La Rotonda

La pólvora ajena también vale

  • Pilar Sánchez tiene la ocasión de aprovechar las obras 'anticrisis' que el Consistorio ha programado con dinero de otras Administraciones para desarrollar gestión y avanzar hacia un auténtico liderazgo social'Calle de Santa Rita', obra de juventud de Antonio López.

"A veces se cansa uno de gestionar miseria", dijo hace años un concejal del PP semanas antes de que de su partido tirara la toalla en aquel pacto con el PSA, cuando Pacheco pasó de ver la sangre de la guerra [de Iraq] en los ojos de Pelayo a parafrasear el conocido eslogan de una empresa de seguros y defender abiertamente que "con Pelayo, la vida es bella". Mientras el PP de Jerez tuvo una referencia en una Administración superior (el Gobierno de Madrid) que tuviera algo tan complicado y tan simple a la vez como es el dinero aguantó el tipo; luego, sin dinero, vino un embarazo de nueve meses, una especie de película indie en la que una treintañera soportaba a un galán maduro y algo tosco en las formas tras haber vivido durante un tiempo días de vino y rosas con el tipo a cuenta de Madrid (y por orden de Sevilla). Con el PSOE en el poder parecía que el dinero iba a correr por Jerez, que el segundo ayuntamiento de Andalucía en el que gobierna el partido (por número de habitantes) se iba a convertir en laniña mimada de la Administración autonómica. No ha sido así. Al menos no exactamente. Hasta ahora, claro. Con la agudización de la crisis y el planteamiento keynesiano realizados por las Administraciones central y autonómica, primando la realización de obras públicas, Jerez se ha encontrado de golpe y porrazo con más de 46 millones de euros (planes E, Memta y Proteja, aunque algunos en cofinanciación) para inversiones a efectuar en los próximos meses, a los que hay que sumar, ya a medio plazo, otras importantes inversiones, como son el Plan Urban de la Zona Sur, Plan de Excelencia Turística, Consejería de Gobernación (otros 20 millones) e incluso lo que puede venir para la ronda sur, el desdoble de la circunvalación ya convertida en bulevar, el Centro Nacional de Arte Flamenco o el tranvía (por cierto, delirante la demostración de un ciber asesor municipal de que el tranvía cabe por Honda poniendo como muestra la subida al barrio lisboeta de Alfama: para entrar en las tiendas de Honda habrá que saltar por la ventanillas del tren, según su misma teoría). Incluso está la 'convalidación' de deuda anunciada por el ICO. Son, en definitiva, muchos millones de euros los que han llegado y van a seguir llegando a Jerez. El gobierno municipal tiene ante sí una doble oportunidad, que la ciudad rentabilice estas inversiones en pequeñas obras (por cierto, casi todas extraídas de un cajón de Urbanismo, donde llevaban varios años durmiendo el sueño de los justos) y, a su vez, rentabilizar políticamente estas actuaciones. Hay que tener en cuenta que aunque el dinero proviene tanto del Gobierno central como de la Junta, estas dos Administraciones 'venden' la idea general, pero no cortan la cinta de la rehabilitación de los claustros, el nuevo polideportivo de la Granja, el asilo San José o incluso la explanada de los cacharritos de Feria (lo más en explanadas: al parecer, el gran arquitecto Oscar Niemeyer ha preguntado por todos los usos que tiene). Son, bromas aparte, pequeñas obras que llegan al ciudadano y sobre las que el gobierno municipal que preside Pilar Sánchez tiene el camino expedito para apuntarse las medallas de todas y cada una de ellas sin molestar a nadie por hacerlo, antes al contrario, son de Administraciones amigas (otra cosa es que casi corra el champán, y donde pone champán quiere decir champán, por inaugurar el equivalente a dos campos de fútbol de asfalto). Ha llegado, en definitiva, el momento de que el gobierno municipal se sobreponga a la (indudable) ruina que ha heredado y demuestre a los ciudadanos que puede y sabe gestionar. Ese es el momento actual, el de gestionar, y ahí debería focalizar Pilar Sánchez todos los esfuerzos de su equipo de gobierno. Sólo de esa manera el gobierno socialista podrá sobreponerse a dos años en los que los titubeos han igualado a las realidades y dar paso al afianzamiento definitivo de liderazgos, liderazgos de verdad, liderazgos sociales -los que van mucho más allá de los de partido-, liderazgos, en definitiva, que el ciudadano perciba como propios en unos momentos en los que buena parte de la población pasa por serias dificultades.

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