Jerez

El tirón de la hermandad del Cristo 425 años después

Han pasado más de cuatro siglos desde que la ciudad viera nacer una cofradía que en gran medida se erige en emblema devocional de Jerez. Es la del Cristo de la Expiración o simplemente El Cristo porque no hay otro con las hechuras, las formas y la idiosincrasia que le han dando un barrio, unas gentes y los siglos de pervivencia, por encima de los avatares del tiempo. Y así, cuando El Cristo está en la calle la gente, su gente, no comete el pecado de ser infiel a estar al lado de Él y de Ella, la Virgen del Valle, la advocación mariana de la hermandad que si bien el crucificado manda y mucho en el contexto de la cofradía, la Dolorosa es en gran medida la 'culpable' de la génesis de la corporación. Es el tirón de una hermandad que se pone de manifiesto cada vez que sus titulares pisan la calle sea por lo que sea, tirón que dura ya más de 400 años. Así sepas de manifiesto ayer desde que a las siete de la tarde, el ambiente en San Telmo emulaba un Viernes Santo con mucho público y con un cortejo muy participado en el que se vieron muchas de las caras veteranas de la cofradía, aunque por la calle se vieran también a otros muchos que iban por su cuenta.

La hermandad se adentró ayer en la recta final de la celebración de la efemérides fundacional, que si bien no ha tenido unos previos intensos, desde ayer y hasta el sábado próximo, sí concentra un puñado de citas sobresalientes, empezando por el traslado de ayer a Santo Domingo, lugar donde en el pasado hacía estación de penitencia, y culminando el día 15 con el regreso a sus terrenos del Campillo. En lo meteorológico, la tarde no fue calurosa, más bien fresca y nubosa, tanto que obligó a consultar algún parte meteorológico, todo en sintonía con el atípico tiempo que padecemos o disfrutamos, según se mire.

En esta 'ida' el objetivo, a todas luces, fue ofrecer singularidades en la conformación de los pasos y las imágenes, evocando formas del pasado con algún que otro ingrediente excepcional como la música de capilla tras el crucificado, algo insólito, pero que no perturbó las formas con las que los cargadores llevan al Señor de San Telmo en su paso, que también se vio con los faroles de plata del Cautivo de Chipipna, como antaño, con una vela creada para la ocasión en color azul con cuarenta estrellas, el sol y la luna bordadas en plata, y con un sudario, realizado con un antiguo paño de altar bordado en hojilla de oro; la sujeción a la cintura consistía en una rama de orquídeas en plata, estilo que también echaba la mirada atrás en el tiempo. Y por una tarde no se vio el rojo intenso de su clásico monte de claveles que se cambió por otro realizado con plantas y flores silvestres que le daban un tono más agreste. Por cierto que el Cristo fue estrenando peluca. En resumen, un conjunto precioso que en su cromatismo, ciertamente, estaba más conjugado y más amable a la vista.

El Valle impactó nada más verla en el paso del Prendimiento, formando un conjunto armonioso intentado hacer lo más compatible posible las dimensiones de la imagen, de medidas más bien pequeñas, con unas andas que son las que son. Fue vestida con su manto negro bordado, ofreciendo una estética bien diferente a la 'Flamenca del manto rojo', como la piropeó el recordado Antonio Gallardo, lisonja que en gran medida define la estética siempre alegre que ha rodeado a esta histórica advocación, que ya en su coronación canónica, cuando fue a la Catedral, también fue objeto de otro 'experimento' estético, que entonces sonó como una reivindicación por aquello de haber ido cargada por fuera y con un palio creado exclusivamente para aquel recordado día. Para la composición del conjunto se usaron los candelabros del Consuelo, la candelería del Traspaso y unos faroles del Perdón.

Ayer fue por costaleros, con faldones y con el medido caminar de su veterana y sabia cuadrilla, mandada por Paco Yesa. Detrás se oyeron las marcha interpretada por Acordes de Jerez con una selección muy clásica en la que predominaron las marchas fúnebres, entre ellas muchas jerezanas. En la salida, en vez del himno se oyó Cristo de la Expiración. Pese a que estamos en un tiempo litúrgico alejado de los silencios y de los recogimientos pasionales, la hermandad adoptó un atractivo más bien entonado con el 'negro' en vez del glorioso. La estética del Valle ayer fue diferente, aunque las dimensiones del paso elegido, por hilar fino, no eran precisamente las idóneas para esta imagen.

Es una de las dos caras en las que veremos a las devociones de San Telmo en esta celebración, porque dentro de una semana volverá por el Campillo con sus formas y estilo asentados: El Cristo como es y la Virgen del Valle en su palio rojo y oro.

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