Sin jonjabar

El timo del café

TODAVÍA recuerdo un tiempo en el que el café se compraba en grano. Un grano que había que triturar, bien con artilugios manuales o, más tarde, con los cómodos molinillos eléctricos. El grano olía a café; la molienda a tueste; y al contacto con el agua caliente una explosión de aromas perfumaba toda la casa.

Para hacer un buen café servía un pobre puchero. También había unas ingeniosas cafeteras individuales de aluminio, de venta en ferreterías, que hacían un café exquisito por la mera fuerza de la gravedad. Y en esto llegaron las cafeteras italianas para darle un toque expreso al invento, con ruido propio. El café se veía, se olía, se oía y se gustaba.

Está calculado que un kilo de café en grano da para 142 tazas aproximadamente (Google dixit). En Mercadona tenemos el kilo de marca andaluza en grano a 12,05 euros. Con una fácil operación matemática comprobamos que un café costaría 0,08 euros. Siguiendo con el comparativo, con 1 euro podríamos tomar 12 tazas y media. 'Regalao...'

Poco a poco nos han ido imponiendo el café en cápsulas. Según parece esos dispositivos plásticos llevan en su interior una cosa que se llama café. Aunque sabemos que existen plásticos transparentes, la nueva industria cafetera nos lo da en pequeños depósitos negros que impiden ver qué y cuánto haya dentro. Inquietante...

Todo responde a una depurada técnica de aborregamiento. Los grandes cafeteros, en vez de vendernos un kilo de café en grano, nos están vendiendo el café por unidades, como si fueran un bar. Y, prácticamente, a precio de bar. La diferencia: el vaso, el plato, la cuchara, el agua, la leche, el azúcar o la sacarina, la limpieza, la mano de obra y el periódico los ponemos nosotros. Y si no fuera suficiente ni el café se ve, ni se huele, ni hace ruido, ni te quita el sueño. Vaya..., que no es café, café.

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