, muy boyante, pero con el tiempo acusó la crisis. Esta crisis ha superado todo lo que se esperaba. Nunca había visto una cosa igual".

Cierto día, le preguntaron en una entrevista al cura por sus denuncias en cuanto al reparto municipal de viviendas. Él, sin amilanarse, contestó de esta manera: "¿Sabes cómo le llaman a los pisos nuevos del Mopu? Puerto I, Puerto II y Alcatraz".

- ¿Está impaciente?

- Pues sí. Ya tengo ganas de estar allí e iniciar una nueva etapa en mi vida.

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