El vino supera fronteras

El jerez, a la conquista del Nuevo Mundo

  • El enólogo Manuel Torres convierte un viaje de placer en uno de negocios tras realizar una cata improvisada en Colombia Se abre así un nuevo mercado para el producto jerezano

Manuel Torres es el ejemplo de que los mejores negocios pueden llegar a surgir cuando menos se esperan. El enólogo jerezano puso rumbo a Colombia, el país de su mujer, a pasar unos días. En la maleta, no podía faltar una botella de fino, queso y jamón, para la familia política. Unos amigos le propusieron hacer una pequeña cata que, gracias al boca a boca, terminó convirtiéndose en una cata maridada con todas las de la ley. "Nos terminamos reuniendo más de 30 personas", bromeaba Torres, quien hacía hincapié en que "se quedaron sorprendidos al ver nuestra pasión presentando los vinos, porque nunca habían recibido la visita de un enólogo jerezano presentando sus productos".

Tal fue el éxito que "en cuestión de dos días, salimos en la prensa colombiana, El Medellín, El Tiempo y ADN de Bogotá, prácticamente sin quererlo", se seguía sorprendiendo el enólogo. A esta cata improvisada terminaron acudiendo gente relacionada con el vino en Colombia, "y hemos creado una estrecha relación a través de la cual queremos introducir nuestro vinos en la cultura del país. En ese mismo instante se pusieron en contacto conmigo varios importadores, tuve reuniones con ellos y se ha abierto una vía nueva a las Américas, al Nuevo Mundo".

Nada más llegar a Jerez, Torres menciona que "en seguida correos electrónicos, gente que quiere que le manden el vino, contactos de bodegas… Vamos a intentar mandar el vino en rama para que Colombia vaya conociéndonos. Es un país que desconoce el mundo de los vinos, solo tienen contacto con el tinto de Chile y Argentina". La cultura vinícola en el país latinoamericano se está introduciendo poco a poco, ya que "se está poniendo de moda que los jóvenes compren algo de queso en el Éxito (como El Corte Inglés de aquí) y hacer un cheese&wine un sábado por la noche. Están dejando de lado un poco el aguardiente y están empezando a curiosear con el vino. Están muy de moda los tintos, pero los de Chile y Argentina, debido a la cercanía del país son más baratos que los procedentes de aquí. Por poner un ejemplo, una botella de Tío Pepe allí puede llegar a costar 25 euros".

El primer problema que se presenta en esta incursión hacía Colombia es "que tienen una cultura de 0% alcohol en el sentido de la seguridad vial". Como curiosidad, el enólogo explicaba que "las aseguradoras nombran un 'conductor elegido' para que cuando salgas a cenar para recogerte en un punto y llevarte a tu casa para que no tengas que coger el coche. Lo que viene siendo un chófer".

A nivel inmediato, "en un máximo de dos meses", Manuel Torres planea "reunirme con los importadores para ver cómo abaratar ese precio. Queremos ir de la mano con los aceites de oliva y los productos ibéricos que entran en el país. Intentarnos meternos en su cadena alimenticia". Aquí se presenta todo un reto, debido a que los países de Latinoamérica tienen una cultura gastronómica "muy diferente, por eso vamos a intentar buscar tascas y gastrobares para que puedan integrarlo en el día a día. Se levantan muy temprano, a las seis de la mañana y llevan a los niños a la escuela. Sobre las 10 de la mañana se toman 'el algo', alguna fruta, alguna empanada… Y a las 12 hacen un almuerzo bastante consistente que no está enfocado al. Pero lograremos encontrar el hueco".

Entre las razones del porqué aún no se había dado este salto, Torres señalaba el problema de "las aduanas. Han tenido muchas dificultades hasta que por fin se ha establecido el libre mercado, ahora parece los canales están mucho más abiertos y seguros".

En España, el día a día de Manuel Torres se encuentra entre Jerez, El Puerto y Sanlúcar, donde se establece como asesor técnico y de calidad de los vinos. Tras trabajar más de diez años en Sánchez Romate, decidió pasarse a "asesorar a otras pequeñas bodegas con problemas de legislación. Son tan antiguas que se pierden con las nuevas normativas sanitarias, las del Consejo Regulador, las exigencias en cuanto a trazabilidad, numeración de botas y barricas…". Es el caso del almacén Faustino González, situado en la calle Barja.

El enólogo explicaba que la función de estos pequeños almacenes es la de "suministrar a la solera de otras bodegas sus vinos. Aquí permanecen mucho por tanto tienen vinos gordos, finos gordos, vinos de alta calidad y cuando alguna bodega ve que merma la calidad de su sistema de solera y criadera se pone en contacto con nosotros".

La renovada moda y explosión de los tabancos ha impulsado la función de estos almacenes debido a que, como explica Torres, "esa pequeña bodeguita no tiene una marca, no tiene un producto embotellado, por lo que le viene bien sacar su producto en rama. Ahora la juventud empieza a conocer el vino en rama, a querer un amontillado, esa cultura nueva que se está renovando en Jerez…".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios