CRÉANME si les digo que he tardado años en percatarme de que la palabra ‘vacaciones’ no es sinónimo de inactividad. Más bien es todo lo contrario. Cuando nos vamos de asueto debemos comprender que se abre ante nosotros una doble posibilidad: hacer cosas nuevas o hacer las que hacemos siempre pero de otra forma. Es por ello por lo que admiro profundamente a esos médicos que viajan a miles de kilómetros para seguir operando, pero esta vez a personas que sin ellos estarían condenadas a una muerte segura. Descansar no es tumbarse a la bartola ni agotar  las reservas de tinto del chiringuito. No debemos confundir las vacaciones con el veraneo, que muchos entienden como una especie de hibernación en pleno estío. Ponerse a las órdenes de la esposa tampoco es mala cosa. Ellas nos descubrirán, al menos a los casados, un mundo nuevo dentro de nuestras propias casas... en forma de bricolaje casero.