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Festividad de la Virgen del Carmen

433 años dejando tu rastro: ¡Gracias, Señora! (y II)

Al triunfar aquella revolución denominada “La Gloriosa” que lleva al exilio a la Reina Isabel II, la Junta Revolucionaria dio orden de demolición de la Iglesia del Carmen, orden que milagrosamente no se llevó a cabo, aunque sí se desmantelaron y se desalojaron sus dependencias para destinarlas a intendencia militar. La autoridad eclesiástica convino con el párroco de San Dionisio trasladar a la Virgen del Carmen al templo parroquial la madrugada del 1 de noviembre de 1868. A eso de las cuatro de la mañana, con gran sigilo y miedo, un republicano juntamente con el capellán que había sido de la iglesia del Carmen cargaron la imagen de Nuestra Señora envuelta en un lienzo hasta la cercana parroquia.

Tras el desastroso sexenio democrático, en 1874 se inicia el periodo de la Restauración Borbónica en la figura de Alfonso XII, iniciándose conjuntamente una lenta pero paulatina restauración de muchas órdenes religiosas por toda España.

El carmelita exclaustrado P. Ildefonso Carvallo, al enterarse que los Capuchinos habían vuelto a Antequera (Málaga), dirigió instancia al ministro de Gracia y Justicia, en nombre de los Carmelitas, solicitando autorización para que volvieran a Jerez.

Tras muchas vicisitudes, por Orden Real, en 1878 el Estado devuelve la Iglesia del Carmen al Prelado Hispalense y éste la devuelve a la Orden de los Carmelitas, siendo la primera casa de dicha congregación restaurada en España. No podemos dejar de mencionar a tres religiosos Carmelitas que fueron clave en este proceso, el ya mencionado P.Carvallo, el P. Barcons y el P. Borrás, así como de tres importantes personajes de la aristocracia jerezana que con sus generosos donativos e influencias sociales hicieron posible la difícil tarea de la devolución, si bien en parte, de los bienes desamortizados a los carmelitas: Doña Carolina de Páramo y del Corro, Doña Carmen Núñez de Villavicencio y Don Juan Esteban Navarro Romero.

El 10 de abril de 1880, la Virgen del Carmen llegó a su templo envuelta en cánticos, en aroma de oraciones, de sentimientos contenidos y de lágrimas derramadas. Las puertas del templo que había sido edificado para Ella se abrieron para dejar paso a su Dueña y Reina. La iglesia había sido engalanada y exornada con una solicitud y esmero que solo el amor es capaz de dictar e imponer. Desde el púlpito, el Magistral de la Colegial dirigió su elocuente palabra a la multitud comenzando con aquellas palabras del Génesis: “Y volvió la paloma con un ramo de olivo en su pico”, a lo que cada alma allí presente y desde lo más íntimo de su corazón respondió: “¡Gracias, Señora!”

Una vez instalada la imagen de Nuestra Señora en el camarín de su iglesia del Carmen, el culto a la Virgen se reanudó con mayor entusiasmo y devoción.

Toda esta floración mariano-carmelita tenía que desembocar en algo grande, porque el pueblo de Jerez es así.

El 16 de julio de 1921, el Prior, P. Luís María LLop, desde el púlpito de la iglesia del Carmen lanza la idea de coronar a la Santísima Virgen. Ésta es acogida con entusiasmo delirante por todos los estamentos de la sociedad jerezana contagiándose prontamente a través de la revista ‘El Santo Escapulario’, la prensa local y nacional, por todo el país incluso en el extranjero, llegando muy pronto los primeros donativos.

El día grande fue un 23 de abril de 1925, día glorioso e inolvidable en que nuestro pueblo, España entera, con sus Reyes a la cabeza, y de manos del Nuncio de Su Santidad, coronó canónicamente y con gran solemnidad la advocación más popular, la Patrona de la Armada y de la gente de la mar, en la imagen de la santísima Virgen del Carmen de nuestra ciudad.

Han pasado 94 años de aquella mañana deslumbrante de luz y las bellísimas guirnaldas de flores que las señoras jerezanas realizaron para adorno insuperable de la iglesia del Carmen, parecen flotar invisibles, agitadas por los ángeles, esparciendo tenue y finísima fragancia que nos recrea con alegría pura de haber hecho algo bueno y hermoso que tomó cuerpo y forma en esa corona suntuosa y deslumbrante que vemos sobre las sienes de esta imagen tan querida a la que en penas y alegrías hemos acudido con estas sencillas palabras del alma: “Virgen del Carmen, ampárame”.

¡Madre mía del Carmen! Esta tarde retomaremos fuerzas, nos saciaremos de tus frutos en tu fiesta y las flores caerán a tus pies, y la cera se quemará ante ti, y un ángel al órgano acompañará tus alabanzas. Desde la cuadrada torre de tu Basílica, las campanas transmitirán al cálido aire de julio los sonidos vibrantes de sus bronces y muchos jerezanos saldremos a tu encuentro para honrarte, bendecirte y decirte un año más como desde hace cuatrocientos treintaitrés años: ¡¡Gracias, Señora!!

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