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“Yo invitaría a un político a vivir con nosotros un par de días”

  • La comunidad sorda relata los graves problemas de comunicación que les ha traído la pandemia

  • Para sus miembros, “si antes teníamos barreras, ahora estamos más aislados”

Belén Rodríguez, agente de la comunidad sorda, y Eugenia Morales, intérprete, en la sede de Apesorje.

Belén Rodríguez, agente de la comunidad sorda, y Eugenia Morales, intérprete, en la sede de Apesorje. / Pascual

Si antes de la pandemia teníamos barrera, esta situación nos está acabando de aislar”. Son las palabras de Belén Rodríguez, agente de desarrollo de la comunidad sorda en Jerez, unas palabras que dejan a las claras la situación que están viviendo este colectivo desde que el coronavirus apareció por nuestras vidas.

Evidentemente, el uso de la mascarilla es uno de los grandes problemas con los que se encuentra la comunidad sorda, aunque sobre todo la falta de recursos con los que está contando para hacer frente a esta situación. “Yo invitaba a un político a quedarse conmigo un par de días en mi vida cotidiana, que venga a comprar, al banco, para que se den cuenta de las necesidades que tenemos”, asegura Alejandro Fernández, directivo de Unasord.

Al contrario de en otros ámbitos, como puede ser el educativo donde se ha aumentado el número de docentes, en la comunidad sorda “no se han hecho inversiones, y los servicios de interpretación no se han ampliado. Es más, durante el confinamiento se ha tenido que justificar el trabajo de los intépretes, que pese a que estaban en su casa, han hecho una gran labor”.

En el día a día de esta pandemia, la comunidad está teniendo problemas “con los temas médicos y con la comunicación. Está claro que las mascarillas limitan mucho la lengua de signos, ya que perdemos la expresión. Ya no es siquiera por el tema de la oralidad, porque hay personas sordas que no necesidan leer los labios, sino porque la lengua de signos tiene como componentes la boca, la expresión”, prosigue Fernández.

“Te pongo un ejemplo. Si te llama el médico o el hospital, nosotros no tenemos posibilidad de coger el teléfono si no hay intérpretes, y eso está provocando que se pierdan citas y estemos incomunicados. Igual ocurre cuando vamos a la consulta, porque llaman por el nombre y se nos pasa el turno, o incluso al acudir a una tienda a comprar. Antes, si ibas solo te podías comunicar con lectura labial, pero ahora con la mascarilla eso se pierde. Y además, la gente tiene más dificultades para entendernos. Hasta para poner los nuevos canales digitales hay problemas, sobre todo para las personas mayores, porque los técnicos no pueden ir a sus casas y ellos no saben hacerlo por sí mismos”.

La misma situación se está repitiendo en el ámbito laboral “porque ha habido personas que han entrado en un ERTE y para hablar con el Sepe, por ejemplo, o tenían un intéprete al lado o no había manera”.

Asimismo, a nivel laboral, la pandemia está haciendo que los trabajadores sordos tengan más problemas. “Muchas empresas reconocen que estaban contentos con las personas sordas, pero que ahora, con la mascarilla, al ser la comunicación más compleja, se descartaba”, interviene Belén Rodríguez.

Dentro de su labor como agente de desarrollo de la comunidad sorda, Rodríguez reconoce que su función es “acceder a los ámbitos de la vida cotidiana para poder romper esas barreras y ahora me veo limitada. Es más, cada vez me piden más y en muchos casos se está generando ansiedad por verse aislados”.

En este aspecto, considera que las personas mayores son las que más están sufriendo la pandemia y esta incomunicación. Así lo admite Pedro Jesús Vega, presidente de Apesorje que incluso cuenta que durante el estado de alarma y el confinamiento “a mi casa ha llegado a venir gente porque quería venir a la asociación y no se había enterado de lo que estaba pasando, o sea, estaban totalmente incomunicadas. Eso es muy grave”.

“Está claro que nadie estaba preparado para esto, pero la comunidad sorda ha encontrado más dificultades y las sigue encontrando”, continúa.

Para Pedro Jesús Vega, “a nosotros no nos han ofrecido una alternativa para poder solucionar esto, por eso exigimos medidas, ya no sólo en cuanto a los intérpretes sino también que se homologuen las mascarillas transparentes, porque nos ayudaría muchísimo”.

No obstante, no sólo a las personas mayores ha afectado la pandemia, también a los más jóvenes, los que se encuentran en edad escolar. “El confinamiento fue muy complicado para los alumnos, porque al no tener intérpretes, los profesores no sabían adaptar sus temas y a lo mejor le mandaban todo por escrito y hay muchos usuarios que no tienen una lecto-escritura ideal y necesitan el apoyo de ese intéprete. En algunos centros hay a veces profesionales con lengua de signos e incluso un logopeda, pero durante ese tiempo no hubo nada y lo han pasado mal”.

Por esta razón, “exigimos que haya un mediador sordo, un mediador oyente o una PTIS con lengua de signos. Un usuario con limitación auditiva debe tener desde pequeño ese mediador y eso, aunque está por ley, no se está cumpliendo y si se cumple, se hace con muchas menos horas de lo que sería ideal”.

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