ÓPERA

Tancredi

  • La fuerza del Rossini heroico

Ciento setenta y cinco años. Ahí es nada. Es el tiempo que hace que no se escucha en Sevilla esta ópera de Rossini. Y eso que fue de las primeras músicas del genio de Pesaro que sonaron en la ciudad. Fue en un concierto en el Teatro Cómico el 29 de febrero de 1822, cuando Teresa Lavigne entonó el archifamoso ‘Di tanti palpiti’ con el que Tancredi hace su salida a escena. Cinco años más tarde, el 1 de septiembre de 1827, en plena vorágine del furor rossiniano en Sevilla (cuando tres de cada cuatro óperas representadas eran de Rossini), se representó completa por primera vez. Y el 13 de agosto (sí, agosto, que por entonces los teatros en Sevilla no tenían problemas en abrir en verano) de 1833, en el Teatro Principal, fue la despedida definitiva hasta que el nuevo año 2009 nos traiga otra vez esta obra maestra.

   

1813 fue un año trascendental en la carrera de Rossini. Con los estrenos de L’Italiana in Algeri y de Tancredi consolidaba definitivamente su reinado sobre la ópera bufa y sobre el género serio. Hoy asimilamos más a Rossini con su faceta cómica, pero en su momento, al menos en Sevilla, el público prefería sus óperas serias, primeros atisbos del Romanticismo. Y hay que reconocer que cuando uno se mete a fondo en títulos como éste que aquí nos trae o en La donna del lago, Otello o Semiramide, nos vemos arrastrados inevitablemente por la explosión de canto, del canto más puro y el más espectacular al mismo tiempo, con las melodías más emocionantes y los conjuntos más impactantes que se puedan pensar.

   

En Tancredi (Venecia, la Fenice, 6 de febrero de 1813) Rossini recurrió al viejo recurso de asignar a una mezzo un papel masculino (Tancredi) con lo que las escenas entre la pareja de amantes se convierten en verdaderos chisporroteos de voces femeninas que, con una refinada orquestación, hacen de esta ópera una obra maestra.

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