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Jerez

El jerez y el oporto van al cine

  • El portugués y el jerezano comparten mensa y pantalla

  • Vinos con muchas historias de película

Dublineses.

Dublineses.

EL jerez y el oporto son dos vinos con mucha historia. Durante algunos siglos fueron los preferidos en las cortes europeas, y llevados a las colonias americanas y de Asia por las potencias colonizadoras. Compitieron por imponerse en sus mercados tradicionales, pero por sus diferentes tipologías convivieron en armonía, compartiendo mensa y mantel en las lujosas mansiones de la aristocracia y la alta burguesía, como entre los artistas e intelectuales, el preferido por las damas, y objeto de deseo de las clases populares.

Si las comidas se iniciaban con un jerez, como aperitivo, o incluso acompañando a algunas sopas, el oporto era el ideal para la sobremesa como vino de postre.

La literatura, de la que se nutren muchos guiones para la gran pantalla, refrenda este hecho. Un ejemplo lo tenemos en el relato de James Joyce The Dead, donde la tía Julie servía a los comensales oporto y jerez al final de la cena: "Aunt Julie invited all guests to have either port and sherry".

El director de cine, John Huston, la llevaría al cine con el título de Dubliners (1987), recreando en imágenes momentos como el descrito por Joyce.

Pasaje a la India. Pasaje a la India.

Pasaje a la India.

Muy gráfica resulta la escena de Tiempo modernos (1936), donde Charlot se protege de su perseguidor junto a unos barriles de los grandes almacenes, en sus frontales se pueden leer los tipos de vinos que contienen, entre ellos el sherry y el port.

Tampoco hay que olvidar que algunas de las bodegas del Marco tuvieron intereses compartidos en ambas zonas vitivinícolas, recordemos Sandeman, Harveys, González Byass o Valdespino, y a la inversa, la compañía Kopke.

En Jerez se llegaron a hacer imitaciones del vino portugués, como bien ha documentado la historiadora sanluqueña Ana Gómez, en su trabajo: Vinos de Oporto y Madeira: Antigua iconografía publicitaria emitida por los bodegueros del Marco de Jerez (Douro, nº 15, 2003).

Incluso la Fiesta de la Vendimia, en su edición de 1986, estuvo dedicada a la ciudad de Oporto.

Vinos de Cine

Poco a poco, ya que las dificultades son muchas y variadas, vamos dando forma al trabajo de investigación sobre la presencia en el cine, y las series de TV, de los tres vinos fortificados más famosos en el mundo: el jerez, el oporto y el madeira.

Del primero ya se han podido catalogar alrededor de 600 títulos, del oporto la cifra supera los 150 , y del Madeira no llegan al medio centenar.

Tanto la Filmoteca Española, como la Cinemateca Portuguesa, nos confirman que nada se había hecho con anterioridad en este aspecto, por lo que este trabajo de campo permitirá contar con nuevos elementos de investigación a la hora de analizar las maneras en las que estos vinos singulares han sido consumidos por la sociedad en diferentes épocas y lugares.

Es una evidencia que las producciones norteamericanas y británicas dominan con numerosos ejemplos, y aunque parezca extraño son menos los títulos nacionales (españoles y portugueses), donde aparecen estas menciones. Es nula la presencia del oporto en el cine español, tan solo hemos localizado un par de títulos.

Marcas y cosechas

Como hemos visto con el jerez en otros artículos, el oporto no solo se ofrece en las escenas cinematográficas indicando el apelativo genérico, o sirviéndose en bellos decanter de cristal tallado, sino que en ocasiones podemos apreciar las etiquetas de las botellas, distinguiéndose la marca distintiva de la bodega.

La más popular es la de Sandeman, con su famosa silueta negra del hombre de la capa, como la que aparece en las dependencias del puesto de policía de El gendarme se casa (1968), o bien en otro film francés, Les Tortillards (1960).

En consonancia con la posición social de los personajes es lo que se bebe en el picnic que montan al pie de la montaña en Pasaje a la India (1984). Los asistentes degustan un fine old Tawny Hunting Port, de Harvey's.

Igual de exquisito es el oporto Graham´s que el personal de Darlington Hall, en Lo que queda del día (1993), preparan para los invitados a la comida.

Y menos sofisticado es el restaurante de barrio parisino en Macadam (1946), que ofrece a sus parroquianos un oporto de la casa en botella negra sin etiqueta.

A diferencia del jerez, el oporto es apreciado por la calidad de sus añadas, y la de 1887 tuvo que se ser excelente cuando se abren sendas botellas para una celebración, ya sea en Pasos en la niebla (1955), o en Robo al Banco de Inglaterra (1960), ambas ambientadas en el Londres de finales del XIX.

En la producción española, de 1941, La pródiga, es el conde de las Acacias el que le ofrece a su invitado un oporto del `42.

Marca y año, la del Dow´s de 1991, es lo que se distingue en la bodega de un prestigioso hotel en Una buena receta (2015). Y en Ocho sentencias de muerte (1949), es un Cockburn de 1869, el que sirve el distraído reverendo Lord Henry.

Algo más que un aperitivo

Aunque a veces se ha echado mano del este vino como uso medicinal, recordemos las dos versiones al cine de la obra de Charles Dickens, Oliver Twist (1948 y 2005), su función más habitual es la de aperitivo para agasajar al invitado, ya sea amigo, familiar o pareja.

Este vino tiene una gran presencia en el cine francés, mucho más que el jerez. Comentemos dos de las películas de Luis Buñuel que hizo en Francia, con una de ellas ganó un Oscar, El discreto encanto de la burguesía (1972), y El fantasma de la libertad (1974).

De la sobremesa a la cocina

Si el jerez suele ser el aperitivo con el que se da inicio a cualquier comida, o cena que se precie, bien en los palacetes británicos, o en las mansiones americanas de la costa Este, es el oporto el que las concluye, tal como apreciamos en La cacería (1985), o en Caravan (1946). En esta última es el sirviente el que aclara este protocolo ante un nutrido grupo de mujeres con pocos modales que han invadido la casa.

El vino de postre, de sobremesa, es el oporto. Y aquí nos encontramos una gran variedad de casos.

En Miss Potter (2006), la anfitriona, Mrs. Hellen, da órdenes al servicio de dosificar las copas de oporto a Mr., Nigel, no más de cuatro.

Y el gobernador de la isla caribeña, en El zorro en la corte de Inglaterra (1971) comenta con sus otros tres comensales que no hay nada como un oporto después de cenar; vino que le traen de Lisboa.

En otros lugares del Imperio británico se repite este mismo hecho, en la India de Rebelión en la India (1938), el oficial exclama con placer: Oporto después de la primera cena en la delegación, es histórico.Imperio que se mantuvo durante siglos gracias al poder de su armada, bien surtida de vinos de jerez y oporto en sus barcos, como vemos en Rebelión a bordo (1962), donde Marlon Brando, que da vida el oficial Fletcher, alaba el oporto que le ofrece el capitán del famoso navío Bounty : ”Es muy bueno este oporto”.Y la afición por los vinos fortificados españoles y portugueses la compartieron sus primos americanos, sobre todo los de Nueva Inglaterra.

Prueba de ello son estos dos títulos. Una de las historias de Trío de terror (1963), tiene lugar en una misteriosa casa de la costa Este de los Estados Unidos, en la que Alex (Vicent Price), después de cenar, comparte un “excelente oporto” con el profesor Carl (Sebastian Cabot).

Y es en Filadelfia donde vive el rico y excéntrico Anthony J. Drexel Biddle, encarnado por Fred MacMurray), bebe su copa de vino de oporto en la sobremesa, junto a su familia, y su futuro yerno, en El más feliz millonario (1967).

Por otra parte, el oporto es un vino muy recurrido a la hora de condimentar algunos platos, hecho muy frecuente en la cocina americana, al igual que el cooking sherry.

Y ejemplos los tenemos en historias que transcurren en Nueva York y Los Ángeles. En la primera, la cocinera aficionada Julie, de Julie&ulia (2009), prepara pollo con crema champiñones con un toque de oporto. También en esa misma ciudad, pero a finales de los años de los `30, el maitre del selecto restaurante Palais Royal, sugiere a Lana Turner, una de Las chicas Ziegfeld (1941), un foie gras al oporto.

Y la que sucede en California, tanto el cocinero, como la chef, de Amores y sabores (1997), echarán mano de este fortificado portugués para sus platos.

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