Jerez

Le llaman 'movilidad' y es emigración

  • El talento se escapa con una 'fuga de cerebros' que daña al país Aquí, testimonios de los que se han ido para seguir formándose o buscar un empleo

Hay un pub en Londres en el que casi todos los días hay un español en prueba para trabajar. Tres horas entre copas, bandejas, servicios y delantales con el objetivo de conseguir un trabajo, de lo que sea, para sobrevivir en un mundo que parece olvidarse de dar oportunidades. La ministra de Empleo, Fátima Báñez, dijo por el mes de abril que su departamento trabajaba para conseguir que los jóvenes que quieran buscar oportunidades fuera de España puedan hacerlo, porque "a eso se le llama movilidad exterior". ¿Movilidad exterior?

Algunos jóvenes cogen las maletas y se suben a un avión por gusto, por mejorar su formación, porque en su día se enamoraron de una ciudad extranjera y prometieron volver para crecer en ella. Sin embargo, la inmensa mayoría se despide de la familia por obligación ante la frustración de no encontrar un trabajo en su 'casa'. Y se marchan creando un movimiento que han llamado 'fuga de cerebros', una ola de 'buscavidas', universitarios, jóvenes con talento que terminan sus carreras, sus másteres y suman cursos en sus currículos sin tener una opción de poner sus conocimientos en prácticas.

Una vez fuera, a veces ocurre que la puerta correcta se abre y llega la oportunidad que en su ciudad no le dieron. Y de esos, hay algunos ejemplos...

Mientras que en Jerez se celebraba el Congreso de la Fundación Bonald, en Chile premiaban al joven jerezano Federico Fernández con el Premio Nacional de Ensayo por Cantos cabríos. Doctor en Filosofía por la Universidad de Sevilla (con mención europea), este jerezano se fue a Chile hace un año porque consiguió un convenio de financiamiento postdoctoral. Actualmente, es investigador residente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile (la universidad pública del país), y desarrolla un proyecto sobre el problema de la interpretación de los sueños en la filosofía franco-alemana contemporánea. "En España llevaba, en el momento de esta concesión, un año y cuatro meses desempleado. Cobré el paro (8 meses), y luego cobré el 'Prepara' (6 meses). Llegó un momento en el que me di cuenta de que, a pesar de haberme doctorado y haber conseguido una beca de investigación para mis estudios -con la que hizo estancias de investigación en Bélgica, Alemania y EEUU-, no tenía prácticamente ninguna opción de hacer carrera universitaria y seguir investigando en España", comenta Federico. La precariedad "anímica y económica" era máxima y comenzó a mirar opciones para irse. "Soy, en este sentido, uno de tantos casos de españoles, digamos 'bien formados', que no encuentran trabajo en su país y tienen que emigrar", reconoce.

Emigrar. Así también lo ve Ignacio Palomo, un informático jerezano que ejerce como tal y con éxito su profesión en una empresa de Manchester. "Hablar de movilidad es simplemente un paso más hacia esa ansiada transformación del lenguaje del que ya hablaba George Orwell en 1984 -pervertir el lenguaje hasta el punto de cambiar nuestra forma de pensar-. Ya no despiden a personas, sino que aplican EREs; no hay crisis, sino un crecimiento económico negativo; o ya no emigramos, sino que activamos nuestra movilidad exterior", denuncia Ignacio.

La idea de salir del país comenzó a madurarla con su novia hace unos dos años. Nunca se imaginó trabajando fuera pero su nivel de inglés era bueno "y a ambos (aunque por diferentes razones) nos apetecía dar el salto y probar una vida en el Reino Unido". Su sector, la informática, tiene unas expectativas de crecimiento muy altas en Inglaterra, "y aunque no puedo decir que estuviera mal aquí, sí que me gustaba la idea de evolucionar profesionalmente".

Y lo ha conseguido. Su experiencia está siendo "tremendamente positiva, porque se trabaja de una forma muy profesional y la empresa cuida muchísimo al trabajador: te da oportunidades para destacar, oye y aplica tus sugerencias, ofrece tiempo y recursos para formación..., es un mundo completamente distinto, en el que no todo es trabajar deprisa y para ayer".

Positivo también está siendo el día a día de María del Carmen Díaz. Tras acabar la carrera de Económicas esta jerezana no tenía muy claro dónde comenzar su futuro profesional "ni tampoco es que las opciones que barajaba las encontrase en España, la verdad. Si a esto se le suma la crisis en la que nos seguimos encontrando, decidí seguir descubriendo mundo y nuevas experiencias". Esta economista está realizando en estos momentos un máster en Neuchâtel (Suiza) y lamenta la huida de tanto talento del país. "Es una lástima la salida de jóvenes al extranjero para labrarse su futuro porque en su propio país no dan las ayudas necesarias para que se salga de esta crisis, sino más bien te ponen barreras. En los días en los que vivimos existe tanta incertidumbre que ni yo, ni los tantísimos jerezanos y españoles que estamos en el extranjero, pensamos a largo plazo. Por lo que a mí respecta, seguiré intentando aprovechar las oportunidades que se me presenten, siempre con la capacidad de adaptarme a cualquier entorno y situación", apunta Díaz.

Pero no todo es color de rosa. La jerezana Sofía Navarro cuenta desde Londres que tiene un amigo que en septiembre partió hacia Cambridge con su pareja. "Él es una persona muy artística, humorista, y me cuenta sus horas de trabajo que no tiene nada que ver con lo suyo, me dice que ha estado fregando en una cocina durante 12 horas, que está reventado, que tiene las manos quemadas, que no tiene fuerzas ni para escribir un monólogo...", relata la joven. Por suerte, la vida de Sofía es distinta.

Bajo la premisa de la prudencia y sin querer comerse el mundo en sólo un día, el 17 de enero de 2012 cogió un vuelo sin billete de vuelta, billete que sigue teniendo guardado en casa. Se fue a Londres con una maleta de cabina y 300 libras, y desde entonces ha estado trabajando de camarera en restaurantes, en pubs..., y incluso estuvo también un tiempo en una librería, que fue "sin duda" lo que más le gustó. "Ahora estoy de camarera, sí, pero empiezo a duras penas a tener contacto con el mundo en el que quiero acabar. He estudiado Comunicación Audiovisual, y estos últimos meses me he movido un poco para ver si me colaba como extra en algún rodaje, porque pagan muy bien, veo de qué va la cosa, observo, conozco a gente y algo aprendo...", señala Navarro, quien ya en España escribió por encargo de una editorial dos libros.

Desde septiembre ha estado rodando en la película 'The imitation game', sin dejar de trabajar en el pub, "y lo cierto es que me lo he pasado en grande. Mi intención a partir de ahora, ya que después de casi dos años tengo el idioma bien controlado -asignatura pendiente para la inmensa mayoría de los españoles-, es encontrar un puesto en alguna productora y si tenemos que empezar de cero, se empieza de cero. Y, por supuesto, en mis ratos libres escribo mis novelas y mis artículos como si no hubiese un mañana". Tanto aprovecha el tiempo que, de hecho, Sofía está a punto de terminar su última novela La señora de Montesco, "y la pienso mandar a traducir porque creo que aquí puede dar para mucho".

Esta jerezana se marchó a Londres porque con 16 años quedó prendada de la ciudad, aunque eso no quita que viva muy cerca la tragedia del que se sale de su casa con muchas menos ilusiones. "Tengo una compañera de piso, enfermera, que estaba enganchadísima a su ciudad natal, no se quería ir para nada. Pero por cuestiones de trabajo se ha tenido que venir. Yo he visto cómo esa persona sufría día tras día por estar fuera, y para eso no hay derecho. Después de un tiempo ha encontrado trabajo, pero lo que ha pasado, nadie se lo quita", relata Navarro. Ser testigo del sufrimiento de su compañera le hace ser aún más crítica con el Gobierno. "Esa forma de buscar eufemismo -en referencia a las declaraciones de Báñez- para algo que es tan fuerte me da muchísima vergüenza ajena, me da pena, me da rabia, me cabrea y estoy en mi derecho. Es emigración con todas las letras. No es buen marketing, pero es la verdad", denuncia.

Cuando se les pregunta cuándo comprarán el billete de vuelta, todos parecen encoger los hombros, porque en esta 'fuga de cerebros' se sabe cuando uno se va, pero no cuando regresa. "La dificultad viene al buscar un equilibrio entre vida personal y profesional. Está claro que es necesario tener un trabajo en el que te sientas realizado, ¡y que pague las facturas!, pero también se echa muchísimo de menos a la familia, a mis sobrinas, los amigos, el clima, un buen desayuno con jamón, aceite y tomate..., y eso es algo que tira muchísimo. Puede que en un futuro pueda unir ambos mundos haciendo teletrabajo, pero es algo que el tiempo dirá", reconoce Ignacio.

En estos momentos, ni el tiempo podrá definir la vuelta del premiado Federico: "A mí me gustaría volver. Pero ahora mismo viendo cómo está el panorama creo que a corto plazo es imposible y a medio, improbable. Con todos los recortes que ha habido por parte del Gobierno desde hace dos años, si uno quiere dedicarse a investigar ahora mismo en España, es descabellado".

En una ola de noticias 'positivas' por parte del Gobierno, de anuncios de recuperación, de bancos que ganan incluso más dinero que el año anterior..., Sofía se pregunta, o mejor dicho, le pregunta al Gobierno: "¿La recuperación de la que habla se basa en que los bancos vuelvan a ganar dinero a mansalva o se van a preocupar de recuperar a todos estos jóvenes que se están marchando? ¿Cuál es la recuperación real? Y en lo que me toca, ¿el Gobierno se va a preocupar realmente en hacer fácil la vuelta a casa de la gente que quiera volver o ya no importa? ¿No formamos parte de esa recuperación?". Pues eso, ¿estos jóvenes serán protagonistas algún día de la recuperación del país?

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