Jerez

Un estreno con los reproches y la vehemencia de siempre

La primera sesión de control de la legislatura en el Congreso, con el esperado cara a cara entre Mariano Rajoy como presidente y Alfredo Pérez Rubalcaba como jefe de la oposición, se vio ensombrecida por el debate previo sobre el último Consejo Europeo.

La comparecencia de Rajoy derivó en un debate sobre política económica nacional, algo de lo que Rubalcaba se quejó en sus intervenciones ante un jefe del Gobierno que se presentó ante la Cámara, 50 días después de su investidura, muy convencido de la bondad, eficacia y futuro de sus primeras medidas.

Incluso se le vio con humor para contestar a los portavoces de las fuerzas minoritarias, hasta el punto de que logró sacar una sonrisa al diputado de Amaiur Rafael Larreina cuando le reprochó en broma que no tuviera "ni un detalle" con él al criticar sin excepción todas las reformas del Ejecutivo.

Y eso que estamos en vísperas de conocer la reforma laboral del Gobierno, por la que Rajoy teme una huelga general según pudieron saber los españoles gracias a un micrófono indiscreto en Bruselas. El asunto de la huelga y los micros fue apareciendo esporádicamente a lo largo de un extenso debate de cinco horas; el presidente reprochó a Rubalcaba que usara sus palabras robadas en la cumbre y lo comparó con la foto también robada de un mensaje en el móvil del líder socialista. Así que casi a la hora de comer comenzaba la sesión de control, erre que erre con la cacareada huelga y los micrófonos que todo lo saben.

Y la cosa fue de reproches mutuos, porque el nuevo jefe de la oposición acusó a Rajoy de mentir por haber dicho en campaña que no iba a subir impuestos, mientras el presidente le recriminaba que el anterior Gobierno socialista asegurara que se iba a cumplir el objetivo de déficit.

Que no le dé lecciones, le pidió Mariano Rajoy, después de que Rubalcaba dirigiera sus ataques a la misma línea de flotación del argumentario del Gobierno: la confianza que precisa España. Porque según el líder socialista, los pasos que está dando el Ejecutivo no dan precisamente confianza, como sus augurios de huelga.

"Tenga cuidado con los micrófonos no vaya a ser que los ciudadanos piensen que sólo es sincero cuando no le escuchan", le espetó, renunciando a 55 segundos de tiempo para su pregunta.

Rajoy ironizó con la "gran altura" del discurso de su oponente y se congratuló de que ya no tenga responsabilidades de Gobierno.

En la misma sesión de control se vio por vez primera a Soraya Sáenz de Santamaría en funciones de vicepresidenta, aunque parezca seguir en el papel de opositora, a tenor de la contundencia con que respondió una pregunta del portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, quien dejará este puesto la semana próxima.

Como el portavoz ya aprecia descoordinación en el Gobierno del PP, y puso como ejemplo la opinión del titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, sobre la constitucionalidad de la ley del aborto, Sáenz de Santamaría contraatacó sin piedad. "Este Gobierno ha hecho en siete semanas lo que el anterior Gobierno no se atrevió a hacer en siete años", le afeó, animada por aplausos de los suyos y con el mismo tono vehemente de los tiempos en que estaba en la oposición. Y le hizo ver que el PP ha bajado el sueldo a los directivos de bancos con ayudas públicas; "eso que los socialistas decían que había que hacer y nunca hicieron", dijo.

O sea, como Rajoy, que lecciones de los que antes gobernaban, las "imprescindibles". O ninguna.

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