Jerez

"¿Qué vamos a hacer con estos jóvenes?"

  • La agresión a un joven en el 'botellódromo' pone de nuevo el foco sobre un fenómeno sin alternativa · El Consistorio reduce en 120.000 euros la partida inicial prevista para remozar el recinto

-Compare, pásame los hielos...

-Vaya nochecita, picha.

-Aquí se está bien, joé, por lo menos estamos refugiados de la lluvia. Anda, convía. Ponme un Cacique con cola a ver si entramos en calor. ¿Después pa' dónde vamos a tirar? ¿Has llamao a esa gente?...

La conversación, real y plagada de clichés de una noche juvenil de fin de semana, tiene lugar en el botellódromo jerezano, desplazado por la lluvia hasta los soportes de la vía elevada del tren. Un hombre con un perro cruza una calle próxima para tirar la basura. El bullicio bajo los raíles no trasciende ayudado por el fino manto de lluvia que cae sobre la madrugada. Dos jóvenes cruzan a todo trapo en motocicleta, sin casco para variar, y el hombre tuerce el cuello bruscamente, desestabilizado por el susto: "¿Qué vamos a hacer con estos jóvenes? O no hay solución o a nadie le interesa lo más mínimo buscarla. No sé dónde vamos a llegar". Un par de chicas se suben los pantalones de forma apresurada tras orinar entre dos vehículos estacionados. Dos coches-patrulla y cinco agentes del 092 se apostan, medio apartados de la aglomeración, para velar por que la 'movida' discurra sin incidentes.

El fenómeno del 'botellón' llevaba años dando bandazos de un lado para otro de la ciudad hasta que fue arrinconado y confinado por la ley autonómica que prohibe beber alcohol en la vía pública a los terrenos donde se instalan las atracciones durante la Feria, junto al parque González Hontoria. La ley 'antibotellón' de la Junta cumple ahora dos años y el 'botellódromo', con 27.000 metros cuadrados de terreno casi sin acondicionar y yermo, celebrará su segundo aniversario en enero, cuando allá por 2007 el Ayuntamiento de Jerez empezó realmente a multar a los jóvenes que bebían alcohol en la calles de la ciudad. Desde entonces, el fenómeno parecía hibernar, el espacio pasó casi desapercibido por los pocos incidentes que se producían en él, la mesa por la convivencia dejó de reunirse y, salvo los vecinos más próximos al recinto, todo parecía funcionar. Hasta hace una semana.

El gollete de la botella que impactó en el rostro de Adrián Iglesias, de 22 años, le vació un ojo y, al tiempo, rompió la falsa armonía que parecía reinar en esa explanada donde lo mismo se consumen estupefacientes de diseño que se intima en el interior de los coches, bajo el manto espeso de la oscuridad de la noche. Ya hay tres detenidos como presuntos responsables de la mencionada brutal agresión. Pero esta, al parecer, no es la tónica habitual del espacio de 'movida' juvenil. "Normalmente no suele haber peleas, nos sentimos seguros aquí, lo malo es que se mezcla todo el mundo", señala un joven que disfruta de la fiesta del 'botellón'. "En verdad, tan poco es para tanto, nos repartimos bien, aquí se pone la gente más normal y los tártaros se ponen por ahí detrás (señala hacia la zona más oscura del recinto, casi lindando con las parcelas próximas a Chapín) con la música de sus coches a toda hostia. Te pones aquí y no pasa nada, pero hay de todo", explica un muchacho sin querer dar su nombre y edad. Lo más probable es que sea menor. Como Luis, que tiene 17 años y viene con sus colegas disfrazados para celebrar 'Halloween'. "Lo pasamos de puta madre y normalmente no hay movidas, pero claro esto esta perrísimo, no hay apenas sitios donde sentarse, nos mojamos, no hay dónde mear, está todo muy oscuro...", relata con cierto aire de resignación. Otra chica, disfrazada también, pide que "no me hagáis fotos porque mi madre no me deja venir aquí después de lo del botellazo".

Unos 200.000 jóvenes se congregan cada fin de semana en diferentes ciudades españolas para reunirse y rendir culto a la amistad y al alcohol. Como si no existiera otra alternativa. En Jerez son varios miles los que, si el tiempo no lo impide, encumbran a Baco por doce euros la botella en los supermercados. "Hay que ir antes de las diez, si no, no venden alcohol en ningún sitio", explican. El botellón y sus efectos nocivos vuelve a ser un tema recurrente. Un suceso de máxima gravedad, como la brutal agresión sufrida por el joven Adrián, ha vuelto a poner de relieve la necesidad de dotar al ocio juvenil de mayor seguridad y, sobre todo, mayores alternativas, como demandaba Izquierda Unida esta misma semana. "En todo este tiempo, se ha mirado para otro lado, como si los jóvenes ya no existieran y no tuviesen necesidad de seguir reuniéndose", comentan. Hubo un tiempo en el que se habló de una zona aledaña a Área Sur, que incluso contaría con locales de ocio y espacio para conciertos y diversas actividades. Quedó en nada.

Cuando la ley se puso en marcha la Consejería de Gobernación llegó a prometer en Jerez que financiaría un espacio de ocio para los jóvenes de la ciudad. "El Ayuntamiento de Jerez tiene el plazo que desee para solicitar ayudas, y si necesitara de una infraestructura, de una adecuación, a través de una orden de infraestructura o de un convenio bilateral con el gobierno de la Junta de Andalucía, pues se colaboraría económicamente en la ejecución de esa infraestructura, si lo solicitase y si fuese necesario, al igual que con cualquier otro Ayuntamiento", subrayó en noviembre de 2006 la por aquel entonces consejera de Gobernación, Evangelina Naranjo. Ya en el Presupuesto municipal para este año, sin confirmar si llegó a solicitar ayudas y presentar el proyecto, el gobierno municipal libró 300.000 euros para reformar el 'botellódromo' y darle contenido. Lo último que se ha sabido de esa inversión es que se recortará a 180.000 euros y que servirá, entre otras cosas, para poner bancos y levantar un cerramiento en la explanada. No hay fechas para lo anterior y sigue sin haber alternativa real a este tipo de 'movida'. ¿Es realmente la que los jóvenes quieren? ¿Es la única que les permite esta sociedad y sus economías? "¿Qué hacemos con estos jóvenes?", pregunta de forma machacona el vecino que tira la basura. Nadie sabe qué responder.

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