Bodegas

Otro magnate filipino para Garvey

  • Tras el aterrizaje de Andrew Tan en Bodegas Fundador (Domecq), el también multimillonario de la antigua colonia Lucio Tan se interesa por Garvey, en proceso concursal desde hace 5 años.

No es Andrew Tan ni Lucio Co, pero el nombre se presta a equívoco. En el Marco de Jerez se especula con el posible desembarco en el sector bodeguero de otro magnate filipino, vinculado como los anteriores al negocio de los destilados, y que responde al nombre de Lucio Tan.

Tras la puja de Andrew Tan y Lucio Co por la antigua Domecq y el brandy Fundador, resuelta en favor del primero, el tercer filipino en liza estaría interesado en hacerse con los activos de Garvey, para más señas, el Complejo Bodeguero Bellavista y Zoilo Ruiz Mateos, antes en manos de la familia Ruiz-Mateos (Nueva Rumasa) y ambas en proceso concursal.

El largo concurso de acreedores de ambas firmas bodegueras toca a su final por la situación insostenible de Complejo y Zoilo, a las que terminó de dar la puntilla el empresario valenciano Ángel de Cabo -condenado junto al ex presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán por vaciar Marsans- y para las que pocas opciones quedan ya antes de pasar a la liquidación.

Fuentes conocedoras del proceso apuntan que el grupo filipino Asian Alcohol Corporation, propiedad de Lucio Tan, habría presentado una oferta por la unidad productiva de las dos bodegas de la que no precisan importe, pero que sería vinculante para 25 de los poco más de sesenta trabajadores que se mantienen en plantilla. Según otras fuentes, en este caso del sector, la administración concursal está a la espera de que el grupo filipino, representado por un intermediario, presente una oferta en firme.

Todas las fuentes consultadas por este medio coinciden en señalar, no obstante, que la operación tiene no pocos obstáculos que superar para cerrarse con éxito, pues hay innumerables flecos jurídicos que pueden dar al traste con la venta. De hecho, alguna bodega del Marco que se interesó por Garvey salió corriendo tras conocer los detalles de su situación. Hay incluso una bodega que presentó una oferta a la baja, en realidad a un precio irrisorio, por lo que fue rechazada para alivio del bodeguero, quien confesó que la compra de Garvey habría sido una carga difícil de llevar.

Los principales escollos son las marcas, la hipoteca y la liquidación de los trabajadores. En el primero de los casos, y curados de espanto tras la experiencia de la vieja Rumasa, los Ruiz-Mateos se cubrieron las espaldas transfiriendo la propiedad de las marcas de los vinos, brandies y licores que comercializa Garvey -desde la gama completa del fino San Patricio al brandy Espléndido o el Conde de Garvey- a empresas radicadas en distintos paraísos fiscales bajo titularidad de distintos testaferros. La única garantía para la explotación de las marcas era el acuerdo de cesión de su uso por una serie de años, con posibilidad de renovación. Es decir, la bodega no tiene marcas propias, con lo que pierde gran parte de su atractivo, por no hablar de su valor, pues al fin y al cabo lo que vale es la marca, con independencia de quien la produzca.

Con el concurso de acreedores ya en marcha, el Juzgado de lo Mercantil de Cádiz decretó el embargo de las marcas para evitar que, una vez expiraran los contratos de la cesión de uso, los propietarios de las marcas optaran por no renovar los acuerdos. De ser así, se habría certificado con toda probabilidad la muerte anticipada de las bodegas.

Lo curioso del caso es que, pese al embargo decretado por la autoridad judicial, la administración concursal autorizó un cambio de titularidad de las marcas -no todas-, al parecer por un precio irrisorio -en el sector se habla de 150.000 euros-, haciéndose además con las mismas una empresa participada por un directivo de la bodega. Los trabajadores barajaron denunciar el caso, pero no hubo acuerdo entre las plantillas de las dos bodegas (Complejo y Zoilo), por lo que finalmente se descartó recurrir a los tribunales.

Fuentes jurídicas aseguran que las marcas entrarían en la venta, claro que por un precio adicional para sus actuales propietarios, entre los que hay quien piensa que los Ruiz-Mateos seguirían estando detrás. Curiosamente, cuando se realizó el cambio de titularidad de las marcas se esgrimió que esta operación formaba parte de una estrategia diseñada entre varias de las partes interesadas en el concurso para agrupar así los activos, ya que su fraccionamiento dificultaba la venta como unidad productiva, es decir, con garantías del mantenimiento de la actividad.

Entre las partes interesadas también figura Promontoria Holding, propietaria de los terrenos e inmuebles, cuyo titularidad se adjudicó por ejecución hipotecaria. En consecuencia, sin el consentimiento de esta sociedad de inversión no hay venta que valga.

En tercera instancia, y no por ello menos importante, están los trabajadores, que gozan de absoluta prioridad para el cobro en los procesos concursales. Si el grupo filipino se hiciese finalmente con los activos de Garvey, las distintas fuentes consultadas por este medio asegura que tendría que asumir el coste de la liquidación de los empleados. Y aunque tras la última reforma laboral, estos costes se han visto considerablemente reducidos, es un dinero extra pues, en el mejor de los casos para el empresario, se habla de la extinción de los contratos de unos 40 trabajadores.

Cinco años después de la declaración, el concurso de acreedores de Garvey sigue coleando, sin que hasta la fecha haya cuajado ninguno de los intentos por evitar el desmantelamiento, vía liquidación, de estas dos emblemáticas bodegas jerezanas que forman parte del entramado empresarial que montaron los Ruiz-Mateos en su intento fallido de resucitar el viejo holding de la abeja. En el momento de solicitar el concurso, la deuda conjunta de ambas bodegas ascendía a 216 millones de euros, y la devaluación de su patrimonio en este tiempo es evidente.

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