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Jerez

Tres forenses concluyen que el crimen de la calle Fate "fue un homicidio"

  • Los peritos aseguran que el arma estaba empuñada por otra persona y que la trayectoria del proyectil "es incompatible con un suicidio"

  • La víctima recibió el impacto "cuando estaba en pie"

Guardias civiles ayudan a bajar del furgón de traslados al acusado por el crimen de la calle Fate.

Guardias civiles ayudan a bajar del furgón de traslados al acusado por el crimen de la calle Fate. / vanesa lobo

El juicio por el crimen de la calle Fate vivió ayer su undécima sesión y fue, sin duda, una de las más esperadas. Los forenses protagonizaron la vista. Acudieron tanto la forense que asistió al levantamiento del cadáver como los dos que en el Instituto de Medicina Legal de Cádiz realizaron la autopsia al cadáver de Juan Miguel Ortega Sánchez, quien falleció de un disparo. La acusación (tanto la pública que ejerce el fiscal Rafael Payá como la particular del abogado César Barrado) sostiene que fue el acusado, José María Pérez Sanfrutos, quien provocó su muerte. El abogado defensor, Tomás Torre, mantiene por el contrario que la víctima falleció cuando su defendido intentaba evitar que se quitase la vida de un disparo.

Los forenses fueron claros: de un lado Rosa M., perito forense, destacó que la víctima era diestra, lo que hace imposible que se propinara un disparo que le entrase bajo la mamila izquierda, de izquierda a derecha, de abajo arriba y de delante hacia atrás que pudiera causarle las heridas que padeció, las cuales eran una entrada y salida de la mano izquierda, una entrada del proyectil en el pecho afectando el corazón, alcance del pulmón derecho y salida de la bala por el hombro derecho. Los forenses, con gestos, vinieron a mostrar sus dudas de que alguien pudiera pegarse un tiro de tal forma. "La trayectoria -dijo la perito forense que compareció en primer lugar- es incompatible con un suicidio".

Los especialistas médicos destacan que la herida en la mano "fue a cañón tocante"Los forenses: "El arma que causó la muerte no estaba en manos de la víctima"

Fue esta especialista la que reconoció que cuando llegó al lugar de los hechos recibió información policial de que se encontraba ante un hipotético caso de suicidio. Pronto se percató de que no era muy lógico tal extremo.

En un primer examen dictaminó que la víctima tenía una herida en la palma de la mano y destacó que había habido un contacto directo de la pistola (una 'Llama' del calibre 45) con la palma de la mano. No en vano el cañón había dejado su huella en la mano. Igualmente aportó un dato importante que luego se vio corroborado: el sangrado que experimentó la víctima fue vertical, en dirección hacia el suelo, lo que demuestra que el disparo lo recibió cuando estaba de pie. Si hubiera estado acostado la sangre había corrido igualmente hacia el suelo, pero a través del costado. Especificó la primera persona del ámbito legal que examinó el cadáver que "cuando llegué aún estaba caliente", así como que "la muerte fue muy rápida".

Cuando la pregunta clave llegó por boca del fiscal la perito forense fue taxativa y clara: "No me queda duda de que fue un homicidio". Igualmente añadió que si el acusado hubiese estado allí (cabe recordar que escapó alegando ante la madre de la víctima que estaba en búsqueda y captura) "le habría hecho la prueba de la parafina", que es la que suele demostrar si una persona ha estado en contacto con un arma de fuego en el momento en que ésta era disparada.

La defensa del acusado criticó el hecho de que las dos únicas hipótesis manejadas por la perito fueran el homicidio o el suicidio, no teniendo en cuenta una tercera posibilidad que apuntan los códigos forenses como es el caso del accidente.

Inmediatamente después subieron al estrado Agustín S. y María J. para explicar las conclusiones de sus estudios que, ésta vez sí, fueron a cuerpo abierto en la sala de autopsias. Lo primero que vinieron a decir es que la víctima era un tipo fuerte, como "de anabolizantes", es decir de gimnasio. 1,75 de estatura, fornido... El forense dijo claramente que la herida de la mano izquierda era a cañón tocante, como si agarrara el arma. "El proyectil le entró por la palma y le salió por el nacimiento del dedo pulgar de la mano izquierda". Todo estaba fotografiado. Los nueve miembros del jurado lo vieron. Con mayor entereza que otros jurados que ha conocido este cronista.

Ellos (Agustín S. y María J.) fueron los encargados de lavar el cadáver. Hallaron también una herida en la ceja de la víctima, "la cual se produjo por el impacto de algún objeto romo" (una pared, el suelo o un arma). Acto seguido Agustín S. explicó con detalle el recorrido del proyectil, desde que entró por la palma de la mano izquierda, salió de ésta por el nacimiento del dedo pulgar entró el cuerpo del fallecido por debajo de la mamila (tetilla) izquierda, atravesó los ventrículos del corazón, la arteria pulmonar y el lóbulo superior del pulmón derecho y salió por el hombro del mismo lado. "La hemorragia interna era de casi cinco litros de sangre coagulada". El impacto era fatal de necesidad.

El hecho de que el disparo marcara su tatuaje de fuego y pólvora en la mano del fallecido "impide saber a qué distancia se disparó el arma". Confirmaron igualmente que estaba de pie cuando fue alcanzado, así como que desconocían si la corredera de la pistola (la parte que avanza y retrocede para expulsar la vaina) llegó a estar en contacto con su mano. El hecho de que testigos precedentes (policías en este caso) dijeran que si se sujeta la corredera el arma ésta dispara pero queda encasquillada afianza esta posibilidad. El forense, en su peritaje, vino a decir que él es tirador olímpico, que es buen conocedor de las armas y que las heridas que presentaba el cuerpo eran "incompatibles" con un suicidio. ¿Pudo haber un forcejeo?, se le preguntó. Éste respondió que el arma no estaba en manos de la víctima, sino que sus manos estaban encima de ella. Los rastros de pólvora dejados por la detonación lo evidencian.

Tras esta sesión, absolutamente clave, cabe apuntar que hay luces que se han abierto así como sombras que se ciernen sobre el caso. No en vano, nadie coloca un arma en poder del acusado, lo que viene a suponer que si viaja de Madrid a Jerez lo hace sin intención de matar a nadie. Es por ello que el cargo de asesinato se transforma, de forma inmediata, en homicidio. Entran entonces factores tales como el arrebato, la discusión e incluso el forcejeo que el acusado dijo que mantuvo, que cobran cierto peso en las dudas que deberá resolver el jurado.

Otro hecho destacable es que se puede considerar probado que la víctima padecía problemas mentales, los cuales se agravaban con el consumo de alcohol y cocaína; también que el único arma de la que se conoce el 'origen' en el juicio es la que lleva el fallecido en el cinto. Las distancias de impacto que sostiene el ministerio fiscal en su escrito de acusación no soportan la duda razonable. Un hombre de casi 1,80 metros tiene un brazo que mide casi 90 centímetros. Las distancias del disparo se cifran hasta en 1,40 metros. Pero es palmario que la mano toca el cañón... La labor del jurado no será precisamente fácil.

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