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Jerez

El peregrino más auténtico del camino

Teo sonríe ayer en una parada del camino.

Teo sonríe ayer en una parada del camino. / pascual

Teo lleva cincuenta y cinco años yendo al Rocío. La única forma de entender su media lengua es a través de ese vocabulario que sólo el camino y el Rocío te pueden dar. Teo es tan rociero y tan peregrino que hasta los jabalíes lo conocen de un año para otro.

Es una institución. Nadie que se crea rociero y jerezano puede dejar de conocer al Teo. El peregrino más auténtico a pesar de su media lengua. "Sólo estoy aquí para darle gracias a la Virgen", comenta Teo. Y su mirada limpia atraviesa a uno a través del grave sol del Coto. Rociero jerezano donde los haya. De esos que siempre están al servicio de su hermandad. Para lo que haga falta. Llegó andando a Marismilla y tuvo que volverse a la zona de Malandar a recoger no se sabe muy bien qué cosa. Y llegó a las once para dormir después de estar un día andando. Reventado. Pero cuando uno le pregunta a Teo por el tema sólo dice con su media lengua una cosa: "Los que faltan y ya no están. Por eso vengo yo. Por el 'Curri', que trajimos a las arenas de Doñana sus cenizas y las depositamos. Y por Antón Mateos y por Rafael Medina". Y por extensión, por esos rocieros que no pudieron salir desde Jerez con el Simpecado y que lloraron en la Porvera. Por todos ellos, el Teo prosigue allí. Andando y siendo una institución entre los peregrinos. Los linces ya lo saben todo esto y lo conocen. Y por eso lo respetan. Y lo dejan andar como en casa por Doñana.

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