Jerez

Las lágrimas de Rigoberta Menchú

  • La Premio Nobel de la Paz de 1992 anima en Jerez a los jóvenes "a que no esperen a ser víctimas de abusos para tener memoria" y a "encontrar metas conjuntas"

El Museo de la Atalaya se quedó ayer pequeño para recibir a la Premio Nobel de la Paz de 1992, Rigoberta Menchú, quien acudió a la ciudad para participar en una conferencia enmarcada en el XXII Ágora Juvenil, organizado por el Consejo de la Juventud de Andalucía. El acto, previsto para las siete de la tarde, se retrasó al menos veinte minutos, debido a la apretada agenda de la protagonista que fue recibida primero por las autoridades municipales. A esta circunstancia se le unió que su comparecencia estuvo presidida por un largo comunicado de jóvenes representantes de UGT y CCOO que anunciaron la celebración de una jornada mundial a favor de un trabajo digno. Tan larga fue esta primera parte que alguno de los asistentes prefirió marcharse de la conferencia sin oír a Menchú, criticando en voz alta "estos del PSOE siempre igual".

No obstante, la multitud que se congregó esperó incluso la larga presentación de la invitada, realizada por el periodista Fernando Pérez, que provocó las lágrimas de Rigoberta Menchú al recordar una a una las desgracias personales que han ocupado gran parte de su vida. Aun así, la guatemalteca, pañuelo en mano para ocultar su emoción, acaparó toda la atención del público nada más empezar su conferencia bajo el título 'Derechos de la mujer indígena'. Su primeras palabras destacaron especialmente que "los seres humanos dejamos huellas que dependen de cómo se construye la historia". Un instante en el que recordó que la lucha más importante de los pueblos "es que tengan memoria para no repetir atrocidades". Aprovechando, además, la presencia de muchos jóvenes, Menchú les instó a que "no esperen ser víctimas de un abuso para que tengan memoria, sino que sea por conciencia propia".

Pese a que no pudo evitar las lágrimas al rememorar sus vivencias pasadas, la Nobel de la Paz se mostró satisfecha de aquellos que como ella no sólo han crecido con sufrimiento "sino también con una vinculación profunda con la naturaleza. Cuando se ve esa calidad de vida, no es pobreza, sino una riqueza extraordinaria".

Rigoberta Menchú agradeció la invitación para tomar parte en Jerez en la Feria de la Juventud y animó a los participantes a "hacer amigos, intercambiar planes y compromisos, y fijar metas, porque se crece con el tiempo". Consciente de que los seres humanos "han construido muchas perspectivas, pero arrasando hasta lo que nos permite respirar", la invitada de honor admitió que en la actualidad se vive "un no-tiempo en el que se caen referencias, porque cada cual busca su camino para hacer lo mismo. Es un desorden". Sin querer juzgar a los que en el pasado cometieron errores, insistió en que la meta de la sociedad actual tiene que ser "no olvidar". Así las cosas, no dudó en resaltar que lo más importante es "lo que no se puede encontrar en los supermercados, la sabiduría". Un discurso en el que quiso dejar claro que lo valioso de los jóvenes ahora "es que se encuentren y que tengan metas comunes".

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