Jerez

Una lección en francés

Jerez ha tenido el privilegio de liderar durante dos años el Proyecto Pegaso, un "regalo" financiado por la Unión Europea y que integran otras ciudades europeas vinculadas al mundo del caballo, como Santander, Bajo Guadalquivir, Golegá (Portugal) y otras localidades de Irlanda e Inglaterra. Pues bien, como fin de fiesta (el mandato acaba el 31 de diciembre), desde ayer y hasta hoy se está celebrando en Jerez el primer Congreso Internacional de Turismo Ecuestre, al que han sido invitadas destacadas personalidades de este sector.

Y nadie mejor que el presidente de la Federación Internacional de Turismo Ecuestre (FITE), el francés Hervé Delambre, para hacernos ver que en este país, y en concreto en Jerez, queda mucho por hacer para llevar el turismo de interior hasta las altísimas cotas que han alcanzado países como Francia.

Habría que remontarse hasta la década de los años cuarenta del siglo XX, justo al concluir la II Guerra Mundial, para localizar el punto de partida de la eclosión del turismo ecuestre en el país vecino. Entonces, el francés de clase media comenzó a sentir la necesidad de conocer su propio país de una manera diferente, a caballo. "Había ansias de libertad, de hacer turismo por puro placer. Esto se convirtió en el punto de partida, supuso el impulso a la actividad ecuestre", apuntó ayer Delambre. Veinte años después, en los sesenta, Francia contaba con una estructura turística de interior absolutamente consolidada, hasta tal punto que hasta la actualidad "lo único que se ha hecho ha sido mejorar lo existente".

El aficionado desencantado de la equitación clásica, harto de dar vueltas en una pista cerrada y necesitado de compartir la naturaleza y la libertad con el caballo, ha sido el que ha revolucionado con el tiempo este sector. En Francia existen más de setenta guías de itinerarios, más de un millón de kilómetros de senderos, más de setenta mil empleos relacionados y más de medio millón de federados oficiales ( jinetes "de exterior") cuyo interés por el caballo es la búsqueda por el territorio francés de rincones históricos, de gastronomía autóctona y de libertad. Cifras que marean.

El turismo ecuestre no pone nada difíciles las cosas. Requiere un nivel medio de conocimientos ecuestres, un caballo que no presuma de linaje, dócil, en buen estado físico y de carácter decidido para sortear imprevistos y obstáculos naturales. En cuanto a la formación del guía o instructor turístico, aunque en Francia existen titulaciones desde hace décadas, gracias al buen trabajo que en su día hizo el Ministerio de Agricultura, en España se acaban de presentar dos nuevas titulaciones bajo el paraguas de la Federación Hípica: Conductor Guía de Turismo Ecuestre (500 horas) e Instructor Guía de Turismo Ecuestre (600 horas). Estos certificados, en un futuro esperemos que no muy lejano, serán imprescindibles para tener homologado cualquier centro hípico o alojamiento rural en el que se ofrezca el servicio de turismo ecuestre, que consiste en recorrer el interior del territorio a caballo.

El más de un millón de kilómetros de senderos que están censados en Francia, la mayoría de ellos incluso señalizados debidamente para hacer lógica la ruta, está salpicado de restaurantes y alojamientos rurales donde jinete y caballo pueden pernoctar al más puro estilo cervantino, un aspecto "básico y necesario para que se haya podido desarrollar el turismo ecuestre". Quizá, el dato más relevante y significativo del estudio expuesto ayer por el francés Hervé Delambre es la conquista de la clase media. Según el presidente de la FITE, esta enorme bolsa de la población se ha convertido con el tiempo en el público objetivo del turismo ecuestre. Esta afición no requiere ser propietario de un caballo, ni ser un experto jinete ni un acaudalado ciudadano. Gracias al turismo ecuestre, concluyó Delambre, en Francia se ha podido rescatar de las garras de la extinción formas de vidas alejadas del moderno concepto urbano. "El turismo ecuestre ha hecho revivir la vida rural, ha rescatado de las ruinas las casas rurales polivalentes. Ha dado al campo la oportunidad de generar nuevos negocios".

Para concluir, el francés destacó el gran potencial que tiene Jerez para desarrollar una industria de interior con el caballo como protagonista. "Hay senderos, hay caballos, hay un clima excepcional y afición. Se dan las condiciones para el éxito". Pues a tomar nota.

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